Críticas de cómics

Crítica: IAN (Integral), de Fabien Vehlmann y Ralph Meyer

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“La inteligencia artificial encarnada… ¡La unión sagrada entre el hombre y el espíritu matemático!"

Un moderno clásico, que no un clásico moderno

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En un próximo 2044, la administración norteamericana en departamentos de seguridad del Estado y destinada a la Sección Especial de Rescate, han creado la inteligencia artificial definitiva en forma de un androide con amplias habilidades en todos los campos: estrategia militar, armamento, combate cuerpo a cuerpo. Sus aptitudes serán destinadas a donde la sección le reclame a fin de solucionar determinados incidentes como puede ser un siniestro marítimo con un vehículo submarino o un levantamiento civil en Los Ángeles. Su nombre, Ian. Así podríamos presentar esta obra, pero desde luego esta no es otra recopilación de historias autoconclusivas, donde se resuelve la amenaza de turno y vuelta a casa. La obra relatará las distintas fases de desarrollo de Ian donde se invocarán los principios básicos de toda ficción con humanos artificiales que se precie. Creado adrede con altas capacidades empáticas mediante tecnología de máximo nivel, nuestro androide filosofará, luchará, sufrirá, amará y hasta se divertirá.

Publicada originalmente entre 2003 y 2007 en cuatro álbumes de la mítica editorial francesa Dargaud, vuelve a nuestro país la recopilación integral de Ian bajo la línea Spaceman Books de ECC Ediciones, esta vez a todo color en una cuidadísima edición en tapa dura. Y hay mucho que destacar aquí.

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En primer lugar la distribución del crecimiento personal de Ian. Siguiendo un estilo del más clásico cómic europeo de ciencia ficción, focalizado en realidades distópicas del mejor Moebius, Fabien Vehlmann y Ralph Meyer, nos cuentan una historia nueva partiendo de las historias mas viejas: La de una máquina/robot/androide con mejores sentimientos que la humanidad que lo ha creado, enfrentándose a los dilemas que su evolución artificial le permite contrastando las experiencias vividas con el amplio catálogo de mezquindades sociales.

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A pesar de ser creada en 2003, su aspecto formal es del cómic europeo de toda la vida, nada de florituras gráficas narrativas. De un claro estilo lineal y continuista a modo de 5-8 viñetas por páginas perfectamente delimitadas, en su forma es totalmente atemporal. Si a uno le dicen que fue gestada en los 70 u 80, se lo va a creer. Y el dibujo de Meyer lo ratifica. Nada de florituras ni experimentos con puntos de vista desde distintos ángulos imposibles. La cámara sigue prácticamente en la misma altura las distintas situaciones donde se desenvuelven los personajes. De línea clara y limpia destacan la perfecta armonía entre acción y primeros planos, de una sencillez casi pasmosa, y en absoluto estático sino bien movido.

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Metiéndonos en la propuesta, aquellos que gusten de futuros distópicos donde la tecnología se impone exponencialmente a la humanidad están de enhorabuena. Adaptando conceptos de toda la vida en este tipo de ficciones, veremos la sociedad desencantada por la proliferación de criaturas robóticas que les van cortando el paso en todos los ámbitos: domésticos, militares, laborarles, etc. En un abanico amplio de desigualdades sociales y económicas, las instituciones gubernamentales con un claro propósito de dominación y control, irán apoyándose en sus recursos tecnológicos para asentar su poder en una clara disputa internacional a modo de guerra fría con China, que no URSS al ser un cómic de los 2000, con la carrera espacial como trama principal en la contienda, sustituyendo Marte por la Luna. Pero esto será el continente. El contenido es más profundo, siendo a través de Ian donde conoceremos esta realidad.

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El punto de partida en el primer álbum, El Mono Eléctrico, radicará en la presentación de la unidad científica creadora del androide y su puesta a punto. Su misión, liberar una pequeña nave acuática cuya tripulación no puede escapar con motivo de un accidente marítimo. Una organización paramilitar querrá recuperar un artefacto nuclear para fines ocultos y nuestro protagonista, bajo el mando de la unidad especial a tal propósito, se verá en vuelto en el fuego cruzado entre esta dos instancias. Y ese será su estreno por todo lo alto. Mirado con mucha desconfianza por sus compañeros en su condición de androide, serán estos los que nos den la oportunidad de adentrarnos en Ian y sus reflexiones para con los demás y su entorno. Como arranque me parece inteligente este escenario, habida cuenta que tampoco conocemos el contexto geopolítico de este futuro cercano y familiar.

No será hasta el segundo capítulo, Lecciones Oscuras, donde por fin apreciaremos exactamente el mundo real de esta sociedad que personalmente me recuerda mucho a Give me liberty de Frank Miller, sin perjuicio del universo Moebius tan presente. Aquí veremos al androide desenvolverse en sociedad y ganándose el respeto de sus compañeros, pero lo más importante: el pesimismo paulatino en torno a un mundo urbano hostil y opresivo que rompe esa idea idílica con lo que le dejan ver. Por la desigualdad tan radicalizada que sus creadores gubernamentales han conseguido, comprobará como consecuencia de un levantamiento violento de los más desfavorecidos, que su misión puede ser guiada por motivos espurios. Claro que el amigo escondía en su interior una bestia salvaje como consecuencia de tanto experimento programático, siendo este concepto el impulso que necesitaba la serie para alcanzar sus fines.

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Y ello lo hallamos en el tercer y cuarto álbumes, “Blitzkrieg” y “”Metanoia”. En efecto, con Ian buscando respuestas a sus orígenes y el porqué de sus impulsos ya naturales, haremos un recorrido por las cloacas de esta sociedad artificial y hermética con una colección de conceptos e ideas muy potentes que harán las delicias de los amantes del género. Hará acto de presencia el adversario definitivo del protagonista que se echaba de menos en este punto, ese igual enemigo que le pondrá a prueba. Estos hechos desembocarán en el final que por motivos obvios no mencionaremos. No obstante destacar que todos los cabos se atan y bien, no se deja nada a conclusiones laterales del lector sino que todo tendrá sentido.

Creo que el mayor logro de la obra reside en el reparto de competencias.Ssi en el primer capítulo tenemos un claro sentido de acción y thriller de toda la vida que funciona de forma independiente con el resto (más allá de presentarnos a los personajes) y muy bueno por cierto, con una historia coherente, seria y contundente con los principales ingredientes del género, en el segundo abrimos el arco algo más, añadiendo al asunto la globalización de la ficción, ampliando las tensiones dramáticas en entornos más reconocibles de nuestro día a día. El tercero será el del suspense, más contenido que el resto, en escenarios de “detrás de las cámaras”; y para rematar, el último, el de las conspiraciones y respuestas. Y como siempre lo mejor en estas obras, la cantidad de conceptos a lo largo de sus páginas, el “cómo será la sociedad del mañana”, siempre desde un punto de vista pesimista pero próximo en el sentido que muchas cosas son reconocibles hoy día, con un ligero empujón científico y técnico, que hace creíble lo que uno ve, vamos.

En conclusión, un buen cómic de ciencia ficción, acción y suspense, con un brillante y económico desarrollo del personaje omnipresente en el texto narrado y su entorno, con creaciones e ideas interesantes que conseguirán una lectura constante y ágil.

Ian (Integral). Spaceman Books. ECC Ediciones. Cartoné. Formato álbum. Color. 208 pags. Fecha de edición: Marzo de 2015.

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