Críticas de cine

Crítica: «Somos la Noche». Colmillos cortos

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Otro estreno tardío en tierras españolas. Esta vez se trata de una nueva historia de vampiros modernos de origen alemán. Somos la Noche, o Wir sind die Nacht (2010) según su título original, se presenta como un homenaje al cine de los ’80 así como un relato que mezcla varios géneros.

Es una obviedad decir que los vampiros y el cine conforman una de las asociaciones de más larga data en la historia del séptimo arte. Tan es así que el gran George Méliès presentaba a una de estas criaturas sedientas de sangre en su cortometraje La Manoir du Diable (1896), incluso un año antes de la publicación de Drácula, de Bram Stoker. Otro título importante de aquella primera época del cine es el de The Vampire (1913), de Robert G. Vignola, donde se presenta a un conjunto de mujeres vampiro.

Y es justamente en Somos la Noche donde los vampiros de origen femenino llevan adelante la historia. La película de Dennis Gansel –director de la aceptable Die Welle (2008)– consiste en el rito iniciático de Lena, una joven bella y rebelde –con el estilo de la Lisbeth Salander de la saga Millennium– que una noche se topa con un grupo de tres mujeres vampiro que la seducen y la integran a su particular club. A partir de allí, metamorfosis mediante, Lena se verá envuelta en una trama policial junto a sus nuevas amigas.

El punto de partida del filme es bastante original. Gansel crea un mundo en el que sólo existen unas pocas mujeres vampiro que han logrado independizarse del dominio masculino. Dejando de lado el comentario político y social, son evidentes las referencias al director francés Jean Rollin y sus películas repletas de historias de amor vampiro lésbico.

Gansel además utiliza una amplia paleta de colores saturados que combina con un montaje vertiginoso y música electrónica a todo volumen, lo cual remite a aquellos filmes clásicos de comienzos y mediados de los ’80, cuando el arte del videoclip recién despuntaba. Pero también hay un interés del director y guionista por jugar con los géneros como el thriller, el terror, el melodrama y el policial, con escenas que bien podrían haber salido de una película de Tony Scott, entrelazadas con secuencias en las que predomina el uso de efectos generados por ordenador para darle un toque fantástico a la historia.

A pesar de la originalidad del planteo y la indiscutible calidad técnica de la obra, Somos la Noche apenas llega a colmar las expectativas. Hay demasiadas secuencias llenas de música que poco agregan a la línea narrativa principal y otras demasiado cortas que tal vez hubiera sido mejor profundizar, como es el caso de la transformación de Lena. El trasfondo de los personajes es escaso, principalmente el del protagonista masculino, y el guión por momentos se hace previsible.

Somos la Noche es de esas películas que se toman demasiado en serio. Le falta alocarse, escupir en la cara de los mismos géneros a los que intenta referenciar. Es como si el director se hubiera preocupado más por cómo mezclar el abanico genérico disponible que en contar una buena y divertida historia de vampiros. El resultado es entretenimiento sólo en unos pocos momentos. Lo que se dice una obra fallida.

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