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Crítica: “100 BALAS: Hermano Lono”. Old Man Lono

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“¿De qué tienes miedo? Ah, sí, lo olvidaba...de ti mismo”

Una lectura adictiva en el fondo y violentamente hermosa en la forma.

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Lejos de epilogar su obra magna y sin considerar producir un spin off o intercalar una historia a modo de flashback y a ver que pasa, Brian Azzarello vuelve a su principal universo de creación propia para escribir un verso suelto que reúna a los lectores que disfrutaron en menor o mayor medida su “100 Balas” y para captar la atención del desconocedor curioso que le motive a saber lo que pasó antes de la presente obra. Porque en efecto, ahí radica su relevancia, no es necesario haberse leído los cien números de la colección para disfrutar de este cómic. Y lo hace de la manera más compleja posible, la de contar una historia después de “100 Balas” con esa particularidad.

Podría haber profundizado en una historia puente entre alguno de los arcos argumentales de la serie, incluso narrar el origen de Lono. Pero no, resulta que se saca de la chistera una miniserie sobre el particular soldado del Trust tras los acontecimientos de la serie que le creó sin sonar a rectificación o aclaración de la misma. En plan, voy a aprovechar una serie a publicar un montón de años después para corregir determinados puntos que los años, a través de los lectores con mejor o peor intención, han señalado. Pues no, Azzarello como gran profesional que es, utiliza al personaje que más evolucionó en la épica saga para colocarle en otro escalón evolutivo. Si en la serie madre lo conocimos como una bestia sanguinaria y sin escrúpulos que paso a paso se colocó con un porte más regio, más reflexivo y cerebral, pero sirviéndose de los mismos recursos que le presentaron como una auténtica fuerza de la naturaleza, en este caso nos encontramos con alguien más prudente y sensato pero sabiendo de donde viene y la bestia interior que contiene pero que aguarda al acecho para salir a la mínima oportunidad. Es curioso, pero si se lee el primer arco argumental de “100 Balas” en el que apareció Lono y acto seguido leemos el presente volumen, el interés no iría tan encaminado a averiguar los continuos misterios, giros y líneas argumentales abiertas en dicha serie, sino saber el recorrido vital del personaje ente ambos puntos. Así de cañero fue este personaje y así de maestra es la coherencia interna que aquí se presenta. Y ojo, recordando que el arco de Lono en “100 Balas” se cerró. Si algo no es esta obra es un parche, ni desde luego una máquina tragaperras. Sólo que de todos los escasos apuntadores que sobrevivieron en su día, con Lono se podía contar algo más. Y después de una obra del calibre de “100 Balas”, es bonito volver a recordar aquella lectura que con sus pros y contras nos puso emocionalmente contra las cuerdas durante tanto tiempo. Supone volver a un universo editorial fascinante y magnético. Y lo más importante, estimulante. Para pillarle un poco el punto a Lono a fin de ponerle en situación, su trasfondo recuerda a los personajes interpretados por Clint Eastwood en Sin Perdón y Gran Torino sin el lastre de la edad. Mejor, así subimos las apuestas para la vuelta del Viejo Lono.

Con independencia de la calidad intrínseca de la obra en todos los niveles a estudiar, el ambiente es “100 Balas” total. Sangre, sudor y lágrimas. Mucha culpabilidad y poca inocencia en un ambiente criminal chungo hasta decir basta. Es decir, “100 Balas” en estado puro. Un cártel de la droga que necesita expandirse y una iglesia adoptiva de huérfanos que resiste como aldea gala. Y Lono de Obélix. Ahí es nada. Este no necesita poción, él es la poción. Y a partir de esta premisa, pues os podéis imaginar lo que nos vamos a encontrar. Esto último para los conocedores de la serie original. Para los recién llegados, decirles que se van a encontrar una historia básicamente neonoir en entornos abiertos, calurosos y desérticos absolutamente entretenida si gustan de tíos muy malos y de otros más duros. Pero si la intensidad y los momentos impacto se suceden capítulo a capítulo, se aprecia su poca pretenciosidad, su mucha humildad y su demasiada vocación entretenedora.

En cuanto al dibujo, creo que decir Eduardo Risso y “100 Balas” es suficiente para referirnos en este apartado artístico. Los años no pasan en balde, pero gráfica y narrativamente sigue siendo portentoso. Las expresiones y movimientos corporales intercalados entre las iluminaciones y los espacios siguen siendo de altísimo nivel. Su fusión cerebral con Azzarello forma un ente único que sabe perfectamente donde y como colocar determinada escena y composición. Todo en favor de una lectura adictiva en el fondo y violentamente hermosa en la forma.

“Hermano Lono” se lee en un suspiro pero se disfruta como una siesta larga, porque deja su poso por el reencuentro con el personaje y su universo y por la satisfacción de una haber leído una historia potente y sin complejos.

100 Bullets: Brother Lono 1-8, DC Comics. 100 Balas: Hermano Lono, ECC Ediciones. Cartoné. 192 págs. Color. Pvp: 21,50 euros.

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