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Crítica Cómic Western 8: “Marshal Bass, Vol. 1. Black & White”

Resumen de la Crítica

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Historia
Edición

“Un rayo nunca golpea dos veces en el mismo sitio. Ni las balas tampoco”

Las claves del género al servicio de un personaje e historia potentes y rompedores.

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Darko Macan e Igor Kordey se excusan en un apasionante personaje histórico para demostrar su buena forma profesional y para seguir exponiendo obras de gran calidad. Con mucho humor negro y con muy mala leche iconográfica, la obra posee muchas claves del género, más del palo seco y malote del spaguetti western que del limpio y noble del clásico o del superwestern. Los autores embaucan al lector desde la primera página, donde los agentes de la ley cruzan la línea de la legalidad contra el grupo criminal de rigor y estos respetan los cánones de violencia que les son propios. Sin ningún tipo de honor y con altas dosis de violencia, la asociación adversaria cuenta con un catálogo de personajes que en otra vida hubieran sido hermanos de sus antagonistas. Desconfianza, traiciones y lucha por la supervivencia en todos los ámbitos, Marshal Bass devuelve la mirada del cómic al western de una forma potente y lograda. En este primer acercamiento conocemos los orígenes de River Bass, personaje inspirado en Bass Reeves, un pionero Marshal de color, seleccionado como recurso valioso para los blancos agentes de la ley, no tanto por sus buenos modos y por su buen hacer, sino por el tema racial, circunstancia esta que permite ser el mejor partido para pasar desapercibido en una misión de infiltración en una banda sanguinaria. Que duda cabe que en el último cuarto del siglo XIX, superada la guerra civil, el racismo es notorio en cualquier rincón del país además de foco de culpabilidad por los estragos de la guerra. Sus consecuencias subyacen en la trama principal de forma secundaria pero funciona como amenaza invisible contra el protagonista. Pero como mejor baza para los fines de entretenimiento previstos se encuentra en el otro lado del tablero de juego, Milord, el villano de nuestra historia. Un criminal blanco que lidera una banda de criminales negros cuyos excesos no han pasado desapercibidos a los agentes de la ley por la violencia y contundencia de sus planes.

En apenas 56 páginas nos encontramos con un montón de buenas ideas que ambientadas en estos paisajes y escenarios ofrecen un gran abanico de posibilidades de diversión. Personajes ambiguos, contradictorios y reales en una trama que pega fuerte desde el principio radicando su principal virtud en la interacción y dinámica de los personajes, como no puede ser de otra forma en ese tipo de ámbito. Máxime si nos referimos a un western sucio y realista. Los personajes benévolos porque sí no existen, ni siquiera en el lado de la ley. A pesar que el superior jerárquico del protagonista sí actúa claramente por vocación, no tendrá reparos en darle una vuelta al naciente marco legal del oeste americano. En esa época y lugar los modos y métodos no es que fuera muy garantistas sobre los derechos de los sospechosos, pero al menos los autores no pierden el tiempo intentando justificar un aura casi divina en estos individuos, porque no la tienen. Sí es verdad que los villanos son más maniqueos en este sentido, pero si su modus operandi es el de introducirse en un pueblo y saquear todo lo que puedan sin importar cuantas víctimas dejan en el camino, tampoco podemos esperar una mínima esperanza de romanticismo. Ahora bien, eso no significa que los sujetos de este tipo de organización no tengan su particular código de honor entre ladrones, resaltando una cierta empatía con algunos de ellos.

Otro dato a destacar es que la sociedad se percibe como algo real, cómo algo posible. En retrospectiva, claro. Los vecinos de los pueblos donde transcurren las distintas acciones ya sean criminales ya sean policiales, transmiten la intolerancia y la ignorancia de la época, socavados por una violencia sin solución de continuidad. Los ataques a los más débiles tipo “Hasta que Llegó su Hora” (Sergio Leone) estremecen, pero son necesarios para presentar la amenaza del adversario. En cuanto al ritmo de lectura, como la obra va al grano rápidamente y no son muchas páginas, el álbum se lee del tirón. También es verdad que este formato permite mayor número de viñetas y textos, pero he de decir que la hora invertida es más que satisfactoria.

El ritmo narrativo descomprimido de Macan luce con la espectacularidad del arte de Kordey gracias a la visión panorámica de los hechos, el alto nivel de detalle y documentación, así como por su lograda coherencia, tanto en la acción principal como en las situaciones fuera de plano. Los momentos de acción e interacción personal en el apartado gráfico otorgan plena credibilidad a la conexión entre lo que se dice y cómo se dice. Algo fundamental para dar verosimilitud a lo que se está leyendo y para potenciar el efecto dramático de lo que aquí se muestra. Gracias a su estilo tan particular y auténtico, a pesar del trazo caricaturesco de los personajes que roza el límite de la ilógica y la exageración pero que no queda desvirtuado el realismo citado anteriormente, le da a la obra un toque distinto al hiperrealismo de otros autores de este mercado. Esta circunstancia la convierte en una pieza única del francobelga. Quiero destacar una doble splash page al principio del cómic, la fuga de un atraco en un banco, que funciona como imagen real tomada en un momento determinado a todo color en un pueblo del oeste americano de 1875, pero que observando detenidamente a los personajes de la misma, el estatismo fotográfico se detiene para dar una sensación total de movimiento individual.

Y así termino, el cómic me ha encantado y no puedo esperar al siguiente volumen.

Marshal Bass, volume 1, Éditions Delcourt. Marshal Bass, Vol. 1. Black & White, ECC Ediciones. Color. Cartoné. 56 pags. Pvp: 12,95 €.

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