Críticas de literatura

Crítica:»El Hambre de los Dioses». Cuando los dioses entran en juego todo se complica.

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Segunda entrega que mantiene el nivel de la primera. Personajes carismáticos, batallas épicas, vikingos, sangre, acción y venganza, ambientado en un mundo de fantasía. Deseando leer el final de la saga.

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El pasado año 2022 la editorial Minotauro publicó ‘La sombra de los Dioses’, primera entrega de la saga de fantasía vikinga ‘Hermanos de Sangre’, escrita por John Gwynne. La editorial anunció que para finales del 2023 vería la luz la segunda parte ‘El Hambre de los Dioses’, y fieles a su palabra la tenemos entre las manos. Si todavía no conoces a Elvar, Orka, Varg y al resto de protagonistas de la saga, te sugiero no continuar leyendo esta reseña ya que contiene algún spoiler de la primera.

Lo primero de todo es que hay que agradecer que hayan incluido un breve resumen de la novela anterior ya que debido a la gran cantidad de personajes y al extenso worldbuilding que ha creado el autor este repaso ayuda a situarse. Esta entrega es continuación directa de la primera y comienza in media res, con la temible guerrera Orka Machacacráneos buscando desesperadamente a su hijo Breca, el cual fue secuestrado junto a otros niños por los Alimentadores de Cuervos. El grupo necesita a los pequeños para que la diosa dragona Lik-Rifa, que estuvo presa en una cueva muchísimos años y que ahora es libre, forme su nuevo ejército de adeptos y pueda cumplir su venganza.

Elvar Puño de Hierro, Grend y Sighvat sellaron un juramento de sangre para rescatar a Bjarn, el hijo de la bruja Uspa también prisionero de los Alimentadores de Cuervos. A cambio de que salven a su hijo, la bruja les ha prometido gloria y fortuna guiándolos hasta Oskutred, el lugar en el que los dioses murieron y donde cuentan las leyendas que dejaron sus tesoros esparcidos por doquier y al alcance de cualquiera que encuentre la ciudad secreta, pero Elvar no está segura de si sus compañeros la seguirán en su misión, ya que una cosa es combatir en una batalla y otra muy diferente es enfrentarse a los Alimentadores de Cuervos y una diosa dragona. Para salir airosos necesitarán mucho más que escudos y hachas afiladas, necesitarán aliados y para eso tendrán que resucitar a Ulfrir, el dios lobo que falleció en el Ragnarok.

Por otra parte, Varg, un esclavo que huyó de su amo en busca del asesino de su hermana Froya ha encontrado una familia en los Hermanos de Sangre y junto a ellos descubre que es un corrompido, que la sangre del dios Ulfrir corre por sus venas y tendrá que aprender a controlar el lobo que lleva dentro ya que dejarlo salir podría significar su muerte y la de todos los Hermanos de Sangre. ¿Cómo se soluciona todo esto?, ¿Cómo se resucita a un dios muerto y se mata a una diosa dragona que busca venganza?. Esas y otras preguntas tendrán su respuesta a lo largo de las 638 páginas que contiene la novela, aunque aviso de que cierra muchos interrogantes pero abre la puerta a otros nuevos.

El primer libro me entusiasmó. Se nota que John Gwynne posee un gran conocimiento sobre la mitología nórdica y gracias a eso, el worldbuilding que ha construido es muy rico y diferente a lo que estamos acostumbrados a leer sobre el tema. Reconozco que al principio puede abrumar a aquellos que esperan una narrativa más sencilla y directa, pero insisto en que eso es precisamente una de las cosas que hizo enamorarme de esta saga y que la hacen tan interesante. El autor sentó las bases del mundo que quería construir en el primer volumen y una vez hecho, en este segundo todo avanza y fluye. No sólo el mundo y la historia están bien construidos, también los personajes. Todos tienen su propia voz, su propia personalidad y a lo largo de las páginas notamos su evolución. Sentimos que las cosas que les han ocurrido, las decisiones que han tomado, les han pasado factura y ahora son personas diferentes a cuando empezaron su viaje. Biórr traicionó a sus amigos y ahora duda sobre sus actos y el remordimiento le asalta cada vez más. Gudvarr ha tomado protagonismo y está resultando uno de los más divertidos debido a las situaciones en las que se ve inmerso. Hasta los niños pequeños, que en el primer libro fueron la excusa para que otros personajes empezaran a andar, aquí demuestran que no son solo un McGuffin y tienen voz propia. Estos son unos ejemplos pero sucede lo mismo con el resto. Con todos y cada uno de ellos.

John Gwynne durante una recreación histórica.

Y por supuesto tenemos acción a raudales porque, ¡que sería una novela de vikingos sin sus batallas!. Describir un combate no es tarea fácil, la situación suele ser bastante caótica y en ocasiones sucede que el lector se aburre al no entender qué está sucediendo y termina leyendo de manera superficial hasta llegar a la resolución. Tengo dos autores favoritos a la hora de describir escenas de acción, uno de ellos es Abercrombie, que tiene el don de relatar una batalla en apenas unos párrafos y lograr que el lector sienta que está junto a los protagonistas en medio de la contienda, sin perderse en ningún momento. Mi segundo autor favorito es Bernard Cornwell, nadie como él describe tan vívidamente la experiencia de estar en un muro de escudos, la adrenalina del momento, el sufrimiento y la agonía que sienten los personajes. A estos dos autores debo sumar a partir de ahora a John Gwynne. Uno de sus hobbies es la participación en recreaciones históricas y gracias a eso ha sufrido en sus propias carnes lo que es desviar un hachazo con un escudo o esquivar un espadazo. La vivencia de estar en una batalla aunque sea ficcionada marca la diferencia, ya que logra transmitir al lector todas esas experiencias. Además, sigo elogiando los vastos conocimientos que posee sobre la cultura vikinga, como el hecho de que el cuero con el que confeccionan las ropas es cuero hervido, o el detalle explicar cómo un personaje después de una batalla, frota su armadura con piedras para limpiarla y quitarle la sangre para evitar que se oxide. Sé que esos detalles parecen triviales, que en realidad esto no es un ensayo, que esos datos no hacen avanzar la trama ni nada, pero para mi, son el tipo de detalles que hacen que esta novela sea lo que es y que el mundo que ha creado resulte verosímil aún siendo fantasía. Aquí sufres por los personajes, ríes con ellos y brindas en la sala de hidromiel cuando las cosas les han ido bien. Cuando eso ocurre, es que el trabajo por parte de John Gwynne está muy bien hecho.

Tal y como ocurrió en la entrega anterior, la historia concluye con un cliffhanger que me hace maldecir al autor y a toda su estirpe por dejarnos así. Espero con ansias que Minotauro (por favor, por favor, por favor) publique el final de la saga el próximo año y no nos haga esperar mucho.

  • El hambre de los dioses. John Gwynne.
  • Fantasía. 638 páginas.
  • Rústica con solapas 20.95€

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