Crítica: «Promethea 1(de 3)», la imaginación hecha carne.

American Best Comics era el subsello donde Alan Moore escribía a sus anchas las series que le apetecía, surgiendo maravillas como Top 10, Tom Strong… y de entre todas ellas la que más se identifica con el controvertido genio: Promethea. Un entorno retrofuturista (signifique eso lo que signifique), héroes con claroscuros y referencias de todo tipo que llegan al lector desde todos los frentes, hacen de este cómic algo único.

Para empezar, Promethea es un ser surgido del imaginario colectivo (muy Jung), pensado y creado en la imaginación y compartido por las gentes de distintas eras. La premisa es: si alguien lo imagina, eso existe en el reino de la imaginación, la Inmateria, donde los seres surgidos en la mente creativa existen y de donde pueden escapar si se dan las condiciones adecuadas… como le pasó a la misma Promethea, que se encarna a través de distintas personas a lo largo de la Historia. Nosotros nos hallamos en 1999, acompañando a Sophie, una joven periodista que se convertirá en la nueva encarnación de Promethea.

Alan Moore va desarrollando con tranquilidad uno de sus cómics más singulares, pues utiliza esta especie de superheroína para colarnos conceptos básicos de distintos aspectos esotéricos, tales como la magia, el tantrismo, el significado oculto del Tarot… parece que nada queda olvidado en la privilegiada mente del inglés. Promethea es una excusa para arrimar al lector, sin que se escandalice demasiado, a un mundo iniciático que existe en determinados círculos. El gran conocimiento que Moore tiene sobre todo este mundo parece confirmar la relación del autor con el mismo. La historia que se cuenta en Promethea es muy fácil de seguir si se lee de manera superficial: tenemos a esa heroína pseudo-mística que combate las fuerzas oscuras de reinos mágicos, rescatando y ayudando a los humanos que caen víctimas de dichos seres. También tenemos el entorno: una especie de distopía, donde el alcalde tiene un extraño trastorno de múltiple personalidad en la que parece escudarse para aliviar los sucesivos escándalos que le envuelven. Y el inolvidable Gorila Llorica!

Pero si la lectura de Promethe no se realiza de manera superficial, si se rasca en cada línea y en cada acto, encontramos uno de los cómics más densos, ricos y profundos que se haya creado. Primero, explorando ese mundo imaginario, creado por la mente colectiva a través de siglos de mitos y fábulas. También, con las revelaciones constantes que Moore lanza relacionadas con la magia, el esoterismo y los conocimientos místicos de raíces orientales. La habilidad es asombrosa, pues ensamblar dichas reflexiones y filosofías en un cómic como este sin que resulte tedioso o aburrido es realmente una obra de artesanía de gran complejidad. Es verdad que si leemos con atención y detenimiento, puede haber momentos de saturación, ya que la información y la filosofía mística (basada siempre en pensamientos y conocimientos que barajan sociedades y movimientos reales!) se nos ofrece a paladas.

Mención obligada es el aspecto gráfico. Un cómic como Promethea es imposible de dibujar… si no te llamas J.H. Williams III. La cantidad de detalles que forman este ficticio Nueva York le confieren vida palpable, pues las vistas de la ciudad suelen ser amplias y generosas, con calles repletas de gente, de vehículos, de carteles luminosos… y todo ofreciendo información en segundo plano, ahí está, para recrearte en verla y asimilarla. Por si esto fuera poco, vamos a la parte más difícil: dibujar no solo ese reino imaginario donde lo imposible existe junto a lo impensable, sino dibujar la magia misma. Me explico: es maravilloso contemplar el Reino de Inmateria, lleno de seres fantásticos y decorado con plantas imposibles y detalles sin igual. Peces volando por el firmamento, ojos que nos observan desde el cielo estrellado, animales fantásticos (aquí se encuentran)… Sin embargo y a pesar de la dificultad que este trabajo conlleva y que Wlliams III solventa sin tacha, el «más difícil todavía» llega cuando tiene la papeleta de recrear la magia, las escenas de sexo tántrico (un número enterito dedicado a ello), el viaje a través de los arcanos del tarot (otro número dedicado a ello!), y estar a la altura de Moore, sin despeinarse, ensamblándose a lo que se cuenta como un engranaje perfecto e, incluso, mejorando el cómic con su trazo suave y su atrevida composición de página, tan fantástica como accesible de leer.

Promethea es un cómic atípico que va creciendo y cambiando, dejándose arrastrar por el halo místico que lo envuelve y confundiéndose con él. La superheroína cambia y se adapta a un nuevo ser que trasciende aquello de las peleas y los personajes voladores con trajes extraños. Lo genial es que nosotros caemos en la trampa y asimilamos el cambio, que se produce de forma paulatina integrada en el argumento.

Este volumen contiene los 12 primeros números, maravillosos y únicos… pero son solo un preámbulo para aquello que está por venir. Parece no tener límites este cómic mágico e iniciático. Casi nada.

• Promethea Libro Uno (de 3). ECC Ediciones.
• edición original. Promethea 1 al 12 USA.
• cartoné. color. 336 pp. 31,50 €