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Crítica: «Dororo», odisea de redención y humanidad

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Muy recomendable

Otra obra del maestro que queda como un referente

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Dororo, publicado originalmente de forma serializada entre 1967 y 1969 es una de las obras más emblemáticas de Osamu Tezuka, un relato que combina acción, folclore japonés, drama humano y una profunda exploración de la moralidad. La edición en castellano, imposible de encontrar, se refuerza ahora con la salida del tomo que lanza Planeta Cómic, siguiendo la «colección» dedicada al mítico Tezuka. Un tomazo de casi mil páginas que recoge la obra completa y que se convierte en un imprescindible para todo amante del cómic japonés.

Este manga, ambientado en el período Sengoku, sigue a Hyakkimaru, un joven guerrero nacido sin 48 partes de su cuerpo debido a un pacto demoníaco hecho por su padre, y a Dororo, un pícaro huérfano que se convierte en su compañero. Juntos, recorren un Japón devastado por la guerra, enfrentándose a demonios y yokais mientras Hyakkimaru busca recuperar su humanidad.

Tezuka teje una trama que equilibra lo visceral con lo filosófico. La premisa es tan cruda como fascinante: Hyakkimaru, despojado de sus órganos y extremidades, es un antihéroe trágico cuya lucha por recuperar su cuerpo plantea preguntas sobre lo que significa ser humano. La narrativa no se limita a la acción; explora temas como el sacrificio, la codicia y la redención. Dororo, con su ingenio y descaro, aporta un contrapunto ligero que evita que la historia se vuelva demasiado sombría. Sin embargo, el manga no siempre mantiene un ritmo consistente, y algunos episodios autoconclusivos pueden sentirse desconectados del arco principal, reflejando el estilo experimental de Tezuka en la época.

El estilo de Tezuka en Dororo es inconfundible: líneas limpias, expresiones exageradas y un diseño que destila personalidad. Aunque menos pulido que sus obras posteriores, el arte captura la crudeza del Japón feudal y la sobrenaturalidad de los demonios. Las escenas de combate son dinámicas, y los diseños de los demonios, a menudo grotescos, refuerzan la atmósfera inquietante. Tezuka también juega con el contraste entre los momentos oscuros y los toques de humor, especialmente a través de Dororo, cuyo carisma visual roba escena.

Hyakkimaru es un protagonista complejo, atrapado entre su deseo de recuperar su cuerpo y la ira hacia su destino. Su evolución, de un guerrero casi mecánico a alguien que confronta su humanidad, es el corazón del manga. Dororo, por su parte, es un personaje vibrante: un niño ladrón astuto cuya lealtad y vulnerabilidad oculta lo hacen inolvidable. Los secundarios, como los demonios o el padre de Hyakkimaru, Daigo, añaden capas al conflicto, aunque algunos antagonistas pueden sentirse unidimensionales.

Dororo destaca por su exploración de la avaricia y sus consecuencias, un tema que resuena incluso hoy. El pacto de Daigo con los demonios refleja cómo las ambiciones egoístas pueden destruir a otros, mientras que la relación entre Hyakkimaru y Dororo subraya la importancia de la conexión humana. La crítica social de Tezuka al feudalismo y la guerra sigue siendo relevante, y su mezcla de folclore japonés con dilemas éticos da al manga una universalidad atemporal.

Entre las fortalezas del manga está la habilidad de Tezuka para equilibrar acción, drama y humor, junto con su capacidad para crear personajes memorables. Sin embargo, la estructura episódica puede romper el flujo narrativo, y el final, aunque impactante, podría dejar a algunos lectores deseando más cierre. El anime, por su parte, ofrece una experiencia más pulida y cohesiva, pero pierde algo del espíritu experimental del original. El arte del manga, aunque icónico, puede sentirse anticuado para quienes prefieren estilos modernos, mientras que el anime brilla en este aspecto.

Hay dos adaptaciones al anime de Dororo, siendo la última de 2019, realizada por MAPPA y Tezuka Productions y que moderniza la obra de Tezuka, manteniendo su esencia pero ampliando ciertos aspectos. Visualmente, el anime es un espectáculo: los colores vibrantes, las animaciones fluidas y los diseños detallados de los demonios elevan la intensidad de las batallas y la atmósfera del Japón feudal. A diferencia del manga, el anime adopta un enfoque más lineal, reduciendo los episodios autoconclusivos para centrarse en el arco principal de Hyakkimaru y Dororo. Esto da una narrativa más cohesionada, pero pierde algo del encanto experimental del original.

Dororo es una obra imprescindible para los amantes del manga y una prueba del genio de Tezuka. No solo es una aventura épica llena de demonios y espadas, sino también una meditación sobre la humanidad, el sacrificio y la resiliencia. La adaptación al anime de 2019 complementa el manga con una narrativa más estructurada y una producción visual impresionante, aunque sacrifica algo del tono único del original. Ambos formatos son joyas, cada uno con su propio encanto. Si buscas un manga que combine acción visceral con profundidad emocional, o un anime que modernice un clásico sin traicionarlo, Dororo es una experiencia que no decepciona. Y en el caso del manga, ahora contamos con una edición que se puede llamar «definitiva».

Giacco

Redactor jefe de las secciones de Cómics y Videojuegos, así como presentador de muchos de los programas de Hello Friki Podcast.

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