Críticas de cine

Crítica: «La Saga Crepúsculo: Amanecer – Parte I». Y aún queda la «Parte II»…

Resumen de la Crítica

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Últimamente se ha desencadenado cierta polémica tras las dudosas afirmaciones de Bill Condon, director de Amanecer – Parte I, que aseguraba que la película había sido dividida en dos partes por la densidad de su contenido (risas de fondo), con el objetivo, imagino, que de disipar las sospechas de que esto constituye tan solo una estrategia de marketing facilona que lleve a la compañía a obtener el doble de beneficios. Palabras textuales: “se trata de un material muy denso […] y la opción de dividir la novela en dos películas surgió en las primeras reuniones del proyecto.”

Nada más lejos.

Porque, por mucho que Bill Condon se empeñe, lo que está claro es que una boda, un par de polvos y un embarazo de riesgo no justifican 110 minutos de metraje (ni más de 800 páginas de novela, ya puestos).

Lo demás, puede imaginarse fácilmente; conversaciones empalagosas hasta el extremo (sobre todo durante la primera media hora de la cinta), una incansable sucesión de primeros planos (entre los que destaca la chirriante fracción de segundo en la que hace acto de presencia una muy sonriente Stephenie Meyer, a modo de guiño) y una envolvente banda sonora que no cesa en su empeño de intentar hacer aflorar el sentimentalismo de un espectador que más está invitado a la risa que al llanto.

Si algo salva el precio de la entrada es la trama que envuelve a la fragmentada manada de hombres lobo, quienes, aunque con una estética algo insuficiente, logran levantar los ánimos introduciendo alguna que otra escena de acción a este surrealista melodrama adolescente.

Y lo paradójico del caso es que, tanto director como guionista (Melissa Rosenberg) han hecho bien su trabajo, llevando a la gran pantalla esta primera e insulsa parte de la novela, y haciendo malabarismos para conseguir que una cinta en la que tienen lugar tan pocos acontecimientos no resulte del todo soporífera.

Los efectos especiales y de maquillaje también ponen de su parte, dando vida a una Bella demacrada y consumida, cuya lucha por sobrevivir y su extrema delgadez se reflejan de un modo muy realista hasta en su rostro.

Por no hablar de los actores (menos Pattinson; Pattinson no tiene arreglo), que tienen que repetir toda esa sarta de diálogos ridículos con tono grave y dramático, y encima resultar convincentes.

Aunque a veces la película parezca más una parodia.

Aunque se oigan risas contagiosas de fondo por toda la sala.

Pero es que, de donde no hay, no se puede sacar.

Marta C. Catalán

Foto, vídeo y gestión cultural. Aprendiendo a gestionar vías de escape al aburrimiento.

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