Críticas de literatura

Reseña: «Las Crónicas de Narnia IV: El Príncipe Caspian», de C. S. Lewis

Resumen de la Crítica

Valoración

Valoración de los Usuarios 3.01 ( 10 votos)

“El Príncipe Caspian” es, según el orden cronológico, el cuarto libro de los siete de las Crónicas de Narnia, pero el tercero que escribió y publicó C. S. Lewis. De ese modo, es la secuela de “El león, la bruja y el armario”, transcurriendo sus hechos un año después de este.

Los conocidos hermanos Pevensie están esperando el tren que los llevará de vuelta a la escuela cuando, repentinamente, se ven transportados a una isla desierta en Narnia. Tras disfrutar de la belleza del paisaje, el autor sitúa a los personajes en la necesidad de sobrevivir, marcando el hecho de que unas personas acostumbradas a recibirlo todo hecho no tienen ni idea de cómo cazar o encontrar comida en el mundo salvaje. Pero sin adentrarse mucho en esos derroteros, pues no es la finalidad de la historia, los conduce hacía un lugar donde han crecido muchos manzanos y hay un pozo de agua.

Tras observarlo todo de forma minuciosa, consiguen reconocer lo que ahora son las ruinas de Cair Paravel, el castillo donde los cuatro hermanos gobernaron hace muchos siglos en la historia de Narnia. Con eso, C. S. Lewis pone de manifiesto lo que ya introdujo (o mejor dicho introduciría) en Digory, el protagonista de “El Sobrino del Mago”, que asistió a la creación de mundo de Narnia mientras que, cuando ya era mayor y los hermanos Pevensie, sus estudiantes, viajaron a Narnia, había pasado un milenio. Por cierto, este libro se sitúa en el año 2303, más de 1200 años después de que Peter, Susan, Edmund y Lucy volvieran a su mundo.

Esto, por cierto, plantea la errata de que si, en un año en el mundo real, transcurrieron más de 1200 en Narnia (entre el 2º y el 4º libro según la cronología), ¿por qué en los primeros mil años (entre el 1º libro y el 2º según la cronología) transcurrieron décadas en el mundo real? Imagino que, al tratarse de una obra infantil, Lewis no quiso andarse con tecnicismos que pasarían desapercibidos para la mayoría de las mentes infantiles.

En fin, tras recoger los regalos que les diera Papa Noel en el pasado (salvo el cuerno de Susan, que se perdió en la cacería del Ciervo Blanco), a la mañana siguiente atisban una barca conducida por dos soldados que llevan preso a un enano. Susan, con su genial habilidad con el arco, hace huir a los guardias y lo rescata.

Entonces, tras las semi-aventuras de los Pevensie, que a mi parecer siempre me han resultado un poco aburridas, C. S. Lewis rescata un estilo parecido al del siglo XVI al interrumpir el transcurso de la historia para explicar sucesos o historias que luego serán de relevancia. Y aquí entra por primera vez en lo que se suele denominar el “Camino del Héroe”, algo bastante habitual en la literatura del género fantástico pero que él, inusitadamente, no había utilizado todavía en ninguno de los libros anteriores (insisto, según el orden cronológico).

Gran parte del libro, pues, narra la vida del Príncipe Caspian que, siendo el legítimo rey, vive en un castillo en el centro del país narniano. Pero su tío Miraz se ha proclamado a sí mismo el Rey de Narnia, usurpando así el título que no le corresponde. Con un reverenciador miedo a todo lo que tenga que ver con la historia antigua, Miraz oye hablar a Caspian sobre su deseo de haber podido conocer la historia de Aslan, de los animales parlantes y de la magia. El monarca, enfadado, despide a la aya que le había contado todos esos relatos, quien a su vez era la única por la cual Caspian sentía un profundo cariño en la corte. En su lugar, nombra a otro tutor, el Doctor Cornelius.

La figura del Doctor Cornelius se utiliza, marcando una clara diferencia con el resto de obras fantásticas, como el maestro que le enseña el conocimiento necesario a Caspian para poder darse cuenta de lo que le rodea, pero sin marcar un ejemplo a seguir y, por tanto, sin ser necesaria su muerte para la plena maduración del protagonista. Cornelius le explica a Caspian, en medio de una clase de astronomía, que en realidad su antepasado Caspian I conquistó Narnia a los viejos narnianos, quienes aún ahora mismo permanecían escondidos esperando a que el verdadero Rey de Narnia volviera a ocupar el trono. De esta manera, también, Caspian se da cuenta de que el Doctor Cornelius no es completamente humano, pues tiene también sangre enana.

Por cierto, aquí se debe crear un inciso para resaltar también el punto débil de la redacción de Lewis, puesto que si Caspian I conquistó Narnia a los viejos narnianos, ¿cómo puede ser un sucesor suyo el verdadero Rey de Narnia para ellos? Mejor que el despiadado Miraz, sí, pero no tiene ningún sentido el significado que le dan a Caspian al considerarlo el legítimo heredero de la vieja Narnia, por mucho que apoye sus ideales.

El padre de Caspian fue asesinado por su hermano, Miraz, y si el príncipe seguía vivo era porque, debido a la falta de descendencia del villano, quería que él fuera su sucesor. Pero, cuando la mujer de Miraz, Prunaprismia, dio a luz un bebé, el Doctor Cornelius se apresuró a avisarle a Caspian de que pronto el monarca iba a asesinarle para así asegurarle el trono a su hijo. Así, el príncipe huye del castillo para intentar llegar a Archenland, donde según el doctor sería bien recibido.

Tras perder la conciencia al tropezar con una rama en el bosque, es rescatado por los enanos Trumpkin y Nikabrik y el tejón Buscatrufas (que, claro está, puede hablar). Tras lo que pareció ser una reacción bastante poco creíble, lo reconocieron como el legítimo Rey de Narnia y le presentaron a todos los viejos narnianos que conocían. Y digo poco creíble, porque es primero bastante raro que los viejos narnianos no mataran al humano nada más encontrárselo, y menos todavía que luego se creyeran a pies juntillas lo que este les contó, sin ninguna prueba de por medio. Si los viejos narnianos eran tan ilusos, no es de extrañar porque estuvieron tanto tiempo escondidos en la penumbra.

Después, en el Prado Danzarín donde se reunieron con todos los habitantes de la vieja Narnia, también se les unió el Doctor Cornelius para advertirles de que estaban siendo perseguidos por Miraz y su ejército. Por ello, se reunieron todos en el Altozano de Aslan (ya conocido en obras previas por ser donde estaba la Mesa de Piedra).

Tras varias batallas infructuosas, Caspian hace sonar su cuerno para llamar a los hermanos Pevensie y manda a la ardilla Patterwig al Erial del Farol (donde entraron a Narnia en el pasado) y al enano Trumpkin a donde estaba el castillo de Cair Pravel. Sin embargo, el enano fue apresado por los hombres de Miraz, resultando ser el mismo que rescató Susan y quien les contaba todo este relato.

Tras finalizar lo que el enano tenían a bien relatarles, se dirigieron hacia el Altozano de Aslan por medio de barca y pie. Y, pese al poco tiempo que tenían por delante, se detuvieron para darle una lección a Trumpkin sobre su valía como guerreros mágicos. Una lección, por cierto, bastante cutre, pues de esta forma demostraron ser los mejores en sus campos (menos Peter, que se quedo al margen pues su título de Sumo Monarca ya hablaba por sí solo), cosa también bastante típica pero adecuada para un relato infantil.

Tras un más que complicado camino en el cual acaban por volver sobre sus pasos, Aslan se aparece ante Lucy en mitad de una danza de los árboles, las ninfas, Sileno, Baco… y los conduce por donde debían ir para llegar a tiempo a la batalla. Al principio, sólo lo puede ver Lucy, pero después Edmund y los demás consiguen verlo conforme van adquiriendo fe en su presencia. Esto podría interpretarse por el autor cristiano como una demostración de que la fe no sólo conduce a un bien mayor, sino que además no ve el que no cree, pero el que cree puede llegar algún a ver cosas prodigiosas.

Al llegar a su destino, Peter y Edmund entran en las galerías del Altozano de Aslan y ayudan a Caspian, el doctor Cornelius y Buscatrufas contra Nikabrik, un hombre-lobo y una bruja, que habían decidido resucitar a la Bruja Blanca para contar con su ayuda ante la desesperante situación. Muertos los tres, Peter toma el mando como Sumo Monarca y reta a Miraz a un duelo creyendo que no lo aceptaría. El monarca, embaucado por sus nobles consejeros Lord Glozelle y Lord Sopespian (que estaban deseando quitárselo de encima para hacerse con el trono), acepta sin dudarlo.

Se produce, por tanto, un duelo entre Peter y Miraz, produciendo muchas heridas en ambos contrincantes. Pero, tras tropezar Miraz con una piedra, los lores Glozelle y Sopespian gritan que ha sido traición y, tras armar revuelo, apuñalan a Miraz en la confusión y acusan a Peter de haberlo hecho él, produciéndose una batalla campal e improvisada entre ambos ejércitos. Sin embargo, los seguidores de Miraz no tenían previsto que los árboles, ya despiertos, así como las dríades y hamadríades ayudarían al reducido número de viejos narnianos. Ante tal imponente fuerza liderada por Aslan, huyen hacia el ahora desaparecido Puente de Beruna, que fue destruido a sus espaldas por el Dios del Río en un alarde de la victoria de la naturaleza sobre los intentos de los seres humanos de conquistarla.

De esta forma, Aslan, acompañado de Lucy y Susan así como sus prodigiosas huestes, reconquistaron el reino de Narnia ayudando a todos los oprimidos y a las personas buenas (entre ellas la moribunda aya de Caspian, que se cura gracias a Aslan) y castigando a los crueles y malignos. Tras hacer un recorrido general, vuelven al lugar de la batalla, donde los telmarinos se habían rendido.

Caspian es nombrado rey por Aslan, quien declara que Narnia pertenece a todos los seres que viven en esta y que aquellos que no estuvieran de acuerdo podrían irse a otro lugar que este les proporcionaría. De este modo, en los Vados de Beruna, el león abre una puerta interdimensional dirigida a una isla del Pacífico en el mundo real, completamente deshabitada. Explicándoles que es del mundo real de donde realmente proceden y, para demostrar que no había ninguna trampa en dicho proceder, envía a los hermanos Pevensie los primeros, quienes a mitad camino del portal ven otra puerta que les conduce a la estación de donde desaparecieron al comienzo de la obra.

Como punto final, se revela que Aslan les dijo a Peter y Susan que no volverían nunca más a Narnia, pues se habían hecho demasiado mayores ya (aunque no hay ninguna explicación de qué tiene que ver eso con volver o no), pero que Edmund y Lucy sí volverían una vez más.

El final, un tanto apresurado y lleno de escenas emocionantes pero narradas apresuradamente, demuestra que el autor había alargado el libro demasiado para lo que él deseaba, dando un toque final demasiado vertiginoso. Los hechos transcurren a una velocidad tan alarmantemente rápida que resultaba agobiante si se leía de un tirón.

“El Príncipe Caspián” es, pues, una obra que al seguir el Camino del Héroe con el protagonista, resulta bastante llamativa para los seguidores de la fantasía, pero que consta en el resto de la obra de muchos agujeros negros en la trama, así como de un final un poco deficiente y bastante apresurado. Es, en suma, un libro más de “Las Crónicas de Narnia”, un despido para Peter y Susan y la presentación de Caspian para el siguiente libro, pero que, salvo lo dicho, no aporta mucho más.

Víctor Yeste

Director de la web, revista digital y radio online @HelloFriki. Escritor, ingeniero en Informática, cinéfilo, seriéfilo y, en definitiva, friki empedernido.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba