Críticas de cine

Crítica: «Prometheus». El mismo Alien pero con distinto collar

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La enseñanza más grande que deja el visionado de Prometheus (2012), la última película de Ridley Scott, no tiene nada que ver con Prometheus, sino con los publicistas de Hollywood: los grandes productores de la meca del cine sin duda saben cómo vender sus películas.

Todo comenzó hace ya varios años con una historia de ciencia ficción que poco tenía que ver con lo que realmente terminó siendo. Luego intervino Ridley Scott y comenzaron las especulaciones: ¿se trata de una secuela de Alien (1979)? ¿Un remake? ¿Precuela? La web pronto se convirtió en un hervidero donde se desplegaron innumerables conjeturas acerca de este misterioso proyecto. Finalmente, el propio Scott confirmaría hace unos meses que había un guión terminado y que se trataba de un spin-off, término muy de moda por estos días que se refiere a una historia diferente que toma en cuenta elementos de la original para crear una nueva mitología con personajes y conflictos novedosos. The Amazing Spider Man (2012), también próxima a estrenarse, es otro ejemplo de ello.

Explicar de qué se trata Prometheus implicaría develar detalles sobre la trama. Vale decir simplemente que consiste en un descubrimiento. Tal como esboza el tagline del filme, unos científicos llegan a otro planeta para hallar algo que en realidad no desearían haber encontrado nunca.

En primer lugar, hablar sobre los méritos técnicos del filme es una obviedad. La fotografía, el diseño de producción y el cuidado de los efectos especiales son impecables. También se destacan las actuaciones de Michael Fassbender e Idris Elba, además de la belleza ineludible de Charlize Theron.

En cuanto al breve resumen argumental de más arriba, si al lector le recuerda demasiado al de Alien, entonces está en lo cierto. Prometheus es prácticamente la misma historia que ya nos fue relatada a fines de los ’70. Es cierto que, como se señaló al comienzo, hay personajes nuevos y conflictos que involucran a un grupo de antagonistas más numeroso, pero también hay que decir que es evidente la falta de originalidad de un guión que tiene una estructura muy similar al de Alien. Basta ver los últimos diez minutos del filme. Hay hasta algunos planos calcados de aquella obra maestra de la ciencia ficción. Algunos lo llamarán homenaje, otros una autorreferencia de su director. Para quien escribe estas líneas, es un robo innecesario a una de las más legendarias películas de terror de la historia.

El filme abunda en intentos por construir una trama de misterio y con ingredientes que le aporten complejidad. Sin embargo, no hay sustos ni demasiado suspenso. El argumento no resulta nada complejo ni original y, como declaró recientemente el cineasta Guillermo Del Toro, se parece en demasía a –atención con el spoilerEn las Montañas de la Locura, el relato de H. P. Lovecraft. Claro que, en el caso de Prometheus, todo está condimentado con un dejo de filosofía religiosa un tanto barata de la mano de Damon Lindelof, uno de los guionistas estrella de la serie Lost (2004-2010) –atención aquí a la marca autoral.

Ese es el error fundamental que hace a Prometheus una obra bastante fallida. Detrás de lo que se plantea como original no hay nada más que un intento por agregar variables para agrandar el producto final y hacerlo parecer más intrincado. La escasa explicación que se brinda acerca de varios de los sucesos a lo largo del filme será materia de debate de las redes sociales, e incluso puede dejar la puerta abierta para una nueva saga, pero finalmente no representan un punto de partida novedoso para el género.

En el cine de horror poco es mucho, y viceversa. Como ejemplo de esto, véase el desarrollo general del filme, que tiene lugar fuera de la nave espacial que le da el título a la película, a diferencia de Alien, cuyo toque de originalidad fue que se trató de un relato de ciencia ficción en el espacio bastante minimalista, filmado como si se tratara de una película de horror de bajo presupuesto desarrollada en una casa de estilo gótico.

Es llamativo observar una decadencia tan contundente en la filmografía de un talentoso como Ridley Scott. A diferencia de su hermano Tony, que comenzó haciendo fiascos como Top Gun (1986) y hoy filma muy buenas películas como Unstoppable (2010), Ridley explotó en Hollywood con obras magníficas como la ya mencionada Alien o la insuperable Blade Runner (1982), pasando por grandes filmes como Black Rain (1989) o Thelma & Louise (1991), para decantar en estos últimos años en filmes totalmente fallidos como Kingdom of Heaven (2005) o Robin Hood (2010).

Siguiendo su propia tradición, con Prometheus no hay demasiadas sorpresas. Scott vuelve a mostrarse como una copia de sí mismo y los estudios de Hollywood exponen una vez más su capacidad de utilizar los grandes nombres y las posibilidades publicitarias que brindan las redes sociales para vender una historia muy parecida a la que ya fue contada hace 30 años.

Sin duda, Prometheus será muy vista y comentada luego de su estreno, aunque está muy lejos de quedar en nuestras mentes como Alien lo hizo alguna vez.

Una pequeña nota al pie: el 3D, por enésima vez consecutiva, no agrega absolutamente nada. Para quien escribe, el visionado en 2D es lo ideal. Sumergirse en la sala del cine también. Esperar el estreno en DVD o ver el filme en la pequeña pantalla del monitor arruinará completamente la experiencia.

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