Críticas de cine

Crítica: «Insidious». El arte de las pesadillas.

Resumen de la Crítica

Valoración

Valoración de los Usuarios Be the first one !
Insidious”. Insidioso. Malicioso o dañino con apariencia inofensiva.
 
Inofensiva como lo puede ser una casa. O algo más pequeño, más tierno e inocente que cualquier vivienda.
 
Y descubrir qué es ese algo es lo que nos mantiene en vilo durante la angustiosa primera media hora durante la que los protagonistas las pasan canutas en su nuevo hogar. El crío en un extraño coma sin explicación médica, extrañas y perturbadoras visiones, manos ensangrentadas que manchan las sábanas y demás sucesos paranormales asolan al matrimonio interpretado por Patrick Wilson (“Watchmen”) y Rose Byrne (“X-Men: Primera generación”).
 
Hasta que se mudan. Sin más, sin espiritistas de por medio ni encontrar un antiguo cementerio indio bajo los cimientos. Vuelven a su antigua casa y el asunto no se soluciona, sino que la tensión del ambiente no hace más que aumentar.
 
Sin duda una rotura con todos los tópicos que envuelven a las películas de casas encantadas, moradas de poltergeists y demás criaturas enfadadas con el resto del mundo.
 
Una estrategia que hubiese sido más genial aún si en los pósters de la cinta no estuviera escrito casi en letras luminosas “No es la casa lo que está embrujada”. 
 
Dejando esto aparte, la sucesión de fantasmas y de criaturas del más allá va aumentando con el tiempo de la cinta. Uno a uno, desde la figura infantil que baila al son de una extraña y antigua canción, hasta la novia sollozante, el demonio de la cara roja o la vieja, se van presentando unos espectros con unas características y personalidad propias, envueltos por una banda sonora que pone los pelos como escarpias. 

Porque en “Insidious” cada detalle tiene su importancia de modo que en escasos  ciento dos minutos de película, James Wan ha sido capaz de crear una historia en la que cada pequeña captura de la trama que se nos muestra cobra sentido.
 
Y esto se hace presente desde los créditos del principio en los que el espectador  se pregunta por qué está haciendo una visita de unos tres minutos a una casa de apariencia totalmente común. Una foto familiar por aquí, un reloj de péndulo por allá. Ahora cajas sin desembalar, ahora un pasillo, un comedor o un desván. Todo en blanco y negro, sin sustos ni sorpresas, con una calma inusual que puede parecer aburrida y que, sin darnos cuenta, nos lleva al reconocimiento de cada objeto.
 
Pero el tiempo de metraje es valioso y todo está ahí por algún motivo
 
No hay un solo fotograma, como los del padre que recuerda imágenes de un niño durmiendo en una cama, que no esté ahí por algún motivo. O detalles, como que el protagonista no tenga fotos de cuando era pequeño, que no tengan su posterior explicación.
 
Y esto es algo que pocas películas de miedo (y pocas cintas, en general, sean del género que sean) pueden o quieren ofrecernos últimamente.
 
No obstante, parece que ha terminado por ser inevitable meter a una médium de por medio en una película de este tipo (aunque su equipo de cazafantasmas frikis haya sido todo un acierto) y quizá son este y algún que otro detalle, como el hecho de que los padres descubran la verdad de lo que le ocurre a su hijo por medio de unos dibujos que éste había colgado en su cuarto (explicaciones a rotulador incluidas), los que restan seriedad a la trama y evitan que la cinta no termine por ser una obra maestra del terror.
 
 
Pero no se puede pedir todo y, por si un excelente argumento fuera poco, vale la pena centrarse en las principales escenas de terror, tan escalofriantes como artísticas, tanto por la caracterización y creación de los espectros como por los decorados. 
 
Cabe destacar, en este caso, el mundo onírico recreado al final de la cinta. 
 
Absurdo, hermoso, brillante y oscuro a la vez, envuelto por esa extraña canción que evoca al espectador a su propio mundo de los sueños. 
 
Un final abierto tan aterrador como puede serlo cualquier pesadilla, como solo ha conseguido serlo un film de terror en mucho tiempo.

 

Marta C. Catalán

Foto, vídeo y gestión cultural. Aprendiendo a gestionar vías de escape al aburrimiento.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba