Críticas de literatura

Reseña: «Cosas que escribiste sobre el fuego», de Clara Cortés

Resumen de la Crítica

Puntuación

Sentimiento y calidad literaria.

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Cosas que escribiste sobre el fuego (Plataforma Neo) es la segunda novela de Clara Cortés. En esta ocasión, encontramos en sus páginas una historia dramática y dura y cercana, tanto que podría ser real. Es literatura, de la buena, y voy a insistir mucho en este punto porque estamos ante una autora joven, sí, pero pese a su juventud o, mejor dicho, gracias a ella, afirmo que en el futuro podemos esperar grandes cosas de ella.

Desde las primeras páginas, el lector ya sabe lo que va a ocurrir al final del libro; sabe que María e Ignasi estaban destinados a despedirse desde el principio, otra cosa es que se haga a la idea.

Si buscas un libro lleno de acción, esta no es tu novela: la trama son los personajes. Parece contradictorio, pero hay novelas en las que nos topamos con un estilo tan excelente que logra modelar unos personajes de carne y hueso, que atraviesan el papel y te cuentan su historia como si los tuvieras al lado y los estuvieras mirando a los ojos.

Creo que un punto importante es que conectes o no con ellos, claro. Algunos conocidos me han comentado que no terminaban de conseguirlo y eso es respetable. Empatizar con Ignasi o con María, en este caso, es posible si hay algo de ellos en ti. Y al principio puede que no lo sepas.

María está siempre acompañada por un pasado oscuro que todos conocen y que oculta debajo de sonrisas que la hacen brillar ante los ojos de la multitud. El único que se da cuenta de lo que de verdad calla u siente María es Ignasi, pero porque él también guarda demasiadas cosas, y vive a gusto en su silencio.

Cosas que escribiste sobre el fuego habla precisamente sobre el silencio. Y sobre el frío. Pero no el exterior, ese se tolera fácilmente, sino el interior. Ese es el peor frío de todos, porque ¿cómo ser feliz si se tiene un agujero en el corazón?

María e Ignasi son personas rotas, pero descubren que puede entrar luz en alguna de sus grietas. Poco a poco, encontrarse por casualidad, tropezar el uno con el otro, y hablar de cualquier cosa, extraña o no, les hace sentir bien. Ignasi se da cuenta de que hay algo distinto en ella, en su forma de sonreír. De que no es la misma María en esos momentos que cuando habla con la gente.

Y es que María carga a sus espaldas vivencias duras y ha optado por tragar, por que el fuego se la coma, al igual que se quema un cigarro que no ha sido usado. Todo a su alrededor de quema, se destruye, y cuando siente que por fin puede ser valiente, aparece el miedo. «Sólo quiero no tener miedo», dice en un determinado momento.

Nosotros, lectores, sabemos cómo se siente gracias a las páginas de su diario que se alternan con Ignasi como narrador. Y qué narrador, señores. Si hay algo que valoro mucho es cómo los autores ceden su voz a los personajes y ellos la levantan, alto y claro, y aunque con sus dudas, sus divagaciones, incertidumbres, miedos, y te cuentan a su manera lo que les quema por dentro.

Ignasi se merecería un capítulo aparte de esta reseña (o la novela otra y otra reseña más), pero voy a intentar comentar varios aspectos de su personalidad para explicaros un poco cómo es a los que aún no lo habéis leído.

Ignasi está perdido, al igual que María, sólo que de diferente modo. Él siente ansiedad social, y probablemente quién nunca la haya sentido tal vez sea más reticente a entenderlo; es consciente de todo lo que ocurre a su alrededor y en su cabeza siempre reina el miedo a hacerlo mal, a molestar a alguien. Tiene la sensación de que siempre lo juzgan. Esto es una verdad universal: cada vez que hablamos y damos nuestra opinión alguien hablará de nosotros… Pero sería peor si no lo hiciera.

Bueno, el caso es que este continuo análisis que se hace Ignasi inconscientemente (aunque llega un momento en el que sí es consciente) se silencia cuando está con María (también con sus dos amigos de toda la vida, Gonzalo y Harriet, sólo que de manera diferente) y sale de su zona de confort. Con María ya no piensa tanto en esas cosas.

Podría señalar muchos aspectos de la novela, pero creo que uno de los más especiales es precisamente este: María actúa como calmante en Ignasi. Tiene algo que lo cura. Y voy a ir más allá: Ignasi también ayuda a curar a María, a acabar con todo ese fuego que siempre la rodea, a dejarlo salir, a extinguirlo. Le dice cómo escapar.

Los dos están destrozados. Llevan el frío por dentro y les bloquea. Pero puede que la presencia del otro les ayude a sobrevivir. Puede que algo explote, que les haga cambiar. Puede que ese frío, particular, especial, el peor, por fin se acabe.

Puede que se salven el uno al otro. Al menos un poco. O puede que lo que estoy tecleando en este preciso instante sea mentira y su historia en realidad sea otra. Si quieres descubir la verdad de esta ficción, espero que leas Cosas que escribiste sobre el fuego. Merecerá la pena.

María Baz

Tengo papeles que dicen que soy filóloga con máster en estudios literarios, pero todavía no certifican que sea seriéfila, algo utópica y curiosa de necesidad. A veces, si me deja Internet, escribo.

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