Reportajes de literatura

Reportaje: Charles Dickens, el bicentenario de un genio.

Con toda seguridad os habréis dado cuenta al visitar alguna biblioteca pública o alguna librería, que hay un stand dedicado a las obras inmortales de Charles Dickens. El motivo es la celebración del bicentenario del autor, creador de la novela social y pionero de su publicación por entregas, maestro de la descripción que supo reflejar como ningún otro la era Victoriana. Defensor abnegado de los derechos de los más desfavorecidos y conocido, sobre todo, por sus inmortales cuentos y novelas.

Su vida es apasionante y sorprendente… y os invito a conocerla, de forma amena y ligera, pues vale la pena comprender como se gestó el carácter de este escritor clásico y algunos curiosos sucesos que vivió.

                                      

Nació el 7 de febrero de 1812, en Portsmouth, en el seno de una familia modesta pero suficientemente acomodada en la que disfrutó de una infancia tranquila. John, el padre de Charles, era funcionario de la Armada, lo que les permitía vivir más o menos de forma holgada. La madre, siempre indolente, característica esta que Charles le reprocharía, ni se molestó en llevar a sus hijos a la escuela. Fue en 1821 la primera vez que Charles entró en un aula, a los 9 años, con una ilusión tremenda por aprender, para salir de allí poco después, como a continuación veremos. De salud delicada, el niño Charles se refugiaba a menudo en lecturas clásicas con las que disfrutaba y soñaba.

La fortuna de los Dickens fue cayendo en una decadencia económica imparable, debido a la actitud manirrota del padre. En 1824 las deudas llevaron al padre a prisión, desencadenando un momento trágico y crucial en la vida del pequeño Charles: un primo de su madre buscó trabajo para él, para que ayudara económicamente al hogar. Pero nos encontramos en plena Revolución Industrial, una época que aparece en los libros de Historia como germen del mundo moderno. Desgraciadamente ese avance histórico se erigió sobre la sangre y el sudor de los explotados trabajadores que rendían sus esfuerzos en fábricas, con un horario infernal y una paga ínfima. Los dueños de las fábricas empleaban a mujeres y niños, a los que sometían a unas condiciones infames y pagaban cantidades mínimas y, a veces, solo por un mendrugo de pan y unos pocos peniques. Uno de estos niños fue Charles Dickens. Mientras su madre permanecía ausente él, con tan solo 12 años, vivió un tiempo en régimen de esclavitud, empleado en una fábrica de betunes 14 horas diarias, pegando etiquetas infinitamente iguales a botellas infinitamente iguales… Es fácil pues comprender que Dickens odiara la esclavitud, gritara ante las desigualdades y luchara siempre por los derechos de los más débiles ante los poderosos.

La abuela de Charles murió y dejó una suculenta herencia con la que la familia consiguió saldar las deudas y el padre salir de la cárcel. Pero, ante el asombro y las súplicas de Charles, sus padres decidieron mantenerlo empleado en la fábrica. Una decisión que nunca sería perdonada. Un rencor que permanecería en su corazón y sería reflejado, como luego veremos, en alguna de sus novelas.

En 1827, con 15 años, la familia viaja a Londres, en busca de fortuna… y desde luego que la encontraron: el joven Charles encuentra trabajo como mozo en un bufete de abogados. Un trabajo muy digno que le permitió empezar a soñar y a desarrollar aquello que siempre le gustó: escribir. Deseaba ser periodista, una de las profesiones de moda en Inglaterra, y para ello empezó un curso de taquigrafía, que le sería de trascendental ayuda para conseguir su siguiente empleo: cronista parlamentario.

Observador perspicaz y detallista, sus crónicas destacaron pronto sobre las demás gracias a sus detalladas descripciones de los lores, sus vestimentas, sus discursos… Con tan solo 19 años es contratado por el Mirror of Parlament, donde también destaca no solo por la calidad de sus escritos, sino también por la velocidad con la que los elabora, gracias a su dominio de la taquigrafía. Disfrutando de un trabajo que le gusta y ganando un dinero digno, Charles se apunta a clases de interpretación: su otra gran pasión. Y llegó un gran día en el que había depositado mucha ilusión, pues iba a realizar un casting con el que creía comenzar una carrera triunfal en el teatro. La fatalidad o la suerte quiso que ese día cayera preso de unas fiebres que le impidieron acudir al casting, privándonos así de un genial actor pero permitiendo que la Literatura ganara uno de sus autores más célebres.

En 1833 conoce a George Hogarth, editor del periódico Morning Chronicle, que le propone colaborar en su publicación, con una serie de narraciones cortas, en las que debe relatar la forma de ser de los londinenses: su comportamiento, su manera de vestir, de hablar… una especie de crónica de lo social. Dickens decidió evitarse problemas y se buscó un seudónimo, publicando dichas narraciones con el nombre de “Boz”. Fueron un completo éxito de crítica y público, tanto que se reimprimieron en 1836, recopiladas en un solo volumen, con el título de “Bosquejos de Boz” (Sketches by Boz). Hogarth alentó a Charles para que escribiera una novela por entregas, aprovechando el éxito que sus escritos cosechaban… esto originó la aparición, el 31 de marzo de 1836, de la primera entrega de “Los papeles póstumos del Club Pickwick” (Pickwick Papers), con el que los editores llegaban a vender 40.000 ejemplares. ¡40.000 ejemplares en una época en la que un éxito literario suponía una ventas en torno a los 400!

                                           

 

Las buenas relaciones de Dickens con Hogarth se trasladaron también a la hija de este, Catherine, con la que se casaría el 2 de abril de 1836 y con la que tendría 10 hijos. En este punto entramos en una época clave, pues en 1937 asciende al trono de Inglaterra la reina Victoria, que marcaría a todo el imperio.

Dickens repite la fórmula por entregas y, estimulado por el éxito, publica una de sus grandes novelas: Oliver Twist, publicada entre 1836-1839. Es esta una novela de aventuras con tintes autobiográficos de su triste época infantil entre la fábrica y el hospicio. Confiando en su capacidad de trabajo, escribe dos obras más en los años siguientes: La tienda de antigüedades (The Old Curiosity Shop) y Barnaby Rudge.

En 1941, agotado, decide tomarse un descanso y viaja a América. En Estados Unidos es recibido entre honores… pero él queda horrorizado por la esclavitud y las condiciones sociales del país. Decepcionado, vuelve a Inglaterra y escribe Notas americanas (American Notes), donde retrata fielmente lo que allí a visto.

En 1843, con 31 años, llega su obra más famosa, Canción de Navidad (A Christmas Carol), donde relata como pocos la lucha de clases, la opresión… pero siempre dejando una puerta abierta a la esperanza y a la reconciliación. Tenemos a un tacaño pero ya entrañable señor Scrooge, un pobre empleado Bob Cratchit y unos fantasmas que representan las tres formas temporales: el pasado, como aquello que no se puede cambiar; el presente, como lo que estamos forjando y el futuro, aquello que será y que depende, casi exclusivamente, de las acciones que tomemos en el presente. Un cuento que se ha hecho eterno y repetido en todos los medios y formas, pero que su lectura original sigue deleitando y gratificando como el gran clásico que es. Además, Dickens con esta obra crea la denominada “novela social”.

                                       

A finales de la década de los 40 hay dos sucesos a destacar en la vida del escritor. Uno es que funda, en 1846, el Daily News y trabaja profusamente como periodista. El otro suceso es su implicación con la lucha social. Aboga por los derechos de las prostitutas, condena las ejecuciones públicas que en la época eran “disfrutadas” por el populacho. Incluso da conferencias en las que defiende los derechos del autor… era práctica común que otras editoriales copiaran y publicaran libros de éxito, pues las obras literarias existían en un vacío legal que las dejaban indefensas ante estas copias. Tenemos, pues, en Dickens, al pionero en la defensa de los derechos de autor.

En 1849 publica David Copperfield, de la que llega a vender más de 100.000 ejemplares. También con toques autobiográficos, es la novela preferida del autor y la que marca para muchos críticos su punto álgido como escritor.

 

El trabajo incansable continuaría en los años posteriores, tanto como novelista, como periodista y como autor y empresario teatral. Viajó a París, donde conoció a Alejandro Dumas y a Julio Verne. Pero esta época está también marcada por la inestabilidad emocional… a Dickens se le señalan varias amantes (una de ellas, Ellen, una actriz que contrató en el teatro), incluso que mantenía varias familias. Separado de Catherine, vive una temporada con otro escritor clásico, indispensable, con el que comienza a escribir… se trata de nada más y nada menos que Wilkie Collins. En esa época, ambos publican las que pueden ser sus mejores obras. Collins su maravillosa novela La Dama de Blanco y Dickens su inmortal Historia de dos Ciudades.

En 1865 sufre un accidente ferroviario con el que está a punto de morir y que marcaría su salud hasta su muerte. Volvió a Estados Unidos, en 1968, alentado por los cambios sociales que había traído la reciente guerra de Secesión, pero decepcionado de que esos cambios no llegaran a cuajar en realidades sociales.

En 1870 tendría una audiencia con la reina Victoria… ese sería uno de sus últimos actos sociales. En marzo tuvo que retirarse ante el público atónito que le escuchaba leer Canción de Navidad. El 8 de junio sufrió un derrame cerebral que acabó con su vida, siendo enterrado cinco días más tarde, con todos los honores,y ante miles de personas, en la Abadía de Westminster.

Nadie duda que Charles Dickens sea uno de los más grandes novelistas ingleses de todos los tiempos, pero también ha sido denostado por críticos y biógrafos que aludían a su pobre formación intelectual para argumentar tales descalificaciones. Quizá a alguno de ellos se le aparezcan los fantasmas del pasado, el presente y el futuro.

Giacco

Redactor jefe de las secciones de Cómics y Videojuegos, así como presentador de muchos de los programas de Hello Friki Podcast.

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