Críticas de cine

Crítica: ‘El Señor de los Anillos: La Comunidad del Anillo’. Comienza un viaje fantástico

Resumen de la Crítica

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Advertencia: Estás a punto de leer un análisis detallado de la película. Será una lectura larga y LLENA de spoilers.

A estas alturas, poco puedo comentar que no se haya dicho ya de este monumento cinematográfico, la obra cumbre del cine fantástico. Aun así, no está de más repasar al detalle este fascinante viaje. Empezamos, claro, por esta primera parte, una película magistral que, en realidad, forma parte de un todo aún más maravilloso.

 

No he leído ‘El Señor de los Anillos’. ¡Tranquilos, no cojáis las antorchas todavía! Tarde o temprano lo leeré, que no os quepa duda. Pero me parecía necesario destacar que no era fan antes de ver las películas. Y creo que dice mucho en favor de ellas: Que puedan fascinar por sí mismas a gente que no conoce el material original, es algo que pocas adaptaciones consiguen. Es cierto que muchas de las virtudes de estas cintas están presentes, con toda seguridad, en el libro de Tolkien, pero semejante grandeza no se consigue simplemente copiando el libro. La labor de Jackson es titánica y magistral, y su esfuerzo y amor por el libro y por su propio film se notan en pantalla. Es verdad que parece que el hombre tiene problemas para salir de la Tierra Media, pues a parte de esto poco destacable ha hecho (y eso que me gusta su ‘KING KONG’), pero al César lo que es del César, en este relato Jackson no solo sabe como mover la cámara, dejando varias tomas inspiradisimas, sino que inyecta una ÉPICA a la cinta como pocas veces he visto, con una solemnidad bien entendida y aplicada, y sabiendo en que preciso momento se debe hacer hincapié en estos citados elementos, quedando un halo de grandiosidad que se percibe desde ese magnífico prólogo que ya nos deja sin respiración y nos agarra para no soltarnos hasta los créditos de la tercera peli.
 

Y sin embargo, todo ese dramatismo se deja atrás, muy hábilmente, cuando conocemos a una de las criaturas más entrañables que ha dado la ficción: Los Hobbits. Ver a unos seres tan sencillos, inocentes y felices, ajenos a toda oscuridad en su despreocupada vida, hace que a uno se le olvide todo eso que nos han contado del Anillo Único. Una maniobra muy hábil, como decía antes, pues así da la sensación de que la peli se va «expandiendo» progresivamente, ganando en grandeza e intensidad conforme la historia avanza. De esta forma, sentimos la llegada de problemas al mismo tiempo que el maravilloso mago Gandalf (un inmenso Ian McKellen que conmueve con una mirada), y empatizamos por completo con nuestro cuarteto de Hobbits protagonista, Frodo, Sam, Pippin y Merry, que sin saber aún lo que se les viene encima, la sencilla tarea de llegar hasta una taberna de Bree les sobrepasa (realmente se le cae a uno el alma a los pies al ver a estas criaturitas metidos en medio de este lío). Curioso, por cierto, que mientras que el resto de Hobbits de este cuarteto tengan un crecimiento personal y vayan convirtiéndose, a la fuerza, en verdaderos héroes, Frodo haga el camino contrario y degenere poco a poco… Seguiré hablando de esto cuando toque.

 
Volviendo a Bree, es allí donde aparece el HÉROE de la trilogía, y mi personaje favorito: Aragorn (espléndido Viggo Mortensen). No sé vosotros, pero yo lucharía al lado de este tío en la guerra que hiciese falta. Así de admirable, valiente, inspirador y grandioso es. Todos queremos ser como él, y quién lo niegue miente como un bellaco.
 

Será él, haciéndose llamar aún Trancos, un simple Montaraz, quién ayude a los Hobbits a llegar hasta Rivendel, pues como veremos, nuestro querido Gandalf cae preso del malogrado hechicero Saruman (que voz tan acojonante tiene Christopher Lee, madre mía…), y tardará un tiempo en escapar. Por el camino, serán atacados por los terribles Nazgûl (impresionante la atmósfera de pesadilla conseguida en esta escena). Momento clave, pues Frodo será herido de una forma esencial para entender al personaje a partir de aquí.
 

Tras conocer a la guapísma Arwen, cuya ayuda será vital para salvar a Frodo, llegamos por fin a Rivendel, y tiene lugar uno de los segmentos más jodidamente perfectos del film.
 

Para empezar, me parece genial la forma tan sencilla y efectiva con la que nos señalan la verdadera importancia de Aragorn, dejándonos claro que su historia será uno de los puntos clave del relato. Basta con que Gandalf y Elrond hablen del rey que podría unir a la raza de los Hombres y llevarlos a la grandeza y la conversación se corte con un primer plano de Aragorn. Será un detalle sin importancia, pero siento debilidad por esta forma de indicarnos quién es el misterioso Trancos.

 

Al margen de esto, resulta tristísimo ver a los Hobbits tan ilusionados ante la vuelta a casa, pues ya han cumplido la misión que Gandalf les encomendó. Solo el pobre Frodo sospecha lo que el espectador sabe, que su historia con el Anillo no ha hecho más que empezar. Sin duda, la presentación que se hace de estos seres es tan magnífica, que, como dije antes, resulta muy doloroso verles formar parte de un asunto que nunca debió llegar a ellos.

 

Pero pasemos ya a LA ESCENA, el Concilio de Elrond. Concretamente, al instante en el que los representantes de varias de las razas más poderosas de la Tierra Media se ponen a discutir a voz en grito acerca de quién debe llevar el Anillo al Monte del Destino, en Mordor. Frodo, verdaderamente harto de él y del mal que representa, se ofrece a llevarlo. Es imposible que no se le encoja a uno el corazón con la cara que pone Gandalf en ese momento, que expresa a la perfección tanto una profunda admiración por Frodo como el dolor del que hablaba antes. Pero cuando uno explota de emoción es en el instante en que Aragorn dice ESA frase, y unos cuantos miembros más del Concilio se ofrecen a ayudarle: Legolas (Orlando Bloom, tan soso como siempre. Menos mal que es un papel totalmente físico), un elfo cuya principal función sera «molar» por los cuatro costados, el testarudo enano Gimli (viejo conocido para los fans de Indy… Sí, este enano es el grandullón Sallah), Ned Stark Boromir, un personaje muy triste, pues uno no puede evitar compadecerse de él y entender su equivocada postura, y por supuesto, los otros tres Hobbits. Francamente, no se podía haberse filmado mejor la formación de la Comunidad del Anillo, pues nos provoca una emoción indescriptible ante la aventura que estamos a punto de vivir. ¿Y que me decís de ese acojonante plano a cámara lenta que vemos poco después en el que los miembros del grupo pasan por la pantalla uno a uno con esa EXTRAORDINARIA banda sonora de fondo? Esto es épica y lo demás son tonterías. Puro espíritu de aventura.

 

Una aventura que nos llevará a las Minas de Moria, seguramente la parte más memorable e importante del film. No solo deja una brillante conversación entre Gandalf y Frodo (con breve vistazo al repulsivo Gollum incluido), sino que es aquí cuando más acción hay, una verdadera montaña rusa. Centenares de orcos, un inmenso troll… Y el Balrog. Aquí ya no nos divertimos. Gandalf le teme, sabe que no puede con él. Y lo que deseamos con todas nuestras fuerzas que no pase… Pasa. Gandalf cae, y el resto del grupo, incluido el espectador, quedan destrozados.
 

Se agradece que tras tanta acción y semejante puñalada, el siguiente destino del viaje nos lleve a un segmento más pausado, y sumamente importante, pues es su conversación con Galadriel (perfecta Cate Blanchett en un brevísimo papel) cuando Frodo comprende que debe cumplir con su misión en solitario. Así, tras el intento de robo por parte de Boromir y después de intercambiar unas palabras con Aragorn que hacen que mi adoración hacia este se incremente aún más, decide escapar.
 

Pero antes, los brutales Uruk-Hai traen consigo el clímax del film, que se salda con la muerte de Boromir. Como dije antes, un personaje trágíco.

 

Menuda forma de acabar. La Comunidad del Anillo disuelta. Dos héroes caídos. Merry y Pippin secuestrados. Frodo, hecho polvo, dispuesto a continuar por sí mismo. Afortunadamente, no todo es tragedia. Sam, el increíblemente leal Sam acompaña a Frodo quiera él o no y nos pone un nudo en la garganta.
 

Y Aragorn no se rinde, por lo que junto a Legolas y Gimli, irá en busca de los Hobbits secuestrados.

La aventura continúa. Afortunadamente, ya no es necesario esperar un año para verlo. Así pues, en breve continuaremos con nuestro viaje.

 

Pero antes, DEBO incidir en el aspecto de la peli. Y es que visualmente deja sin palabras. No son solo los efectos especiales, que han aguantado el paso del tiempo muy decentemente, sino también la fotografía, el vestuario, el maquillaje, la dirección artística… Todo es sencillamente perfecto. Si a esto añadimos la, una vez más, EXTRAORDINARIA música, queda una película que es, francamente, un regalo para los sentidos.

 

Eso es todo por ahora. ¡Comentad, pequeños Hobbits!

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