Reportajes de cine

La distopía del mes (V): Almas de metal

 

Michael Crichton, más conocido por su faceta como novelista, escribe y dirige esta cinta futurista en la que los robots que conforman un moderno parque de atracciones se rebelan contra los seres humanos.

El director

Michael Crichton dirigió 8 películas, entre ellas Runaway, brigada especial (Runaway, 1984) y Looker (1981), pero es mundialmente conocido por ser el escritor de best-sellers exitosamente adaptados al cine, tales como Parque Jurásico (Jurassic Park, 1993), La amenaza de Andrómeda (The Andromeda Strain, 1971) o Esfera (Sphere, 1998). También es conocido por ser el creador de la prestigiosa serie de televisión Urgencias (ER, 1994-2009) y el guionista de Twister (1996). Como se puede comprobar, de uno u otro modo, su vida como escritor ha estado siempre íntimamente ligada al cine. La última novela suya llevada al cine es Timeline (2003), basada en la obra Rescate en el tiempo.

La trama
La acción se sitúa en un indeterminado momento del futuro. Delos es una empresa que crea un parque temático ideado para personas ricas y poderosas donde pueden experimentar un role-playing, es decir, interpretar un personaje. Para ello, Delos divide su parque temático en tres partes: Mundo Romano, Mundo Medieval y Mundo del Oeste. Este último es el destino de la pareja de amigos John Blane (James Brolin) y Peter Martin (Richard Benjamin), que esperan poder entretenerse y evadirse de la rutina. Para dinamizar la estancia en el parque, la empresa dispone de androides que merodean por el parque con el fin de interactuar con los clientes y provocar situaciones típicas de cada mundo. En el Mundo del Oeste (o Westworld), un pistolero (Yul Brynner) es la principal atracción para la pareja de amigos, provocando un tiroteo en el que el pistolero es abatido. El androide es reparado y al día siguiente vuelve a enfrentarse con los protagonistas, con el mismo resultado. Cada androide responde a una programación diseñada de antemano, en el caso del pistolero, su rutina diaria pasa por enfrentarse en un duelo con John y Peter. El parque es controlado hasta el último detalle por un equipo de informáticos y científicos, pero pronto descubren que los androides comienzan a comportarse de manera extraña, saltándose los protocolos y rechazando su programación. Deciden entonces cortar el suministro eléctrico, pero lo único que consiguen es quedarse encerrados en la sala de control mientras los robots siembran el pánico por el parque temático.
La distopía
Se trata de una distopía de tipo social, específicamente de rebelión de máquinas. Quizá la película más representativa de este tipo de distopía sea Matrix (The Matrix, 1999), aunque la idea ha sido explorada en numerosas ocasiones, como en Yo, robot (I, Robot, 2004) o La rebelión de las máquinas (Maximum Overdrive, 1986), entre otras.
Teniendo en cuenta que Almas de metal está escrita y dirigida por Michael Crichton, no sería erróneo interpretarla como una crítica social, ya que el escritor se caracteriza por reflejar la parte más conflictiva de los seres humanos, frecuentemente planteando un dilema ético. En este filme podemos encontrar varias líneas temáticas. La más obvia radica en la posibilidad de crear una tecnología que pueda volverse en contra del ser humano, siendo además, más fuerte, resistente o inteligente que éste.
Los protagonistas de la historia comienzan representando un papel a la carta (miembro de una corte medieval o pistoleros del lejano oeste), pero la realidad irrumpe violentamente despertando de este opio a los ricos ociosos que pueblan el parque temático. Crichton explora la ruptura del ser humano con la realidad, y de cómo la supervivencia logra hacer despertar al cliente del sueño que cree vivir.
La crítica
Estamos ante una película ciertamente entretenida, que bien merece la pena ser vista. Hay secuencias memorables, como cuando reparan al pistolero, dejando ver al espectador cómo desmontan y arreglan al robot. Los técnicos que lo reparan tienen uniforme sanitario, y la sala de reparaciones (que bien podría tener aspecto de taller informático), parece la zona de un hospital, con lo que aumenta la sensación de humanidad de los androides.
La sensación de artificialidad, presente a lo largo de toda la película, es potenciada por la dirección, que resta dinamismo a las escenas de acción programadas, y dota de fuerza y ritmo (ayudado de movimientos de cámara o una inquietante música) a las que se producen durante la rebelión de las máquinas (no programadas). La dirección de Crichton es eficaz, dando un buen ritmo al metraje y dejando patente su predilección por el travelling y los planos detalle. Ofrece además, la primera secuencia creada íntegramente por ordenador en una película, la visión subjetiva de un robot.
Con respecto a los actores, Yul Brynner eclipsa al resto del reparto. El actor ruso, conocido por películas como Los diez mandamientos (The Ten Commandments, 1956) o Los siete magníficos (The Magnificent Seven, 1960), consigue en este papel infundir terror al espectador con su «sonrisa». Los movimientos de este personaje parecen artificiales, lentos pero precisos, y su rostro carece de expresividad. Este papel es todo un reto para Yul Brynner, pero (como era de esperar) sale victorioso.
A pesar de lo desconocida que pueda ser para el público general, cabe pensar que es uno de los tantos productos injustamente ignorados por crítica y público sin razón aparente. Su visionado es muy recomendable, y el tiempo dirá si merece una posición más privilegiada en la historia del cine.

La morsa verde

Amante de la ciencia ficción, el terror y la fantasía, tanto en versión cinematográfica como literaria.

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