Crítica: «Invencible Vol.2», viñetas como puñetazos

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Más que Invencible es Imparable. Un gran cómic de superhéroes
Ya tenemos aquí el segundo volumen de Invencible, la serie estrella de Kirkman que ahora publica Planeta Cómic desde el cierre de ECC Ediciones. Y, desde luego, Planeta Cómic se ha coronado con esta edición.
Estamos hablando de un tochaco de tapa dura que parece diseñado para sobrevivir un apocalipsis. El papel es de ese que te hace sentir que estás tocando lujo, con un gramaje que aguanta las tintas como si fueran tatuajes. Más de 600 páginas, cubriendo los números 25 al 47 de la serie original, incluyendo más de 100 páginas de extras como portadas alternativas, bocetos y notas de Kirkman que son oro puro para los frikis como yo. La traducción está pulida, sin esos fallos raros que te sacan de la historia, y la rotulación es clara, que parece una tontería, pero cuando lees un cómic mal rotulado, te dan ganas de tirarlo por la ventana.
Si el primer tomo de Invencible fue como un puñetazo de bienvenida al mundo de Mark Grayson, un chaval de instituto que de repente descubre que ser superhéroe no es solo volar y posar para selfies, este segundo tomo es el momento en que el ring se convierte en un campo de minas. Mark, nuestro Invencible, está intentando equilibrar su vida de adolescente (novia, exámenes, dramas familiares) con el hecho de que su traje azul y amarillo acaba más veces cubierto de sangre que de gloria.
Nos adentramos en nuevos terrenos espaciales que explorar con el reencuentro entre padre e hijo y las circunstancias supermegaimportantes que esto va a traer.

Kirkman escribe con un talento que te hace odiarlo un poco: mezcla el humor ligero de un Spider-Man de los ’80 con la crudeza de The Boys, pero sin caer en el cinismo facilón. Aquí los héroes no son perfectos, y los villanos… bueno, a veces no sabes si son villanos o solo están tan rotos como los buenos. Este tomo mete el turbo con arcos que cierran tramas del primero (los Gemelos Mauler , por ejemplo, que son como dos Hulk con doctorados en cabronería) y abre otras que te hacen cuestionar todo lo que creías saber.
El rollo familiar de Mark, madre-padre-hermano por sorpresa-novia, es el corazón del tomo. Sin spoilear, diré que las charlas entre ellos son un puñal emocional: te ríes, te tensas, y luego te quedas mirando al techo… pensando. Pero no todo es drama. Hay momentos de acción tan brutales que parece que Ottley se tomó un Red Bull antes de dibujar: peleas en el espacio, ciudades destrozadas, y sangre que salpica como si fuera una peli de Tarantino. Y luego, de repente, te meten una escena tierna con la novia de Mark, o un momento de colegas con los Guardianes que te saca una sonrisa. Es esa mezcla la que te engancha: un segundo estás en una guerra intergaláctica, y al siguiente Mark está discutiendo con su madre como cualquier adolescente.
Ryan Ottley, el otro 50% responsable de esta maravilla de cómic, es un maldito genio. Las líneas son limpias pero con garra, y cada viñeta está llena de detalles que te obligan a parar y mirar. Las escenas de acción son un caos controlado: cuando Invencible se estrella contra un edificio, sientes el crujido de los ladrillos, y cuando alguien recibe un puñetazo, el impacto llega a doler. Ottley tiene un don para las expresiones faciales: Mark puede pasar de confiado a aterrado en un par de viñetas y lo pillas al instante.

Los diseños de los personajes son icónicos, desde el nuevo traje de Invencible, que es simple pero te queda grabado, hasta los alienígenas más raros, que parecen sacados de un sueño etílico. Y luego está el gore: no es gratuito, pero cuando hay sangre, no se cortan. Un brazo roto, una cara machacada… todo se ve tan real que casi huele a hospital. Los colores, primero de Cory Walker y luego de otros como Bill Crabtree, son el pegamento que hace que el arte de Ottley brille aún más. Los tonos son vibrantes, con rojos y azules lisos, pero también hay un toque sucio en las escenas de pelea que te recuerda que esto no es un cómic para niños.
Los fondos, desde ciudades destrozadas hasta planetas extraterrestres, están tan bien trabajados que puedes recrearte mirando los detalles: un cartel roto, un cielo con dos lunas, o un charco de sangre que refleja el caos. Y las portadas… joder, las portadas son de esas que te hacen querer enmarcarlas. Cada número incluido en el tomo tiene una que te vende la acción antes de abrir la página.
Pero también hay ciertas pegas… A veces, el ritmo es tan frenético que parece que Kirkman está corriendo una maratón. Hay subtramas que se resuelven rápido y te dejan con ganas de más, y algún personaje secundario (como algún Guardian random) se siente como relleno en medio del caos. También, si no has leído el tomo 1, puedes sentirte un poco perdido al principio, porque no te dan un resumen de “anteriormente en Invencible”. Pero son detalles.
Este tomo es una montaña rusa que no para, y cuando llegas al final, estás pidiendo más como si fuera una droga. Si has visto la serie de Prime Video, que mola, este cómic la supera en intensidad y crudeza. Es más visceral, más libre, y no tiene que preocuparse por censura.
El segundo tomo de Invencible es un pepinazo, es para los que quieren superhéroes con alma, no solo capas y poses. Ottley y Kirkman están en su salsa, y Planeta lo ha empaquetado como si fuera un regalo de Navidad.
- Invencible 02/06. Planeta Cómic
- cartoné. 656 pp. color. 50€
- edición original. Invincible #25-47 y The Pact #4. Image
