Críticas de cine

Crítica: «Restless». Un poema a la muerte.

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Un fatídico accidente, el heroico suicidio de un kamikaze o el final inevitable de una enfermedad terminal. Todas ellas causas de muerte y, al fin y al cabo, albergadoras del verdadero amor.

Este es el mensaje principal que se impone en “Restless”, un hermoso poema a la muerte que pretende conjugar el fin de la existencia con el hallazgo del amor, convirtiendo lo que debería ser un suceso doloroso en algo bello, romántico, idealizado.

Enoch (Henry Hopper) es un joven que, traumatizado por la muerte de sus padres, busca sentido a su vida con la peculiar afición de asistir a funerales de desconocidos. Annabel (Mia Wasikowska), por su parte, busca los porqués de la muerte que la acecha observando este fenómeno en la naturaleza.

El escarabajo enterrador americano es un espécimen carroñero que encuentra pareja al acercarse a un cuerpo muerto. Y hay un tipo de pájaro cantor que cree morirse cada vez que se pone el Sol. Por la mañana, cuando sale el Sol, se sorprende de seguir viviendo. Entonces canta una bella canción.

Y así prosiguen sus estudios sobre el reino animal a lo largo de toda la película, en forma de metáforas hacia un espectador del que se espera que asimile la muerte como algo natural, con el objetivo de empaparlo después de la idea romántica de muerte que Gus Van Sant ha concebido en su cinta.

Y lo consigue.

Con una hermosa fotografía, otoñal y melancólica como lo son las palabras que se recitan en cada funeral y las expresiones de sus asistentes.

Y con los jóvenes atípicos que pone en medio de esta bucólica estampa. Inteligentes, frágiles, desdichados y oscuros, con un aire a los poetas del romanticismo. Atormentados sin sentidos y alegres cuando deberían estar atormentados. Que tontean con la idea de la muerte y el suicidio y que se sienten más vivos cuando están a punto de morir.
Así son nuestros protagonistas, interpretados por una dulce Mia Wasikowska, que cada vez se decanta más por el cine independiente, y por un sobrio y elegante Henry Hopper que ha sido todo un descubrimiento.

Y sus encuentros giran, cómo no, en torno a cementerios (donde hablan con las lápidas sin que a ninguno de los dos le parezca extraño), funerales, hospitales, noches de Halloween y demás escenarios similares en los que ambos tratan de aprovechar al máximo el tiempo, antes de ese destino que es para todos inevitable.

Marta C. Catalán

Foto, vídeo y gestión cultural. Aprendiendo a gestionar vías de escape al aburrimiento.

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