Críticas de cine

Clásicos Disney de los noventa: Crítica de ‘Aladdín’

Resumen de la Crítica

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Después de que ‘La Bella y La Bestia’ entusiasmara a crítica y público, los directores de ‘La Sirenita’ nos trajeron una versión del famoso relato ‘Aladino y la Lámpara Maravillosa’, contenido en ‘Las Mil y una Noches’. El resultado fue una muestra de que lo Disney estaba realmente en racha, pues ante nosotros tenemos otra joya, con una frescura pocas veces vista en esta productora. Una mezcla perfecta de aventura, fantasía, romance y comedia disparatada.

 
Ahora mismo, no tengo ninguna duda de que este clásico Disney es mi tercer film animado favorito. Pero hace poco me dispuse a revisionar la cinta con cierto temor, pues a diferencia de ‘La Bella y La Bestia’ o ‘El Rey León’ (que ocupan el segundo y el primer puesto en mi ranking, respectivamente), habían pasado, en ese momento, muchos años desde que la vi por última vez, y me preocupaba descubrir que una de las pelis animadas que más idolatraba en mi infancia se había quedado en nada. En cuanto comenzó, con la breve pero mágica canción inicial, me  empecé a relajar, y ya con el tronchante vendedor que habla directamente al espectador comprobé que mis temores eran infundados, pues no sólo no ha envejecido nada, si no que es incluso mejor de lo que recordaba.
 

Y es que por encima de todo, ‘Aladdín’ es aventura de la buena, de la que no pasa de moda: Emocionante, trepidante y divertida. Basta con ver la brillante secuencia en la que Aladdín y Abú se internan en la Cueva de las Maravillas y su posterior intento de huída a lomos de la Alfombra Mágica. En mi opinión, una escena digna de, por ejemplo, la trilogía ‘Indiana Jones’.
 

Además, la cinta cuenta con un ritmo sencillamente brutal que hace que sea difícil de creer que la duración total del film sea superior a veinte minutillos. La sucesión de los acontecimientos es constante, perfecta y brillante, funciona (al igual que el resto de elementos de esta maravillosa cinta) con la precisión de un reloj.

 

 

También la historia de amor, clave en el desarrollo de la trama y a la qur se le otorga el espacio justo y necesario, de tal manera que no resulta nada empalagosa. Con esto no quiero decir que los otros romances de Disney lo sea, en absoluto, pero sí se percibe un intento de suavizar esa cursilería de la que tanto se acusa a Disney, a veces sin motivo. A pesar de este ligero rebaje de azúcar, esta parte romántica no pierde ni un ápice de emotividad y naturalidad.
 

Esto es en parte gracias a los dos protagonistas. Aladdín es de los héroes más humanos y carismáticos que han salido de la Casa del Ratón, y es extremadamente fácil identificarse con él. Pero Jasmine, inteligente y, por raro que pueda sonar, sexy,  no se queda atrás, ya que no es ni mucho menos un simple florero a la espera de ser salvada por el héroe, y es capaz de plantar cara si hace falta (o seducir, depende de la situación) al villano de la función, el astuto, ambicioso, cínico, sufrido y divertidísimo Jafar.
 

Aunque da igual lo buenos que sean éstos personajes, si hay uno que destaca por encima del resto es sin duda el único e inimitable Genio. Sobran las palabras. Qué duda cabe de que es lo mejor de la cinta, pero afortunadamente, la peli no se apoya unicamente en él ni chupa mucha cámara, por lo que cada gag suyo nos sabe a gloria sin cansar en ningún momento. Además, el hecho de que sea un esclavo que sólo puede ser libre si su amo lo desea hace que encima le cojamos cariño. Un personaje sublime.

 

Hablemos de la B.S.O.: Como es lo normal viniendo de Alan Menken, es magnífica. Incluso me atrevería a decir que, en conjunto, la película posee los mejores números musicales made in Disney, porque algunos propician escenas tan soberbias como la presentación del alter ego de Aladdín, el Príncipe Alí. Por no mencionar la escena de ‘Un Mundo Ideal’, seguramente la mejor canción romántica de la productora, que culmina con un morreo en toda regla impensable en este género hace años (y es que este film fue muy rompedor en varios aspectos).

 

Eso sí, la música «de fondo», la puramente instrumental, dejando a un lado las canciones, no es tan extraordinaria como la de ‘La Bella y La Bestia’.

 

A nivel técnico, se mejoró considerablemente lo visto en su citada predecesora, sobre todo en lo que respecta al uso del ordenador. No hay más que ver lo bien hecha que está la inolvidable y espectacular cabeza de tigre que sirve de entrada a la Cueva de las Maravillas, o la adorable Alfombra. Gran idea, por cierto, tratar a éste objeto mágico como si fuese un personaje más. A nivel artístico, de diseños y demás, es quizá la cinta que más me gusta de Disney.

 

Poco más hay que decir de esta Obra Maestra. Un par de años después llegaría ‘El Rey León’, de la que hablé el año pasado, y que considero la mejor película animada jamás hecha. Mientras revisáis la crítica que le dediqué, yo voy preparando el análisis del primer (¿Y único?) pinchazo de la compañía en esta década.

 

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