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Crítica: «Juan de los Muertos». Cuba libre…y zombi

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Si hay algo que hace del último proyecto de Alejandro Brugués una apuesta impactante y contundente esa es la premisa realista y contundente de la que parte: en medio de una amenaza zombi no van a sobrevivir los heroicos y bien alimentados yankies. No. Si alguien tiene más posibilidades de salir adelante, ese es un hombre que se las ha apañado lo mejor posible en el represivo régimen cubano (y similares). Ese es "Juan de los Muertos".

Proyectada en prestigiosos festivales de cine fantástico como el del pasado Sitges 2011, esta cinta de bajo presupuesto (tan solo 3 millones de dólares) se ha metido al público en el bolsillo con unos cuantos escenarios cochambrosos, un par de bromas originales y bien situadas y un humor de lo más políticamente incorrecto.

50 años después de la Revolución Cubana, Juan (Alexis Díaz de Villegas) se encuentra sin hacer nada en su balsa, cuando la pesca de un cadáver que quiere devorarlo cambia su vida y la de su socio Lázaro (Jorge Molina) para siempre.

Pese a que los medios de comunicación se empeñan en afirmar  que el peligro que abarrota las calles no es más que un grupo de estadounidenses disidentes, lo cierto es que la Habana se enfrenta a una nueva revolución; la revolución de los muertos vivientes.

Pero Juan, Lázaro y su grupo de amigos (a cada cual más estrambótico) aprovechan la catástrofe para montar un "negocio". ¿Tu familiar o amigo ha quedado zombificado? ¿Una horda de muertos vivientes ha infestado tu apartamento? El protagonista lo soluciona todo con el eslogan "Juan de los Muertos. Matamos a sus seres queridos" y con una pandilla de superheroes que nada tienen que envidiar a los norteamericanos (más que nada, porque son una parodia de estos).

Lázaro luce un traje de neopreno, barriga fuera en guardia,  que recuerda a la improvisada indumentaria de buzo de "Kick-Ass". "El Primo" (Eliecer Ramírez) lucha mejor que "Daredevil" con una venda tapándole los ojos, a las órdenes de "La China" (Jazz Vilá), un travesti que salta sólo como ella misma sabe hacerlo (gracias al cielo).

Y al grupo de vengadores a sueldo lo acompañan un simpático Andros Perugorría y una vergonzosa Andrea Duro, quien, intentando quitarse de encima el lastre de "Física o Química" ha conseguido dejar por los suelos la calidad del cine español.

Ahí, dando ejemplo. Mirando a derecha e izquierda cuando los zombis vienen por detrás y leyendo de un guión flotante en todos sus diálogos, a juzgar por el lineal tono de su voz.

Pero, dejando a un lado resbalones de este tipo, lo cierto es que la obra de Alejandro Brugués ya constituye todo un icono friki.

Alucinantes son algunas escenas, como en la que se nos muestra una visión del océano en una Habana infectada por zombis, que caminan como monstruos marinos bajo las aguas.

Hilarantes y llenas de sarcasmo son otras, como la del insólito final que sufre el típico predicador americano que  parece tener respuesta a todas las preguntas y que ha venido a salvar el mundo.

Y más impactante es el atrevimiento y humor con que el director aborda la realidad cubana. Una sociedad en la que él afirma que ya veía zombis antes de empezar a rodar la película.

Marta C. Catalán

Foto, vídeo y gestión cultural. Aprendiendo a gestionar vías de escape al aburrimiento.

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