Crítica: «El Pacificador: Perturbar la Paz», el origen del trauma

El Pacificador. Hay que ver la popularidad que ha cogido este personaje desde su aparición en la película de El Escuadrón Suicida y su posterior serie en HBO Max, dirigidas por James Gunn. Ha pasado de ser un anti héroe de banquillo, de serie Z y de tercera división, a todo un referente y revitalizador personaje del universo DC en su vertiente de imagen real.

Creado en los años ’60 en la Charlton Comics fue comprado (junto con otros) por DC Comics en los ’80. Sus apariciones fueron varias, pero poco trascendentes más allá de algún que otro papel relevante en eventos varios. Nadie podía imaginar que, gracias al humor negro y a la magnífica actuación de John Cena, llegaría a estas cuotas de popularidad.

La cuestión es que DC sabe que no puede dejar pasar su momento y ya lo tenemos como miembro fijo del Escuadrón Suicida… además de protagonizar alguna que otra miniserie propia. Aquí os comentamos un one-shot sobre el personaje escrito nada menos que por Garth Ennis (sí, el autor de The Boys). Y, la verdad, pocos guionistas se nos ocurren tan apropiados para el tono de este violento y singular personaje.

El Pacificador: Perturbar la Paz es un número único de 48 páginas que ECC Ediciones publica bajo el sello Black Label y en una edición de lujo, con tapa dura y excelentes acabados. Es verdad que eso encarece el precio final del tomo, pero los seguidores de Christopher Smith (que es como se llama en realidad el personaje) sin duda lo agradecerán.

Esta obra es una retrospectiva que nos lleva hasta el pasado del protagonista. Vamos a comprender de donde vienen sus traumas y como su psique llega a retorcerse para asimilar esa lógica tan peculiar: «para conseguir la Paz soy capaz de de asesinar a hombres, mujeres y niños». La Doctora Sedgewick, psiquíatra obsesionada con el personaje, consigue citarse con él en privado y, a base de charlas cada vez más personales y sinceras, Christopher irá narrando pasajes de su pasado. Lo conoceremos de niño, lo que pasó con sus padres y lo que fue de él… quienes lo «adoptaron» y la vida que llevó… además de alguna que otra acción bélica en la que participó.

Marca de la casa, el cómic es violento y descarnado, no escatima en crudeza ni se anda con rodeos. Garth Ennis sigue siendo el mismo y su habilidad para meterse en la mente retorcida de estos anti-héroes no tiene comparación. Ahora bien, esa virtud se convierte en un defecto: porque tenemos la sensación de que esto ya lo hemos leído en otras obras del autor, cuando nos ha contado el pasado de otros personajes. Llámale Carnicero, Punisher, Jesse Custer, Hitman… Sin ser la misma historia de origen, todas tienen los mismos patrones de miseria y drama.

Y esa es la máxima pega que le podemos encontrar al cómic. Porque la contundencia de su historia y la fuerza que desprende no hace más que reforzar al personaje. Podríamos decir que Garth Ennis sigue los mismos patrones de siempre… pero le funcionan.

Ya no sé si es decisión propia o una apuesta de la editorial, pero lo cierto es que Ennis suele estar acompañado por dibujantes de estilo similar: con sabor underground, áspero y duro, pero que encajan como un guante en la historia que se cuenta. Garry Brown logra con su dibujo empastar con la narrativa del guionista británico y plasmar con fuerza los momentos más críticos e impactantes.

Quizá otra pega sea que el cómic se hace demasiado breve. Suficiente para lo que se quiere contar, pero totalmente escaso para satisfacer todo lo que queremos saber del Pacificador. Ojalá estos autores y su apuesta por escarbar en el turbio pasado de Christopher tenga continuación. Lo que también consigue este cómic es acercar, todavía más, el personaje a los lectores.

Si seguimos así, tenemos Pacificador para mucho tiempo. Saber cuidar al personaje es vital, ahora que su popularidad ha crecido. De momento, DC lo está haciendo muy bien y solo podemos celebrar que cada producto que de él aparece nos descubre a un (anti)héroe que estaba totalmente desaprovechado. Que siga así.