Crítica: «Gotham Central 1. En el cumplimiento del deber», Gotham City Blues

Además de ser amigos, Ed Brubaker y Greg Rucka son dos de los mejores escritores de serie negra que ha tenido (y tiene) el mundo del cómic. Bien creando contenido totalmente nuevo o reordenando los cimientos de personajes populares para acercarlos a sus particulares mundos de callejones oscuros, espías, asesinos, mujeres fatales, detectives, corrupción institucional…

Por eso, cuando en 2003 comenzaron a publicar en DC un título escrito a la limón por ambos autores basado en las vivencias cotidianas del Departamento de Policía de Gotham, estaba claro que íbamos a poder leer una de las mejores series del momento. Incluso a día de hoy, doce años después, la fuerza y la personalidad impresa en la obra sigue teniendo la misma vigencia.

ECC publica en formato tomo los 40 números originales, recogiendo este primer tomo los números 1 al 10 donde se incluyen dos arcos argumentales completos: «En el cumplimiento del deber» y «Media Vida».

Desde la primera escena se muestra sin miedo el cariz que tiene Gotham Central: nos encontramos con personajes que podemos sentir como reales, que trabajan denodadamente para esclarecer los misterios y asesinatos habituales en cualquier ciudad (aunque Gotham se lleva la palma) e intentar capturar a los criminales que los provocan. Es este punto uno de los más interesantes de la serie, pues Gotham no solo está llena de delincuentes «comunes», sino también de una caterva de super-pirados, malvados villanos con poderes extraordinarios y temible tecnología. Algunos de los protagonistas verán en Batman (que hace sus cameos en la serie) a un aliado con el que poder contar ante los peligrosos ataques de estos supervillanos… pero otros piensan que la propia figura de Batman es la causante de la aparición y proliferación de estos supercriminales y, por relación, sentirán al Hombre Murciélago como  responsable de las bajas que se producen en el Departamento.

El hilo conductor de estos dos primeros arcos argumentales que conforman el tomo es la desaparición de una joven y su investigación por parte de los miembros de Gotham Central. Brubaker y Rucka consiguen extender lo que en apariencia es un claro caso de asesinato a otras múltiples tramas, tangenciales, que enriquecen la obra y sirven, además, para conocer a los agentes Patton , Driver, Montoya, Davies, etc. que pasarán a ser los habituales compañeros policías en una obra coral. La agente Montoya, con el problema familiar y laboral que le crea la situación con la que arranca el segundo arco (Media Vida) es quizá el personaje más carismático de todos y el eje sobre el que gira el resto y, ya de paso, permite a los autores explorar un habitual caso de homofobia y el rechazo, el prejuicio que suele generar. Sobresaliente la manera de tratarlo, exponerlo y desarrollarlo.

El tono oscuro, policíaco, es sabiamente mezclado con una sensación de realidad que envuelve a los personajes y los humaniza. Pese a las apariciones, esporádicas, de Batman y de algún que otro villano en mallas, jamás falla en la lectura la sensación de cotidianeidad, de realismo. Y no solo los grandísimos guiones de Rucka y Brubaker contribuyen a ello. El aspecto gráfico es obra de Michael Lark, un habitual de estos escritores que domina el ambiente noir de manera sobresaliente y con el que las calles de Gotham, sus gentes, sus policías… toman un aspecto sobrio y equilibrado sin descuidar jamás la narrativa de acción cuando el momento lo requiere.

Es Gotham Central una obra que merecía ser reeditada en una edición como la presente, con tomos de lujo en tapa dura y con artículos, bocetos… El complemento ideal para los seguidores de Batman, para que comprueben como se la juegan en Gotham esos otros héroes anónimos que sin ocultarse tras máscaras ni trajes patean las calles por un sueldo.

Jamás el realismo le sentó tan bien a una obra de ficción.