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“Crítica: Los Mundos de Aldebarán, Supervivientes”. Anomalías Cuánticas.

Resumen de la Crítica

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“Debiendo superar la vergüenza de no haber estado a la altura en el momento crítico”

Vuelta de tuerca en este marco de aventura, terror y ciencia ficción gracias a los juegos espaciotemporales planteados y en la lucha por la supervivencia de doce jóvenes en un entorno alienígena letal.

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Como si estuviera condenado por un destino caprichoso y por muchos obstáculos espacio temporales que intente esquivar, Leo vuelve a entregar los mandos de sus universos particulares a otro personaje femenino. Si en Aldebarán, la evolución y el carisma de Kim Keller le otorgó a la fuerza el peso narrativo necesario para comandar el ciclo, en Supervivientes el brasileño repite la idea ahorrándose el crecimiento personal desde el inicio. En este caso, retrocede en generación interrumpiendo el destino de Kim para colocar a otro peso pesado de su dramatis personae con la joven Manon Servoz. Vendría a ser la propia Kim de haberse criado en la tierra. Esto es, una mujer de principios, valiente, inteligente y con muchos recursos. Si con Kim asistimos a un tránsito de autoconocimiento del instinto de supervivencia más puro, con Manon conocemos la puesta en práctica de estos elementos en un entorno hostil y desconocido, distanciada por millones de kilómetros de esos mecanismos que amplificaron sus sentidos para sobrevivir. En cualquier caso, la fuerza de la saga de Leo radica en el equilibrio de los personajes y la mitología que los rodea, observando un nuevo ejemplo de este concepto en Supervivientes. Porque no sólo de Kim y Manon vive el lector. La clave es si en la presente historia (lateral de la serie madre) sucede el evento narrativo mencionado. La respuesta es afirmativa.

Si en Aldebarán se nos presentó un marco alienígena asentado legalmente, en Betelgeuse conocíamos la colisión de las ansias expansionistas bajo firma societaria frente a la pureza de un libre albedrío natural y en Antares exploraba la evolución torticera de las religiones en el nuevo statu quo cósmico de la humanidad, en Supervivientes nos introducimos en una microesfera espacial en forma de historieta donde conviven los presupuestos capitales de todo el ciclo: aventura, terror y ciencia ficción. Como verso suelto de esta odisea, la obra ilumina zonas oscuras de la trilogía anterior a la vez que funciona de forma autoconclusiva. ¿Hay que entrar en Los Mundos de Aldebarán para disfrutar de Supervivientes?, no. ¿Enriquece la anterior?, sí. ¿expande en fondo todo lo presentado anteriormente?, también. Efectivamente, puede leerse de forma independiente a la vez que aumenta los conceptos creados y desarrollados previamente, pero el valor seguro para el lector ávido de los géneros mencionados radica en el genial planteamiento de Leo gracias a los juegos espacio temporales planteados y en la lucha por la supervivencia de doce jóvenes que no superan los 20 años en un escenario a lo Battle Royale extraterrestre. Siempre respetando los esquemas más característicos de la BD de siempre.

Si decía que el marco escenográfico era una esfera lanzada al corazón de Los Mundos de Aldebarán con sus propias reglas y riesgos, es debido al giro iconográfico respecto a las tres obras precedentes. Si el conocimiento de especies alienígenas inteligentes brillaba por su ausencia, ahora domina todo el paisaje. El bestiario diseñado por Leo en las anteriores entregas permanece, pero la riqueza visual y de creación social se centraliza en la cantidad de criaturas humanoides trasportados a un nuevo planeta, formando comunidades polivalentes tan diversas que con sólo transitar de una parcela a otra pasamos de la idealización de la solidaridad en su estado más puro a la raza más sádica, terrorífica y salvaje que podamos imaginar. Todas con apariencias gráficas alucinantes y estimulantes.

Y eso no es todo, si en el párrafo anterior destacaba los variopintos compañeros de isla de los chavales protagonistas del integral, otro valor a destacar, al margen de las premisas básicas de Los Mundos de Aldebarán, que coinciden, es el juego de viajes en el tiempo que aquí coloca el escritor. De forma sutil, al igual que hizo en las ocasiones anteriores, los fenómenos que inciden en esta población salvaje en forma de planeta permiten dos cosas: primero, que haya desajustes en el propio terreno de juego desfasando temporalmente a los protagonistas, siempre en el mismo marco espacial (que no temporal, ahí la gracia) con las consecuencias para ellos que esto conlleva (y que la historia agradece para desarrollar nuevos dramas) y segundo, como excusa argumental para explicar la colisión clandestina de mundos separados por millones de años luz.

Lejos de repetir esquemas, Leo interrumpe la linealidad de su universo para explorar nuevas situaciones y vivencias que con el elenco encabezado por Kim no podía platear (máximo después de conocer su destinos en Antares). Ahora nos lanza una píldora de mismo grosor y volumen pero con nuevos enfoques tanto en mitología como en perfiles corales. Y es que poner a postadolescentes en entornos extremos de pura supervivencia sigue funcionando por más que los creativos sigan pervirtiendo el concepto.

Survivants 1-5, Dargaud. Los Mundos de Aldebarán: Supervivientes, Anomalías Cuánticas, ECC Ediciones. Color. Cartoné. 256 pags. Pvp: 26 €. Fecha de edición: Noviembre 2017.

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