Críticas de cómics

Crítica: “Grandes Autores de Batman, Norm Breyfogle: Ritos Iniciáticos”. Robin al alza.

Resumen de la Crítica

General
Guión
Dibujo
Personajes
Historia
Edición

“Ese traje supone una carga mucho mayor que la de un símbolo cualquiera”

La etapa gira a caminos de continuidad y sigue duro en la construcción de sus villanos.

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Si en las anteriores entregas de la recopilación de Breyfogle destacábamos la independencia entre arcos y su atemporal régimen episódico autoconclusivo, a partir de ahora las cosas cambian. Lo que ocurre en una saga tendrá efectos en las siguientes, como una hilera de fichas de dominó. La etapa ya no puede observarse como un conglomerado de mini sagas, sino como una única formada por varios capítulos. Eso sí, la base psicológica de todas las partes para dar fuste a los lances de los adversarios permanece incólume y sigue sirviendo para justificar más la importancia de los enemigos que la del propio Batman. Siempre difíciles las reapariciones de los villanos por aquello de no reincidir y convertirse en una fotocopia de una copia, el recurso a lo DeMatteis suele funcionar. Además, parece que hay un contagio global en los autores que conciben este tipo de historias para arriesgar más en el contenido adulto de los mismos y por intentar acercarlo más a la realidad tangible que a la del papel. Eso conlleva más desgarro y drama en los episodios pero menos cancha para la acción. Aún así incentiva el impacto emocional y el respeto para con el lector cansado de monotonía.

Como consecuencia de lo anterior, los medios y modos para conseguir los fines de los distintos enemigos del volumen son brutales y muy violentos. El respeto por la vida humana en un contexto general brilla por su ausencia y contrincantes como Pingüino y Espantapájaros pierden el control más que nunca. En “El Romance del Pingüino” los daños colaterales de Cobblepot dejan a los “Los Pájaros” de Maurier y Hitchcock como canarios de los dibujos de la Warner. Los ataques brutales contra ciudadanos e infraestructuras arrojan una serie de imágenes malsanas y violentas a merced del lápiz de Breyfogle, que mantiene en toda su crudeza. Siempre tan explícito, el genocidio humano por la crisis aviar amplía las posibilidades del villano alejándolo del mero jefe mafioso o ladrón de expectativas tan amplias como su torpeza. Además, ahonda en las crisis internacionales con el terrorismo de por medio y en la superficialidad catódica inundada de culebrones. Grant se pone intenso y coloca a Pingüino en una posición más elevada a la un delincuencillo estrambótico con cachivaches. Ahora ya no tiene recuperación.

Lo interesante es que los efectos del colapso de su plan tienen ramificaciones a posteriori. Además, empieza a introducir interludios para presentar arcos posteriores. Como siempre, la violencia, mezquindad y el pesimismo de la sociedad siguen subyaciendo en las páginas como pasó anteriormente. Puesto que más allá de los Gordon, Alfred y Drake apenas hay secundarios por desarrollar, las tramas se centran en las amenazas de Batman exigiéndose el escritor un esfuerzo por cambiar de registro y ambientes. Se nota su predilección por construir metáforas de la sociedad que le rodea a través de sus obras (Juez Dredd es el mejor ejemplo de ello) pero es estimulante comprobar cuando arriesga con elementos fuera de sus especialidades, como son el mundo de lo sobrenatural y la magia negra. Lo que no puede evitar es enfocarlo en contextos mundanos sin meterse en reinos mágicos, parafernalia mística y viajes espaciotemporales. De ahí que quien sufre las consecuencias son los vecinos de al lado. Resultado: más cadáveres.

Un suceso capital surge en el volumen afectando la trayectoria editorial de Robin como personaje en toda su generalidad y en Tim Drake a título particular. La licenciatura del joven ayudante toma un nuevo nivel demostrando a Batman que la muerte de Jason Todd debe quedar atrás si el mito Robin quiere salir de la nevera. Como no puede ser de otra manera, en la batfamilia las tragedias se contagian más rápido que la gripe y el arco de presentación de la nueva versión del personaje forma un compendio de amoralidad, drama y sufrimiento. Con un fuerte trasfondo supersticioso y desproporcionado que sólo un talento de los oscuro como Grant puede pergeñar, la historia es cruel, dura y no se corta un pelo. Lo mejor sin duda es la ambientación opresiva de todas las situaciones. El peligro se percibe y la caracterización del villano, El Hombre Obeah, es potente en forma y fondo (un Papa Midnite más loco y salvaje). Las historias relacionadas con el vudú suelen elevar la clasificación por edades a la máxima, en cualquier género (todavía recuerdo el impacto que me llevé con el “Corazón del Ángel” cuando la vi por primera vez). Al margen de la fe tan ciega ante los ritos de esta forma religiosa, siempre han tenido una connotación brutal y sangrienta muy notoria, sólo borrada por la truculencia y locura de sus turbas. Aquí, estos elementos se enfrentan a Batman cambiando la vida de Robin para siempre.

A salvo la anécdota del Joker cuya aparición en retrospectiva recuerda que puede ser tan peligroso en ausencia como en presencia, sin perjuicio de ver por fin su interpretación a manos del dibujante, el gordo nos toca en la parte final. En “Crisis de Identidad”. No delato al villano porque su introducción tiene lugar cuando el arco argumental está cocinado y perjudicaría la lectura. No es tanta la incertidumbre en averiguarlo (también mola entregarse y esperar, aunque pensando en la galería villana de bats los candidatos se reducen) como que sea el propio Robin quien se adelante y consiga deslizarse por el trampolín definitivo a primera división. Mientras la historia le sirve a Grant para alzar al ayudante, su hito principal queda anulado (otra vez) por las tramas laterales y los objetivos criminales. La capacidad inmersiva de los dos autores nos vuelve a enchufar por el gancho puntual y salvaje de las ideas. Colocar al hombre de calle en víctima y victimario de forma sistemática y usando diseños caricaturescos deudores de la proliferación de los psicokillers de ficción tipo Michael Meyers, siempre es un acierto. Con “Crisis de Identidad” volvemos a sentir en un comic de Batman el terror de la posibilidad de convertir lo ficticio en realidad.

 Detective Comics 615-621, 627, Batman 448-449, 455-457, DC Comics. Grandes Autores de Batman, Norm Breyfogle: Ritos Iniciáticos, ECC Ediciones. Color. Cartoné. 320 pags. Pvp: 30,50 €. Fecha de Edición: Diciembre 2017.

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