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Crítica: Star Wars: Episodio I – La Amenaza Fantasma

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Vuelta a empezar. 16 años después de que Luke Skywalker se convirtiese en un Jedi, redimiese a su padre, y los Rebeldes acabasen con el Imperio, Lucas decidió contarnos como se llegó a la situación que vimos en 'La Guerra de las Galaxias'. Y el primer episodio de esta nueva trilogía no podría ser más decepcionante. Apenas conserva algo de la magia que hizo grande a las cintas originales, resultando un producto vacío, soso, sin vida. Afortunadamente algunos buenos personajes y varios destellos que recuerdan a las auténticas películas de 'Star Wars' consiguen salvar una película que se contenta con ser correcta, pero que es, sin duda, la peor de la saga.

 
Seamos sinceros: Esto pintaba muy bien. Vale, la trilogía clásica es insustituible, pero hay que reconocer que, por mucho que digan algunos, sí había material para otros tres capítulos. Saber como Anakin Skywalker se convirtió en Darth Vader, ver la extinción de los Jedi y el nacimiento del Imperio, el origen de las míticas Guerras Clon… Ahora bien, Lucas se encargaba en solitario del guión y de la dirección. Esto podía ser una buena o una mala noticia. Si recuperaba el espíritu y la magia de la primerísima película, entonces genial. Pero como volviese a caer en las ñoñerías que impidieron a 'El Retorno del Jedi' ser la Obra Maestra que debió haber sido… Mal vamos. ¿Resultado? Quiere ser lo primero y acaba siendo lo segundo, pero peor. Una película blandísima, con muy poca aventura y con poquísimas cosas que contar. Tanto que, al acabar de verla, uno se pregunta si lo que se nos desvela en este film daba para una película entera. 'La Guerra de las Galaxias' era una película que funcionaba a la perfección por sí misma, pero esta es, simplemente, una introducción muy, muy larga. Eso por no hablar de que no tiene ni una sola gota del estilo de humor que se podía ver en la trilogía de toda la vida, apostando por una comicidad bobalicona y cansina a más no poder, sin gracia, centrada sobre todo en un patético personaje del que en breve hablaré. Además, los diálogos, en tono pretendidamente solemne, carecen de naturalidad. Pero la película también tiene aciertos, así que es mejor analizarla desde el principio, como es habitual.
 
Para ser justos, la cosa no podría empezar mejor. vemos a un joven Obi-Wan Kenobi (insípido Ewan McGreogor) y a su Maestro, Qui-Gon Jinn (¿No debería ser Yoda? Ejem… Error de continuidad…) en medio de una misión, cuando los Jedi aún eran los guardianes de la paz. Acción, droides, sables de luz, la música de John Williams… No se le puede pedir más a esta introducción, pues promete que una gran aventura está por llegar, nos ilusiona y hace que sintamos el espíritu de 'Star Wars' de nuevo. Además, Qui-Gon, el personaje de un muy carismático Liam Neeson, enseguida nos engancha. Por desgracia, todo lo bueno de estos primeros minutos se desvanece poco a poco, pues nos vemos inmersos en una trama política que no es que no sea interesante, es que, al no tener nada que ver con lo mostrado en las anteriores películas de la saga, uno se siente un poco desubicado. Se agradecería que nos explicaran con un poco más de detalle como es esta nueva situación que nunca habíamos visto, en vez de presuponer que sabemos perfectamente qué es la Federación de Comercio, quién es la Reina Amidala (una jovencísima Natalie Portman), etc. No es que no lo entienda, pues tampoco es que sea el colmo de la complejidad, es solo que tardo más de lo que desería en saber de que me están hablando.
 
Volviendo con nuestro dúo de Jedis, lo cierto es que a partir del momento en el que van a Naboo, con la intención de proteger a la Reina y llevarla a Coruscant para intentar detener pacíficamente el asedio que sufre su planeta, la cosa me empieza a aburrir. Hay escenas en las que vuelve a haber acción, droides, sables de luz y música de John Williams, pero… Ya no hay emoción alguna. A pesar de que Qui-Gon mola cada vez más (tiene las mejores frases y Nesson llena la pantalla), sucede algo terrible: Me da igual lo que vaya a pasar, y empiezo a echar mucho de menos a Han y a Luke. Quizá esto se deba a que parece como si la peli no acabase de arrancar, como si la auténtica aventura no hubiese empezado… Y ya llevamos un buen rato. Además, tenemos que aguantar a Jar Jar Binks, un ser que se acopla a nuestros héroes. Veamos: ¿Ssbéis esas personas que quieren hacer gracia a toda costa pero no lo consiguen? ¿Y esos que no callan ni debajo del agua? Bien, sumad la vergüencica que dan los primeros y lo molesto de los segundos, añadiendo a la mezcla la torpeza más bochornosa e insultante. Ah, y una voz cargante. Eso es Jar Jar Binks. Un personaje cuya única función es hacer el payaso desde el principio hasta el final. Y por supuesto, no consigue sacar ni una sonrisilla… Vomitivo.
 
Por fin, nuestros héroes, entre chiste y chiste de Jar Jar, y tras varios minutos llenos de… Nada, consiguen llevarse a la Reina de Naboo. Pero su nave se estropea y se ven obligados a parar en Tatooine. Escalofrío. Volvemos a casa. Y después de la introducción más larga de la historia, empieza la película y conocemos a un niño muy plasta llamado… Anakin Skywalker. Sí. Este crío será Darth Vader. Obviamente, Lucas buscaba el contraste haciendo que uno de los mayores villanos del cine sea ahora un niño inocente, pero se esfuerza tanto en hacer que sea adorable que acaba dando hasta repelús. Originalmente Anakin iba a tener 16 años en esta película, pero se le redujo la edad para que así estuviese más ligado a su madre. Creo que si hubiese tenido la edad planeada, se habría establecido un bonito paralelismo entre Anakin y Luke. Lástima. Pero en realidad la culpa no la tiene Lucas escribiendo al personaje, pues el niño, sobre el papel, debería caernos bien. Lo que falla es el actor. Jake Lloyd está lamentable. Ya sé que es solo un niño, pero es que se nota TANTO que no interpreta, si no que suelta sus frases de memoria, que el personaje pierde toda la credibilidad.
Hay otras tres cosas más que me gustaría destacar negativamente en este punto: Una, todo ese rollo de los midi-clorianos… No, Lucas, no. No puedes darle una explicación pseudocientífica a la Fuerza solo para justificar que Anakin sea el Elegido. Lo que nos maravilló de la Fuerza fue lo mística y misteriosa que era, y con este dato que te sacas de la manga te cargas parte de su magia.  Otro punto negativo es… Que Anakin haya sido concebido por los midi-clorianos. El hijo de la Fuerza. Sin comentarios…

Y por último: ¿Qué pintan ahí C-3PO y R2-D2? Supongo que funcionan a modo de conexión con las películas originales, pero es que están metidos con calzador… ¿Tan indispensables son que hay que meterlos pase lo que pase?

Pero lo cierto es que a pesar de todo esto (que no es poco), el segmento en Tatooine es bastante bueno. Neeson hace que suba el nivel cada vez que abre la boca, y nos interesan sus sospechas sobre Anakin, así como el inicio de la relación entre Skywalker y la Reina (bueno, vale, aún no sabemos que Padmé es la autentica reina, pero… es tan evidente…), que en esta peli es más fraternal que romántica, como es lógico.

Ahora bien, si hay algo por lo que todo este trozo (y la película entera) es recordado, es sin duda por la carrera de vainas.

PEDAZO de escena. Ya desde que empieza, con Qui-Gon diciéndole a Anakin que use su instinto, y que recuerda al espíritu de Obi-Wan diciéndoselo a Luke antes de destruir la Estrella de la Muerte, se nos ponen los pelos como escarpias, y lo que viene después es aún mejor. Una secuencia formidable, adrenalítica, emocionante y espectacular, que se cuela sin problemas entre los mejores momentos de la saga.

A continuación, asistimos a la despedida entre Anakin y su madre. Un momento muy emotivo, sin duda, que lamentablemente se ve empequeñecido por la "interpretación" de Lloyd. Por cierto, el instante en el que (ojo) Anakin conoce a su futuro Maestro, Obi-Wan, no podría ser menos mágico y tener menos chispa. He dicho.

 

Y así abandonamos Tatooine, con la sensación de que la cosa se está alargando demasiado, y listos para entrar en la recta final del film, donde vemos, por fin, al Consejo Jedi, entre los que se encuentra una horrible marioneta de Yoda que no le llega a la suela de los zapatos a la de 'El Imperio Contraataca' y que ha sido sustituida, gracias a Dios, por un monigote CGI en el Blu-ray.

De lo más interesante de la película el debate acerca de Anakin, pues Yoda, que percibe el Lado Oscuro en el joven Skywalker, no está de acuerdo con entrenarle, pero Qui-Gon insiste en que el niño es el Elegido que destruirá a los Sith (por fin conocemos el nombre de "los malos") y traerá el equilibrio a la Fuerza. Curioso que, al final, ambos tengan razón…

El hecho de que Qui-Gon le lleve la contraria al Consejo, y de forma habitual según parece, hace que el personaje de Neeson mole aún más. El gran hallazgo de la cinta, sin duda. Mientras tanto, politiqueo y más politiqueo. Observar el ascenso al poder de Palpatine (está interpretado por Ian mcDiarmid, así que sabemos quién será) está muy bien, es interesante y tal, pero yo quiero espíritu 'Star Wars', aventura, fantasía… Y de eso hay muy poquito.

 

 

Afortunadamente, enseguida llegamos al clímax de la cinta, dividido nada menos que en cuatro partes, y que si bien supone un subidón de emoción con respecto al resto de la peli (exceptuando la carrera, claro), tampoco es que sea muy brillante, pues solo uno de los cuatro frentes es realmente bueno. Repasémoslos: La batalla entre los Gungans (la raza de Jar Jar) y los droides es espectacular, cierto, pero Binks no para de tropezarse y decir chorradas, con lo cual estropea la escena.

El tiroteo por los pasillos del palacio liderado por Padmé… Soso. Correr, disparar, esconderse. Nada más.

La batalla en el espacio protagonizada por Anakin… Pues sí y no. Recuerda a la destrucción de la Estrella de la Muerte, con lo cual estamos con un nudo en la garganta, y es espectacular y emocionante. Bien. Pero es que Lloyd es TAN, pero TAN  malo… Me saca por completo de la peli. Además, tampoco me convence que lo haga todo de chiripa, pero bueno, eso lo perdono. Lo que me molesta de verdad es que la carrera artística de ese crío debió acabar con 'Un padre en apuros'.

Y por fin… La parte buena de verdad. Qui-Gon y Obi-Wan contra Darth Maul. ¿Quién es ese? Pues apenas sabemos nada de él, pero con su aspecto demoníaco y su silencio desprende invulnerabilidad por los cuatro costados. Efectivamente, estamos ante un combate de sables de luz grandioso. Siempre he defendido el estilo de lucha más realista de los dos últimos episodios de la trilogía original, pero este nuevo estilo, lleno de piruetas y acrobacias, es un regalo para la vista. Además está acompañado magistralmente por "Duel of the Fates", la gran aportación de John Williams a esta nueva trilogía. Una escena sublime, magnífica. Además nos hace sufrir, pues cuando Obi-Wan queda separado de su Maestro, empezamos a temer lo peor, y cuando finalmente sucede, uno está entre triste e indignado. Triste por que Qui-Gon era el mejor personaje, e indignado porque ¡Qui-Gon era el mejor personaje! ¡Y se lo han cargado! Resulta que este gran Maestro solo era una herramienta para que Obi-Wan entrenase a Anakin. Pues que bien. Ah, al final Maul también es asesinado, de una forma un tanto boba, por Kenobi, con lo que acabamos el combate con las dos estrellas de la peli muertos. ¿No podía haber mantenido Lucas a Maul en los sucesivos episodios y hacerle luchar contra Skywalker? Anda que no habría molado.

 

 

Y de este modo, tras una escena de celebración y felicidad que, sin embargo, no consigue ocultar la sensación de que hay un gran peligro en la sombra (la amenaza fantasma del título) cerniéndose sobre nuestros héroes, termina esta primera película. Y me siento contrariado. No está mal, es entretenida, y encierra grandes momentos… Pero te quedas como estabas. Realmente, lo único que nos han contado es como Anakin empieza a ser entrenado como Jedi. Y por el camino, muy poca chispa o emoción y muchas chorradas por parte de Jar Jar. A pesar de todo, dan ganas de continuar. No nos han contado casi nada, pero lo que se insinúa… Engancha. Afortunadamente, la cosa no haría más que mejorar y mejorar.

 

Para finalizar, me gustaría señalar que aunque esta cinta en concreto no le llega ni a la suela de lo zapatos a las tres pelis clásicas, tampoco es como para atacarla de la manera que lo hacen algunos. Tiene muchos fallos, pero también innegables virtudes. Es un estilo muy diferente al de sus predecesoras (o continuaciones, según se mire) pero flipó a los niños de la época, resucitando así la fiebre 'Star Wars'. Y eso no puede ser malo en absoluto. Ah, no se me puede olvidar comentar que los efectos visuales, en su día impresionantes, hoy se han quedado un tanto desfasados, cosa que no sucede on los efectos artesanales de la trilogía de toda la vida.

 

Nada más. Próximamente comentaremos el Episodio II, muy superior en todos los aspectos y, en mi opinión, bastante infravalorado. Nos vemos allí.

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