Análisis de Metaloid: Origin, run and gun eterno

Gráficos
Sonido
Jugabilidad
Duración
Muy recomendable
Un run and gun muy decente, prácticamente sin fallos y con toneladas de diversión
Os presentamos Metaloid: Origin, un festival de balas, dashes y explosiones pixeladas que te teletransporta directo a aquellos run and gun de los ’90. Desarrollado por el dúo tailandés-italiano de RetroRevolution, Tharathon y Alberto, dos cracks indie que sudaron la gota gorda, este título salió en 2019 en Steam y luego invadió Switch, PS4 y Xbox. Se trata de una secuela de su éxito METAGAL y su reciente lanzamiento en PS5 es motivo de sobra para recuperarlo y traerlo a la web, porque si no lo has jugado seguro que te interesa esta mezcla de Mega Man X y Contra.
Su planteamiento sencillo y sus gráficos coloridos nos cautivan desde el inicio, y cuando al rato de estar jugando descubrimos la profundidad que esconde, es cuando caemos rendidos. El termino «como los de antes», en su más puro y positivo significado, cobra sentido con este Metaloid.
Vamos a desgranarlo un poco…

Poca historia, mucha acción
Nos trasladamos hasta un planeta idílico saqueado por Lucian Corp, una horda robótica que chupa Soulrium como vampiros energéticos para su guerra galáctica. Tú eres una de las tres androides «Predator»: Erika, la reina de las ráfagas que inunda pantallas de plomo… Zeta, el rayo viviente que fríe enemigos en nanosegundos… o Neva, la voladora con jetpack que baila en el cielo lanzando muerte aérea.
Elige tu partner (o waifu cibernética) al empezar y lánzate a 9 niveles lineales pero densos repletos de elementos decorativos, obstáculos, enemigos, trampas… La historia es simple: corre, mata, rescata a un colega al que le han lavado el cerebro y acaba con el jefe final. Los diálogos vienen con toques cómicos torpes y algún que otro error en la traducción (sí, tiene subs en castellano), pero ¿quién necesita Shakespeare cuando hay tanta acción?

Un arcade con mayúsculas
Los niveles son un carrusel de biomas variados y alucinantes: selvas meta con paredes trepables y cajas empujables que abren secretos, pantanos tóxicos con géiseres traicioneros, desiertos en monociclo saltando abismos, minas volcánicas con lava y carritos locos, bases heladas con suelos frágiles y un asalto a naves con láseres y mechas gigantes. No es un metroidvania puro, pero sí incluye bastante exploración jugosa: desvíos verticales, puzzles con imanes y grúas, coleccionables escondidos que te dan ventajas pasivas.
Cada fase se puede completar en una media hora yendo rápido, lo que no es poco… pero tiene un alto componente de repetición, al estilo Sonic, porque querrás recoger todas las gemas de Soulrium, gemas especiales, objetos… lo que hará que pierdas horas farmeando. Cuando mueres te da dos opciones: bien revive en checkpoint gastando monedas, o pierdelo todo: riesgo-recompensa puro, como un arcade endiablado.

Grandes armas para grandes enemigos
La mecánica del juego se basa en disparar sin parar mientras das saltos imposibles, a veces ajustando salto y disparo y a veces estudiando la cadencia de los ataques enemigos. Puedes esquivar, trepar por algunas superficies, protegerte con obstáculos y, no puede faltar, usar los especiales desbloqueables que te convierten en megapoderosa. Cada una de las tres protagonistas tiene su propio ataque especial basado en un elemento y los podremos mejorar invirtiendo esas gemas que vamos recogiendo… eso sí, hay que usarlo con cabeza porque tarda en recargarse unos segundos.
En la dificultad más avanzada los enemigos se vuelven más rápidos, más letales. Y lo mismo pasa con los bosses que pasan de ser asequibles y con patrones hipnóticos de proyectiles y melee a un auténtico dolor de cabeza. Menos mal que los controles responden con fluidez y jamás vamos a frustrarnos por fallar un salto o un disparo. Si erramos, será culpa nuestra y no del juego.

Arte y Pixel
Visualmente, luce un pixel art vibrante con paletas pop: verdes musgosos, rojos infernales, azules eléctricos. Las animaciones son muy suaves, incluyendo efectos de partículas que explotan como fuegos artificiales. Los diseños de las protas y de los enemigos son muy anime de otra época, que sumado a sus gráficos vintage le dan un sensacional sabor retro.
Destacar también las melodías de Kamil Sudrajat, como un himno rockero: guitarras eléctricas en volcanes, beats electrónicos en desiertos… aunque por desgracia la mezcla de volumen falla a ratos, ahogando los efectos.
Y para concluir
Metaloid: Origin es un juego que ofrece lo que promete. Diversión de otra época en un formato sencillo, de estilo retro pero con gran profundidad. No ofrece una historia memorable ni una pizca originalidad, pero sabe ganarte con su diseño de niveles y sus personajes jugables.
Avanzas por este mundo pixelado en 2D con la sensación de estar jugando a otros grandes títulos, todos condensados en este. Y te diviertes, mucho, mientras pulsas el salto en el momento justo o el disparo especial sobre ese gran enemigo. Es pura diversión. En un mar de indies inflados esta es una bala directa a nuestros corazones retro.
Puro vicio arcade.
