Críticas de videojuegos

Análisis de Tormented Souls II, el eco de pesadillas pasadas

Gráficos
Sonido
Jugabilidad
Duración

Muy bueno... con sus cosas, pero supera al anterior

Un homenaje a los survival horror de los '90, pero con la potencia de hoy día

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Lanzado en PC, PS5 y Xbox SerieS/X el 23 de octubre de 2025 por los valientes de Dual Effect y publicado por PQube, este título de survival horror llega justo a tiempo para Halloween, como un regalo envuelto en sangre y acertijos imposibles. Y si has jugado la demo en Steam disponible desde hace semanas ya sabrás que esto es como un viaje al infierno con estilo noventero.

Ahora, con el juego completado, podemos confirmar que es una carta de amor retorcida a los clásicos, con toques modernos que lo hacen adictivo… y frustrante. En total da para unas 20 horas de puro terror, puzzles que te hacen cuestionar tu cordura y una historia tan predecible como interesante.

Si recuerdas con cariño aquel tiempo en el que los survival horror se servían de cámaras fijas para crear tensión, de una atmósfera inquietante basada en su entorno y de personajes «acartonados» con dificultades en el combate, pues este es tu juego. Una continuación directa del primero que lo mejora en todo y que mantiene vivo un tipo de hacer y generar terror, en esto de los videojuegos, que marcó a varias generaciones.

Hablemos de la historia

Porque si hay algo que Tormented Souls II hace bien es engancharte con un argumento, que parece sacado de una telenovela gótica dirigida por un loco. Retomamos justo donde terminó el primer juego (tranquilos, no hay spoilers mayores aquí: si no lo jugaste, no pasa nada, porque esta secuela se sostiene sola). Caroline Walker, nuestra heroína con parche en el ojo y chaqueta de cuero tan ochentera que parece salida de un videoclip de Madonna, está intentando reconstruir su vida junto a su hermana Anna. Han escapado de los horrores del Winterthür Hospital, pero el trauma no se va tan fácil.

De hecho se les ocurre la «genial» idea de ponerse en manos de una misteriosa Madre Superiora que dirige un convento en una remota población montañosa, Villa Hess. Todo muy sospechoso, pero allá que van nuestras dos protagonistas. Sin sorpresa ninguna la pequeña Anna desaparece durante la siesta que nos echamos nada más llegar al convento… y tras escucharla gritar nos toca acudir al rescate.

Así pues Caroline, armada con su escepticismo y un maletín de determinación, se lanza a una búsqueda desesperada que la lleva a recorrer Villa Hess, convento y mansión abandonada incluidas, en las colinas brumosas de algún rincón olvidado. Villa Hess no es solo un escenario: es un personaje vivo, podrido y lleno de secretos. Imaginaos una mezcla entre el Spencer Mansion de Resident Evil y el hospital psiquiátrico de Silent Hill 2: pasillos laberínticos con tapices raídos, habitaciones llenas de reliquias ocultistas y sótanos que huelen a azufre y arrepentimiento.

La narrativa está llena de giros locos, con diálogos cursis como «¡El mal no descansa, Caroline, pero tú tampoco!» pronunciados por un sacerdote sospechoso que aparece de la nada (porque, claro, ¿qué horror está completo sin un cura creepy?). Esta ligereza argumental podría ser tomada como punto negativo en otro título pero aquí, homenajeando cierta época y ciertos juegos, encaja. Te recuerda a las tramas locas de los 90, donde el lore se construía con notas garabateadas y cintas de audio que narran tragedias familiares. Al final, la historia explora temas de hermandad, culpa y redención, pero envueltos en esa mencionada narrativa de otro tiempo. Y eso es parte del encanto: no busques lógica, solo déjate llevar por el caos.

Armas artesanales y enemigos de acero

En la jugabilidad Tormented Souls II brilla como un cuchillo oxidado bajo la luna llena… y también es donde tropieza como un zombi con resaca. Es un survival horror puro, sin piedad, con cámaras fijas que te obligan a girar la cabeza como en los viejos tiempos. Caroline se mueve con esa torpeza deliciosa de los clásicos que corre torpemente y se agacha con pánico cuando oye un crujido.

La exploración es parte inevitable del juego y te hace recorrer la villa en busca de llaves, notas y objetos que combinan de formas absurdas (¿una ganzúa hecha con un peine y un alambre? ¡Por supuesto!). En este aspecto brilla la creación de armas, uniendo elementos que terminarán transformándose en una pistola de clavos o una letal escopeta.

Los puzzles son el plato fuerte y un elemento en el que los desarrolladores han puesto mucho trabajo, desde rompecabezas de luces y sombras que te hacen maldecir en arameo, hasta enigmas basados en el culto que nos amenaza y que requieren que leas cada diario como si fuera la Biblia. Uno de mis favoritos involucra alinear símbolos astrales en un reloj solar para abrir un pasadizo secreto… Son complejos, a veces obtusos, pero recompensantes y te aportan esa euforia cuando encajas la pieza final, así que vale la pena «encabezonarse» con ellos.

El combate, en cambio, es un arma de doble filo. Como hemos apuntado, Caroline fabrica sus propias armas improvisadas, incluyendo un cuchillo oxidado para los cara a cara. Todo esto es genial y ya sabemos que apuntar y moverse es una mecánica muy particular en estos juegos de cámara fija… el problema llega cuando algunos enemigos demuestran una resistencia exagerada. O, todavía peor, cuando las hordas aparecen… Las criaturas cierran distancias a velocidad vampírica, y con cámaras que no siempre muestran el peligro, terminas rodeado de zombis babosos y entidades espectrales.

En definitiva, el combate, a veces, es muy frustrante. A esto contribuye el sistema de guardado fiel a la saga. ¿Os acordáis de los primeros Resident Evil y sus cintas para máquinas de escribir? De como las guardábamos como el oro por su importancia y escasez. Pues aquí pasa lo mismo. Tenemos cintas de grabación con las que podemos guardar partida… pero es una pesadilla recorrer un buen trecho sobreviviendo a malas penas para que acaben contigo y tener que volver al punto de guardado. Esto pasa en el Modo de Dificultad Normal, aunque también contamos con otro más casual que te graba automáticamente cada vez que entras a una sala… pero aquí todo es tan fácil que un jugador veterano no encontrará reto, con enemigos mucho más vulnerables y munición por todos lados.

No hubiera estado mal un modo de dificultad intermedio.

Gótico, hermoso y visualmente espectacular

Gráficamente, Tormented Souls II es una joya indie. Corre a 60 FPS estables en PS5 donde lo hemos jugado, con texturas detalladas que capturan la decadencia: óxido en las cañerías, polvo flotando en rayos de luz, y sangre fresca que salpica con un gore satisfactorio.

Los escenarios, repletos de imaginería, santos y vírgenes en penumbra, le da un toque tenebroso muy interesante. A esto se suma la iluminación dinámica, que es magistral con ese mechero que porta Caroline y que parpadea en la oscuridad, creando sombras que juegan con tu paranoia (ella tiene fotofobia, lo que añade capas al terror psicológico y hace que no puedas permanecer en zonas oscuras).

El diseño de sonido es de diez, encontramos crujidos de madera, susurros en latín y un score orquestal que sube la tensión como un latido acelerado. La voz de Caroline, con su acento americano curtido, está sensacional… y los enemigos rugen como bestias de pesadilla, con SFX que vibran en el DualSense.

Pero hay un punto negativo: las cinemáticas. En ellas se reconoce que es un juego modesto, con modelados y texturas cuestionables que chocan de bruces con esos escenarios impresionantes que ofrece el título durante la parte jugable, con las cámaras semi-fijas, que ofrecen visiones impactantes, recargadas de contenido, decoración y mil detalles.

Conclusiones tormentosas

Hay aspectos que lo hacen rejugable, como sus dos finales, que dependen de tus elecciones tardías. Además, completar el Modo Normal desbloquea la dificultad «Tormented», un infierno brutal con enemigos más agresivos y puzzles randomizados.

Comentar también que además de sus versiones digitales hay una física, cortesía de Meridiem, existiendo otra llamada Deluxe Edition que trae outfits desbloqueables para Caroline. Y post-lanzamiento, prometen contenido extra: modos New Game+ y quizás un DLC con más lore sobre el culto.

Es un juego que invita a volver, a cazar coleccionables como fotos polaroid que revelan backstory, o a speedrunear puzzles para batir tus tiempos. En el fondo, Tormented Souls II es un homenaje descarado a los reyes del survival horror. Dual Effect no reinventa nada, pero desentierra los clásicos, los limpia y los pone a funcionar con talento y amor indie. Tiene fallos: el combate puede frustrar si buscas acción fluida, y algunos puzles te pueden derrotar, pero eso precisamente es un survival horror clásico.

Si el primero te enganchó (y si no, ve y juégalo; es un regalo al precio que tiene hoy en día), esta secuela eleva la apuesta. Es terrorífico, absurdo, hermoso en su fealdad, y perfecto para noches de tormenta.

Giacco

Redactor jefe de las secciones de Cómics y Videojuegos, así como presentador de muchos de los programas de Hello Friki Podcast.

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