Análisis de Still Wakes the Deep: Siren’s Rest, buceando en las profundidades del terror

Si jugaste al Still Wakes the Deep el año pasado y aún sientes el escalofrío de esa plataforma petrolífera escocesa devorada por el horror lovecraftiano, prepárate para sumergirte de nuevo.
The Chinese Room, los genios detrás de esta joya de terror narrativo, han lanzado Siren’s Rest, un DLC que actúa como epílogo (o pseudo-secuela) ambientado once años después de la catástrofe de la Beira D. Lanzado el 18 de junio de 2025 para PC, PS5 y Xbox Series X/S (requiere el juego base), este capítulo corto pero intenso dura entre 1.5 y 3 horas, dependiendo de si te pierdes explorando los restos oxidados. ¿Vale la pena? Para fans del original, sí: es un cierre emocional que ahonda en el trauma humano detrás del monstruo. Pero si buscas revelaciones épicas o mecánicas innovadoras, podría dejarte con sed de más. Vamos a analizarlo.

Un legado sumergido en el abismo
Estamos en 1986, en el Mar del Norte, helado y oscuro. La Beira D yace en el fondo como un esqueleto de acero retorcido, un mausoleo submarino para los trabajadores que perdieron la vida en 1975 ante fuerzas sobrenaturales que mutaban los cuerpos y desafiaban la cordura. En Siren’s Rest, dejas atrás a Caz McLeary (el electricista protagonista del juego base) para encarnar a Mhairi, una buceadora de saturación profesional y líder de un equipo de inmersión. ¿Su misión? Descender en una campana de buceo para recuperar restos de la tripulación y desentrañar qué demonios pasó realmente. Pero Mhairi no es una extraña: es la hija de uno de los personajes clave del original (evito spoilers, pero si jugaste, sabrás de quién hablo). Su motivación es personal, un grito de cierre para una familia destrozada por el duelo no resuelto
La narrativa, fiel al estilo de The Chinese Room, es un walking simulator con toques de horror psicológico. No hay combates ni armas; solo exploración lineal, diálogos por radio con tu equipo en la superficie y flashbacks que entretejen el pasado con el presente. Es como si el DLC fuera un «framing story» descartado del juego principal, con ecos de Dear Esther en su enfoque poético sobre la pérdida. Mhairi es una protagonista relatable desde el minuto uno: fuerte, determinada, pero atormentada por el peso de la herencia familiar. Su voz, interpretada con maestría (el acting en este universo es de lo mejor del género) transmite vulnerabilidad en medio del pánico. La historia explora temas como el duelo, la culpa y la necesidad humana de respuestas, incluso cuando el abismo te las niega.
Sin embargo, no todo es oro bajo el agua. El DLC promete desvelar misterios de la Beira D, pero se queda en la superficie. Las entidades lovecraftianas –esas abominaciones mutantes que recordamos de The Thing– aparecen, pero de forma tangencial, más como ecos fantasmales que amenazas centrales. No hay grandes revelaciones sobre su origen o el «porqué» del desastre; en cambio, el foco está en el impacto emocional de los supervivientes y sus descendientes.
Por un lado es un cierre poético y humano pero, por otro, una oportunidad perdida de expandir el lore. Es conmovedor, sí, pero si esperabas un giro que iguale la intensidad del juego original, saldrás frustrado.

Claustrofobia acuática y exploración tensa
Siren’s Rest cambia el escenario de la plataforma tambaleante por el fondo marino, convirtiendo el terror en un simulador de submechanofobia (miedo a las máquinas sumergidas). Olvídate de correr por pasillos derruidos: ahora nadas con un traje de buceo, atado a un cordón umbilical que limita tu movilidad y te recuerda lo frágil que eres. La jugabilidad es simple –nada, explora, interactúa con objetos– pero efectiva en su minimalismo. Puedes desviarte de la ruta principal para buscar mementos de la tripulación (cartas, fotos, herramientas oxidadas), que enriquecen la narrativa y desbloquean logros. Hay secciones de sigilo donde evitas «despertares» del naufragio –ecos de las criaturas que te persiguen con sonidos guturales y movimientos erráticos–, y escapes frenéticos que suben la adrenalina.
Pueder elegir entre dos dificultades: «Estándar» para un equilibrio de desafío (muertes por ahogo, colisiones o encuentros que reinician checkpoints cercanos) o «Historia» para un paseo más relajado. La exploración es más libre que en el original, con barreras suaves como límites de presión o advertencias por radio que te guían sin forzar.
Aquí viene el pero: la natación puede volverse monótona. El cordón umbilical se enreda en geometría invisible, y las secciones de «adivina o muere» (como sortear escombros en tiempo real) frustran más que asustan. Además, puzzles simples (abrir válvulas, alinear paneles) se sienten reciclados del juego base, sin innovaciones que justifiquen el cambio de medio.
Técnicamente, es un paso atrás. Still Wakes the Deep brillaba en detalles industriales (óxido, charcos, luces parpadeantes) que hacían de la Beira D un personaje vivo. Aquí, el agua oscurece texturas, y hay glitches reportados: teletransportes erráticos, burbujas fuera de lugar o endings bugueados. The Chinese Room ha prometido parches, pero al lanzamiento, resta pulido. Aún así, cuando funciona, la atmósfera es asfixiante: el wreck gime y se mueve, como si estuviera vivo, y el sonido (ecos distorsionados, respiraciones ahogadas) te pone los pelos de punta.

Atmósfera, Gráficos y Sonido: El verdadero monstruo bajo la superficie
Visualmente, Siren’s Rest captura la decadencia submarina con maestría. La Beira D, ahora un laberinto de metal corroído por diez años de sal y presión, es un espectáculo haunting: algas colgantes, cuerpos flotantes sugeridos y sombras que bailan en la luz de tu linterna. Los gráficos no son punteros (corre en hardware modesto, con SSD recomendado), pero la dirección artística eleva el horror: el azul eterno del mar, roto por destellos rojos de emergencia, crea una claustrofobia que el original solo insinuaba.
El sonido es estelar, como siempre en The Chinese Room. La banda sonora minimalista (zumbidos eléctricos, crujidos metálicos, un score orquestal sutil) se mezcla con el acting impecable. Mhairi y su equipo suenan reales, con acentos escoceses que anclan la historia en su raíz cultural. Es tan bueno que, pese a sus bugs, te mantiene enganchado.

Conclusión
Still Wakes the Deep: Siren’s Rest es un DLC para fans puros. Ofrece un cierre emocional a la saga, explorando el aftermath humano de un horror cósmico, con una protagonista que roba el juego y momentos de terror puro que justifican el precio. Es corto, sí (demasiado), y peca de linealidad y bugs, pero su atmósfera submarina es inolvidable. Si amaste el juego base este mantiene algunas de sus virtudes. Recomendado para una noche de buceo escalofriante; si no jugaste el original, empieza ahí. ¿Listo para que el mar te llame? Sumérgete, pero no mires abajo.