Críticas de cómics

Crítica: “Astro City, Cosas del Pasado”. Segundas partes sí son buenas.

Resumen de la Crítica

General
Guión
Dibujo
Personajes
Historia
Edición

“Imagínate a un niño cuyo padre nunca volvió a casa”

La obra es un claro ejemplo de la buena forma de esta serie y de la pericia de sus autores.

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“Ángel Caído” mostró el lado humano y redentor del viejo villano que regresa a una sociedad extraña una vez roto el molde institucionalizado de las normas penitenciarias. En un ensayo de reconciliación metahumana reflejado en los descendientes de los colegas por asociación de Jack Acero, Busiek y Anderson nos enseñaron la mirada triste de un entorno endogámico con pocas posibilidades para prosperar. Asumido su rol de defensor de las causas perdidas, esperanzado de que su ejemplo puede salvar vidas, el antihéroe conformista se desenvuelve con tesón dando consejos aquí y allá en espera del caso que le saque de la monotonía. El caso que permita el reencuentro del lector con un personaje tan carismático y bien escrito que ha trascendido la propia iconografía actoral de Astro City. “Cosas del Pasado” presenta la secuela de Jack Acero, el personaje interpretando por Robert Mitchum en la filmografía oculta de Lucien, el bibliotecario de Morfeo. Otro paseo por los rincones noir contradichos por los coloridos paisajes del pijameo de Astro City.

La excusa argumental liberada del origen y construcción del protagonista, penetra en el aspecto fetichista y coleccionista que impera en una sociedad donde las maravillas tecnológicas son monopolizadas por unos pocos. La trama está bien equilibrada en momentos reflexivos, costumbristas y de pura fantasía científica. Acero deambula desde los trasteros clandestinos llenos de parafernalia tecnológica villanesca hasta las franquicias hosteleras indistinguibles de museos exclusivos que inundan el subconsciente colectivo con mercadotecnia y hamburguesas. La saga caricaturiza al villano bondiano en un vodevil mortal donde la extravagancia desconcierta a un tipo que no está para muchos trotes. Un viaje alucinógeno por las fantasías enfermizas de un acomplejado magnate insatisfecho.

Una secuela muy bien resuelta, comprimida en tres episodios, que colmarán las ansias aceristas gracias al clásico misterio por resolver que tiene su propia marca. Las expectativas de los buscadores de oro en forma de secuencias de acción luminosas lleno de conceptos locos y desenfrenados con altas dosis de humor negro serán cubiertas.

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Y Brent Anderson está espectacular. En otras entradas había criticado cierta imprecisión en el trazo que la veteranía del dibujante podría haber generado pero aquí me encuentro con alguien muy inspirado, como si los años no pasasen. Sobre todo teniendo en cuenta la cantidad de ideas interpretadas del escritor por el gran número de elementos fijos y volátiles que pueblan las páginas. Viñetas llenas de aparatos, cachivaches, armaduras, tecnología armamentística punta y demás coincidentes en lugares cerrados y extraños, con gran detalle en el apartado arquitectónico. Los fondos son soberbios, resaltando el grandísimo detalle de objetos y personajes en segundo plano que en ningún momento estropean la narración. Se permite el lujo de invitar al lector a un revisionado enteramente visual para disfrutar de las pequeñas cosas, las que pueden pasar desapercibidas la primera vez. Doble satisfacción. Alucinado me hallo a este respecto.

Pero no se vayan que aún hay más. Otra mirada al pasado surge con el capítulo doble que cierra el volumen. “Lo que hice en Vacaciones” nos devuelve como en el caso anterior otro personaje clásico. El Resorte reaparece en una historia triste de profundo calado paterno filial donde las apariencias engañan y los traumas pretéritos golpean con más fuerza que el tiempo transcurrido. El vigilante con pinta de payaso puede esconder un fantasma en el armario que su versión contemporánea está a punto de descubrir para mayor satisfacción de otra víctima de los pecados paternos. La historia parte desde el punto de vista de los hijos salpicados por las locuras esquizofrénicas de sus progenitores. La doble consecuencia de un mismo suceso se presenta para compadecernos de una serie de individuos que necesitaron disfrazarse en un lugar que vive en perpetua fiesta de carnaval. Otro ejemplo de la gran labor de Busiek al enfrentar indirectamente y sin que estos lo sepan a dos antagonistas forjados por el legado de sus ascendientes. Enfrentamiento solo comprendido por el lector, posicionándose por encima de los personajes en conocimiento gracias al testimonio histórico postcombate. La historia, de alto calado dramático en su desarrollo, esconde una lectura positiva a posteriori muy coherente con la mayoría de historias que pueblan la serie en su totalidad.

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Como curiosidad se interrumpe el dominio gráfico de Anderson y el dibujo de esta pequeña narración corre a cargo de Ron Randall (La Cosa del Pantano, Trekker). De estilo clásico y con buena narrativa, no desentona en la comparativa del anterior y encaja estupendamente en el espíritu gráfico de esta serie al intercalar con soltura pasajes de acción, fragmentos costumbristas y secuencias temporizadas explicadas por los monólogos internos de los narradores.

“Cosas del Pasado” dejará muy satisfechos a los seguidores de esta serie. Se nota que sigue en buena forma y que la pericia de sus autores continúa a pleno rendimiento a través de sus deliciosas historias y homenajes. Y los recién llegados a este rico universo se encontrarán con un buen aperitivo que les permitirá adentrarse en un reino de imaginería que ha secuestrado a miles de lectores.

Astro City vol. 3 32-36, Vertigo/DC Comics. Astro City: Cosas del Pasado, ECC Ediciones. Cartoné. Color. 136 pags. Pvp.: 15,50 €. Fecha de edición: Enero 2017.

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