Críticas de literatura

Reseña: «Los pobres desgraciados hijos de perra», de Carlos Marzal

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"La vejez era un intimidad, muy cercana, muy celosa de sus posesiones, pero tan enigmática en el fondo como todas la edades. Igual de inasible que la niñez para los niños. Igual de insólita que la adolescencia para los adolescentes, esos pobres desgraciados hijos de perra."

Carlos Marzal es un conocido cuentista y poeta, más poeta que cuentista.Con los desgraciados hijos de perra ha conseguido colocarse como  finalista del Steinel.

Deslumbran sus metáforas y te arrebujan  sus letras, en sus vivencias, en esos adolescentes, pobres hijos de perra que van llenando el libro. Adolescentes de entonces en el ahora. Porque sus relatos son casi todos de adultos que miran la adolescencia, la juventud, con un sinsabor en la boca. Éramos jóvenes y felices. Nosotros lo fuimos. Coronados con la corona de romero pegándose a la ropa en los descampados en que nos amábamos. Coronados con la sal del mar en el que fertilizamos la vida. Jugadores de fútbol, ellos, meras espectadoras nosotras. Viéndoles como gladiadores romanos empujando un balón. La vida era perfecta, entonces, con los veranos de tumbarnos a la fesca, hablando de nada, bebiendo como cosacos, cambiando de novia… de novio, sin un atisbo de amor infinito.

Y luego llegaron otros tiempos, los de ahora, en los que todo ha cambiado. Pero basta una reunión, un viaje, para volver a entonces, cuando éramos los reyes de la noche, cuando éramos invencibles, cuando todo estaba por explorar pero nos bastaba con explorar nuestros labios sobre los del novio de turno. Ya saben, ¿salimos? vale. Y después de eso besos hasta sangrar los labios.

Encuentras gatos que juegan al tenis, con vidas en medio folio, con Tierras Hondas que escenifican amores juveniles, con árbolitos de Noam, con Leche de búfala en un hospital,  con palabras que siempre tuvo un escritor en la moleskine, con casas nuestras, con trenes que se cogen tras una noche de juerga tras amores del entonces que no es el ahora.. Y finalmente con la Intimidad narrada desde la vejez de un escritor.

Porque ellos, los que nos lo narran, además de ser jóvenes y desgraciados son también personas que aman las palabras por encima de cualquier otra cosa. Escriben, se pierden en las  palabras, dotan de sentido su vida. El lector enamorado de las palabras, que las vive, que dejan llenar los ojos con los relatos, que a veces llenan cuadernos con vivencias, encontrará en los relatos de Marzal otros tiempos y otra vida. Encontrará en ellos el reflejo de lo que fue mirando desde los ojos de lo que es. Relatos de juventud y amoríos que bien pueden disfrutarse cualquier tarde de domingo.

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