Críticas de cómics

Crítica: “Grandes Autores de BATMAN: Neal Adams, ¿Hombre o Murciélago? Artículo de lujo.

Resumen de la Crítica

General
Guión
Dibujo
Personajes
Historia
Edición

“Robin..¡Se convierte en polvo!"

El talento gráfico omnipresente absorbe los sencillos guiones y el carrusel de portadas lo convierte en artículo de lujo.

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Man-Bat duró poco tiempo en la nevera. Con su potente look y con las aproximaciones evidentes con Batman, no era extraño que le volvieran a recuperar. Las particularidades externas e internas de este personaje bebían mucho de aquellas creaciones en las que gente corriente ligada a la ciencia o a la aventura se transformaban en criaturas inhumanas que seguían conservando su fondo humano. Personas que por su nueva naturaleza iban sucumbiendo, por dolo o negligencia, a nuevos instintos que aniquilaban su honradez y honorabilidad. O por el contrario, se redefinían moralmente alcanzando niveles de madurez y aceptación imposibles de contemplar. Personas buenas que se veían abocadas a convertirse en la representación hipócrita que el miedo e ignorancia de la sociedad escondía en el salón de su casa. La Cosa, Hulk y La Cosa del Pantano, entre otros muchos y por nombrar los más conocidos en el mundillo superheroico. Man-Bat no es una excepción y antes de que se desarrollara a lo largo de los años y que sus ambigüedades discutirían si estábamos ante un héroe o villano, ya se atisba ese halo trágico del que no puede culminar su anhelos y que está predestinado al sufrimiento. En estos primeros acercamientos, estas circunstancias se observan no en las decisiones o infortunios del personaje, que le aproximan más al ámbito heroico al intentar emular a Batman, sino en su dolor interno fabulosamente interpretado por Neal Adams. La angustia mostrada con la expresión corporal es lo que cala en este tipo de personajes. Es decir, que si se quiere descubrir con coherencia que una persona debe sufrir por estas desgracias, es labor del dibujante que esa desazón penetre en el lector. Y el estilo de Adams no puede ser más preciso en este apartado. Da igual lo que hace y porqué lo hace, lo que importa y hace que sea una historia alejada del resto es que impresione imaginar lo que a uno le puede pasar por la cabeza cuando su vida queda destruida por este patinazo del destino. Y es a lo que hay que prestar atención. El rostro estirado del Dr. Langstrom cuando ve reflejado en un espejo su nueva apariencia bajo el estilo realista del norteamericano es un puñetazo en el estómago que en su día debió ser todo un hallazgo literario en este contexto. Si a cualquiera le preguntas como imaginaría que sería un murciélago antropomórfico que piensa y habla vestido con traje y con esmoquin, sólo la misma provocaría una carcajada al ridiculizar la imagen mental idealizada. Adams consigue todo lo contrario al representar la tristeza y el patetismo de un pobre desgraciado, secuestrado en una forma monstruosa. Donde veíamos ridiculez en nuestra imagen mental vemos ahora piedad y pena. La excusa para desarrollar la angustia vital del personaje radica en una serie de historias con tintes más dramáticos que aventureros, siempre bajo la oscuridad de lugares apagados y noches cerradas en una vertiente de drama romántico que siempre da juego. Historias sencillas donde lo que subyace es más poderoso que lo que se atisba en la superficie a primera vista. Una historia de amor trágico de toda la vida en una cabecera que en los años setenta cabía de todo. Y como pasa en estos tres tomos de grandes autores, el arte gráfico pasa por encima del escrito que sin el dibujo del señor Adams no se sostendrían de ninguna forma.

El resto de episodios exploran situaciones interesantes teniendo en cuenta época y formato. Siempre autoconclusivos, los autores se las ingeniaban por intentar ofrecer historias frescas sin repetir esquemas en espacios cortos. Por ejemplo en “La casa que embrujó a Batman” nos sumergimos en una representación onírica de los miedos de Bruce Wayne. El sentimiento de pérdida de sus seres queridos en la persona de Robin o las dudas acerca de su relación con Superman y otros miembros de la comunidad superheroica, son las atracciones intangibles del villano de turno (un trasunto de Fu-Manchú llamado Doctor Tzin-Tzin repescado de un Detective Comics de 1966 y que no ha gozó de muchas participaciones posteriores) que servía como vehículo de experimentación de nuestro dibujante. Mítica la imagen de un Batman desolado mientras Robin se desvanece en un montón (literal) de polvo. El brillo que deja la detonación de un revolver en el rostro maquiavélico del pistolero o la claustrofobia que los márgenes negros del cuadro se incrementan hasta aplastar al protagonista. En las apenas quince páginas en que se compone este episodio, las virtudes artísticas caen como fichas de dominó volviendo a repetir el tópico anterior, que una historia ordinaria se convierte en un tesoro extraordinario.

“Luna del lobo” reengancha al Batman enfrentado a elementos fuera de su campo de acción en una historia parecida a las que vimos sobre Man-Bat. Aquí un compañero de Bruce Wayne se transforma en hombre lobo con la mochila que esta maldición conlleva. El objetivo de su creador es la destrucción del cuernecitos donde, casualidades de la vida, su alter ego es amigo del afectado por el virus lupino. En fin. Lo que esconde este perezoso guión es la habilidad del dibujante en componer un combate lleno de velocidad y movimiento bajo la lluvia pesada y real de Adams en una estructura de muchas viñetas que denota su buen hacer en este estilo de narración. Lleno de fuerza y vitalidad, el artista se saca de la manga un storyboard con mucho detalle y proporcionalidad.

“Ganarle la mano al Joker” es quizá el episodio más flojo en la cuestión gráfica donde la ausencia de fondos y predominio de primeros planos antoja que se debió hacer a toda velocidad. Además el entintado de Dick Giordano (el mismo que en los anteriores) se entromete más que nunca en el trazo de Adams y no termina de alcanzar una resultado tan redondo como en el resto de capítulos. Además la energía cinética que vimos en las susodichas desaparece y el estatismo está muy presente. De todas formas, me encanta la imagen del Joker dibujada por el artista. Ese Joker antigansgter de los años 40, con traje púrpura a medida con pajarita y guantes esmeralda a juego con el color de su engominado cabello, me ha parecido siempre una pasada.

Y si el tomo tiene doscientas ocho páginas y resulta que lo tebeos abarcan ciento diez, ¿de qué va esto? Pues que el tomo reúne ochenta y siete cubiertas dibujadas por el maestro desde los setenta hasta los dos mil. Aparte de comprobar su gran hacer en este capítulo, podemos observar su evolución a los largo de los años, tanto en técnica como en composición. Lo más llamativo es que funciona como portafolio de lujo gráfico-vital que sirve para comprobar el pulso de su trazo en un período de cuarenta años. Un carrusel temporal que pone la piel de gallina.

Detective Comics 402, 407, 408, Batman 255, Power Records 27, 30, DC Comics. Grandes Autores de Batman: Neal Adams, ¿Hombre o Murciélago?, ECC Ediciones. Cartoné. Color. 208 pags. Pvp: 20,50 €. Fecha de edición: Mayo 2017.

 

 

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