Críticas de cine

Crítica: «El discurso del rey». La radio, esa «caja de Pandora»

Resumen de la Crítica

Valoración

Valoración de los Usuarios Be the first one !
Si tuviese que escoger el país que más cuidase sus películas al detalle, que ofrezca al espectador un conjunto de elementos calculados al detalle, haciendo de sus películas obras brillantes, ese sería probablemente el Reino Unido.
 
Y como muestra, sólo tenemos que pararnos a observar la nueva obra cinematográfica del director Tom Hooper, “El discurso del rey”, en la que ha reunido a buena parte de la élite de los actores ingleses. 
 
Un ejemplo de ello es el galardonado [b]Colin Firth[/b], quien, tras su actuación como el rey Jorge VI de Inglaterra (padre de la actual reina), se ha ganado con creces un Globo de Oro como mejor actor y su consiguiente nominación a los premios Oscar de este año. 
 
Magnífica su interpretación, en la que nos muestra a un hombre atormentado por algo que, para la mayoría de personas, es tan natural como respirar: hablar. La desesperación de un hombre que debe representar a todo un país y es incapaz de pronunciar unas cuantas palabras.

1925. El príncipe Alberto de Inglaterra , duque de York, hijo del rey Jorge V (Michael Gambon), es incapaz de hablar en público debido a su tartamudez.  Y esto se convierte en un gran problema cuando, tras la muerte del rey, su hermano David abdica en él para poder casarse con una mujer divorciada.
 
Así pues, el film plasma una época en la que la radio tuvo una gran importancia e impacto en los medios de comunicación, y cómo esto supone un gran problema para el nuevo rey, asolado  como estaba por su defecto del habla.
 
Al ser concebido por la realeza como una forma de acercarse al pueblo y congraciarse con él, este fenómeno mediático está presente en todos los actos oficiales a los que acuden el príncipe Alberto y su familia, se impone en todo acontecimiento social, constituyendo, como dice el arzobispo (Derek Jacobi), “una caja de Pandora”. 
 
Y aquí radica la preocupación del nuevo rey, que expresa con una frase tan sencilla como profunda: “¿Está la nación preparada para dos minutos de silencio radio?”.

Porque resulta impactante la escena en la que el príncipe debe hablar por la radio, todos se giran para mirarlo y se hace un silencio amenazante que dice más cosas que el propio discurso, que muestra cómo el pueblo está perdiéndole el respeto al escucharle hablar.
 
Para solucionar su problema, Alberto se deja visitar especialistas que emplean métodos poco agradables y efectivos, ante los ojos vivos y escépticos de una fiel esposa interpretada magistralmente por la mítica Helena Bonham Carter, a la que supone un soplo de aire fresco ver interpretando a un personaje mucho menos desequilibrado de lo que estamos acostumbrados últimamente, sin perder el atractivo, y manteniendo un pequeño punto de excentricidad muy adecuado para el contexto.
 
Pues bien, la situación comienza a ser insostenible, hasta que su esposa (conocida más tarde por el sobrenombre de “reina madre”) solicita la ayuda de un doctor especializado en defectos del habla, Lionel Logue (Geoffrey Rush).
 
La personalidad, ácida y fuera de la norma, del Dr. Logue atrapa al espectador y le da a la cinta un toque de humor, convirtiéndose en uno de esos carismáticos personajes (de los que está llena la cinta, si tenemos en cuenta a la reina madre) que hacen de la película algo especial.

Porque, sin lugar a dudas, la cinta constituye una de esas obras maestras que, sin grandes efectos especiales ni un argumento retorcido e intrincado, se hace un hueco en cada uno de los corazones de sus espectadores.
 
Y es que resulta asombroso comprobar cómo un tema como es éste de la subida al trono de Jorge VI y sus problemas de dicción, que en principio no resulta de demasiado interés para un público general, puede ser transformado en una obra cinematográfica que atrapa al espectador de cualquier clase, enfocándolo desde un punto de vista más humano que histórico.
 
Así pues, analizándolo más allá, el film esconde mucho tras de sí. Nos encontramos ante un argumento complejo y bien elaborado con alguna que otra vuelta de campana, como la del descubrimiento de la verdadera identidad de Lionel Logue.
 
Todo esto envuelto en la magnífica ambientación que rodea a toda película inglesa, transformando Londres de una manera asombrosa que nos hace viajar a la década de los veinte con su pulcritud tanto en escenarios como en vestuario. Por no hablar de la banda sonora, de lo más apropiada para acompañar a la rectitud y elegancia de la época, de la ciudad y de la clase social.

  Y es que director y guionista (David Seidler) trabajaron juntos durante meses para que el film se ajustase históricamente lo máximo posible, elaborando el guión sobre las notas originales que Logue escribió en su cuaderno durante las sesiones de tratamiento que llevó a cabo con el príncipe.

 
Aunque, por razones que implican aspectos estéticos y argumentales de la película, se muestra como si los hechos ocurrieran en mucho menos tiempo de lo que en realidad se sucedieron, ya que, por ejemplo, el duque de York comenzó a trabajar con Logue diez años antes de que tuviera lugar la crisis de abdicación generada por su hermano David.
 
Una película tan cuidada al detalle que intercala algún que otro video real, como el de la coronación del rey Jorge VI, o uno de un discurso de Hitler, hasta permitir al espectador vivir el momento en que el Reino Unido entra en estado de guerra con Alemania, el 3 de Septiembre de 1933 (también a través de la radio, por supuesto).
 
En definitiva, “El discurso del rey” constituye otro de los regalos con los que ha querido deleitarnos el cine inglés
 
 
– La escena: el hilarante momento en que la esposa del Dr. Logue llega antes de tiempo a casa y se encuentra a la nueva reina tomando el té en su salón, presentaciones cómicamente protocolarias por parte de su majestad incluidas.
 

Marta C. Catalán

Foto, vídeo y gestión cultural. Aprendiendo a gestionar vías de escape al aburrimiento.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba