Críticas de cine

Crítica: «A Fantastic Fear of Everything» (Sitges 2012). El poder del miedo

Resumen de la Crítica

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Cuando vemos “A Fantastic Fear of Everything” nos encontramos ante una película que utiliza uno de los pocos estilos de humor que podrían unir géneros tan contrarios como son la comedia y el terror: el inglés.

Con Simon Pegg como protagonista (y presente en casi todos los planos de la película), nos cuenta como una persona puede llegar a tener miedo a todo hasta convertir su vida diaria en una auténtica película de terror. Una apuesta muy original para entrelazar ambos géneros con gags que despiertan las risas por su ridículo.

El primer tercio de la película es brillante. Los encuadres, la iluminación, el sonido… todo se une contra el protagonista para mostrarle su casa como si estuviera repleta de peligros. El personaje principal es un autor infantil que se convierte en novelista criminal. Sus investigaciones provocan en él un estado de paranoia que le obliga a permanecer en casa y a tener miedo hasta… ¡a hacer la colada!

Los personajes secundarios y terciarios aparecen de vez en cuando para relajar la tensión del protagonista y arrancar de él diálogos que expliquen cómo llegó a ese estado, pero, por muy tonto que pueda parecer el humor en este fragmento de la cinta, consigue su propósito sin abandonar un estilo friki que ya quisieran otras.

Sin embargo, cuando el personaje sale de su casa… la película empeora por momentos. Su estancia en la parte pública de la lavandería es tediosa y por muy hilarante que sean algunos de sus instantes, tras tantos de ellos el ambiente que ha conseguido crear se va desinflando hasta desaparecer.

El guión es interesante e inteligente, pues desde lo absurdo de las situaciones se hace mención a temas de actualidad y a la industria de la literatura, así como su tema principal: las fobias y sus posibles causas. Lástima que no supieran controlar su propio libreto tras el primer tercio, algo que demuestra que sólo tenían en mente éste y el resto debía su existencia a llegar al largometraje.

El final gira totalmente el estilo de la película. Ya no se ve el terror desde el punto de vista del humor, sino el humor desde el punto de vista del terror. Deja de aburrir, pero ya ha perdido su magia y lo único que mantiene su calidad es la grandísima actuación de Simon Pegg, un actor cada vez más presente en la actualidad cinematográfica y que dará mucho que hablar.

En suma, se trata de una película que debería haberse quedado en cortometraje. De hecho, con muchos menos minutos podría haber alcanzado su objetivo sin problemas. Pero el dinero manda, y los cortos no son precisamente rentables en su mayoría.

La dirección y la fotografía son excelentes. El uso de la suciedad para acogerse a los suburbios ingleses, el vestuario de los personajes, la contraposición con la comida con la editora y esa otra clase social a la que pertenece. El hecho de que el personaje se vea distinto a los que tienen una situación económica mejor y los que la tienen peor que él. Que incluso se vea distinto a aquello que ya es distinto de por sí (los peculiares personajes de la lavandería).

Todo entremezclado con los ataques de locura del protagonista hace que la película sea divertida a ratos. Podría haber sido mucho más, y es por eso mismo que la propuesta falla.

Víctor Yeste

Director de la web, revista digital y radio online @HelloFriki. Escritor, ingeniero en Informática, cinéfilo, seriéfilo y, en definitiva, friki empedernido.

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