Críticas de cine

Crítica: Déjame entrar. Buen remake. Buen film

Resumen de la Crítica

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Lo primero que me viene a la mente cuando termino de ver “[b]Déjame entrar[/b]” (remake estadounidense de la película sueca de mismo nombre) es cómo se puede copiar, de un film a otro, algo tan complicado como el sentimiento de profunda tristeza que ambas dejan en el espectador.

En plena década de los 80. Un pueblo perdido de Nuevo Méjico se ve asolado por una serie de crímenes que dejan desangrados los cuerpos de varios jóvenes. Al mismo tiempo, Owen (Kodi Smit-McPhee), un niño de 12 años que sufre maltrato escolar, comienza a sentirse interesado por su nueva vecina, Abby (Chloë Moretz).
 
 
Pero en el momento en que la relación de ambos jóvenes parece hacerse más fuerte, a Owen lo asola una inquietante pregunta: “¿Te seguiría gustando si no fuese una chica?”.
 
Así nos presenta Matt Reeves (director de “Monstruoso”) esta inocente y oscura historia de amor, que ya nos fue mostrada en 2008 por Tomas Alfredson, quien se basó a su vez en la novela de John Ajvide Lindqvist, de título original “Låt den rätte komma in”.
 
Como podemos observar, se trata de una historia bastante deseada por artistas del celuloide. Un cuento de hadas contado desde el género que más atrae al público contemporáneo: el vampirismo
 
Y,  alejándose de todos los tópicos que sobrecargan nuestras pantallas con esas historias de chupasangres luminosos y demás ñoñerías prefabricadas, “Déjame entrar”  aporta algo completamente nuevo: un argumento.

  Porque ambos directores han conseguido, con elementos como la sobriedad de los años 80, la soledad de un pueblo semi deshabitado y la maldad y debilidad del ser humano, crear un ambiente desolador y desesperado que acoge, asombrosamente, una de las historias de amor más tiernas que ha dado a luz el cine.

 
Una fábula en la que una asombrosa (como de costumbre) Chloë Moretz da vida a una criatura que emborrona la fina línea entre el bien y el mal, entre el comportamiento que se espera del ser humano y el de una bestia, entre la niñez y la madurez.
 
Y es que, detrás de ese aspecto infantil e inocente, de la joven actriz emana una sensación de sabiduría ancestral que la sitúa en el centro de las jóvenes promesas del Hollywood actual (en cuyo segundo lugar situaría a una Dakota Fanning ya más crecidita).
 
Pero lo más increíble de este remake no es el entrañable argumento o la genialidad del reparto (que también), sino que se parece, fotograma por fotograma, a la original obra maestra de 2008 y que, contra todo pronóstico, el final cuadra.
 

Porque sinceramente, tratándose de Hollywood, me esperaba algún despropósito como que el pequeño Owen acabase convertido en vampiro o, mejor aún, en un vampiro agente de la CIA (es Estados Unidos, el país de los héroes).

 
Y para prueba, un botón. Véanse adaptaciones carentes de final, como el remake de “REC”, o los cambios argumentales sin sentido que han afectado a cintas como a la japonesa “The Ring”.

Marta C. Catalán

Foto, vídeo y gestión cultural. Aprendiendo a gestionar vías de escape al aburrimiento.

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