Crítica: «Maldad Eterna: Arkham en Guerra». Juego de tronos en Gotham

Una saga, un evento, del calibre de Maldad Eterna, salpica con sus repercusiones a todo el Nuevo Universo DC sin excepción. El caos que se desata en una ciudad tan problemática como es Gotham, ahora exenta de héroes que luchen por mantenerla mínimamente bajo control, está completamente desbocado. El cuerpo de policía y sus mínimos efectivos no corruptos son apenas un parche que intenta detener un torrente delictivo.

Es normal, así la situación, que los mayores villanos de la ciudad se hayan erigido en los líderes de la misma, controlando a bandas de delincuentes y sometiendo a la castigada población. Gotham está ahora dividida en sectores, controlados por viejos conocidos como Espantapájaros, Hiedra Venenosa, Man Bat o, el más peligroso de todos ellos, por ser tan genial estratega… el Pingüino. Esta situación cambiará de forma radical cuando Bane entre en escena… pues tiene decidido conquistar Gotham entera, sometiendo a esta coalición de villanos a una guerra abierta.

Contemplamos como cada personaje mueve sus piezas con un interés único… erigirse en dueño y señor de la ciudad gótica ahora que Batman, su protector, se encuentra desaparecido y sin visos de volver. En este particular juego de tronos Espantapájaros se muestra como un jugador capaz de anticiparse a sus enemigos y sorprenderlos por su brillante capacidad estratégica. Pingüino sabe como manipular a fuerzas superiores a él, y sacar partido de ello. El Comisario Gordon se limita a resistir, consciente de su vergonzosa desventaja y confiado en que los héroes, tarde o temprano, volverán. Y Bane… Él es caso aparte. Se cree heredero de Batman y, por tanto, obligado a destruir a tanto demente peligroso con ínfulas de rey… aunque el más peligroso y demente de todos quizá sea él.

En este interesante marco se desarrolla la miniserie Arkham En Guerra, publicada por ECC en un brillante tomo único, que recopila sus 6 números originales,  ya enfilando la recta final de la saga Maldad Eterna. Un volumen donde los protagonistas absolutos son los dementes enemigos del Señor de la Noche, liberados a su antojo en una ciudad rendida a la Maldad Eterna. Peter J. Tomasi aprovecha las virtudes y debilidades de cada uno de ellos para crear unas relaciones tan inestables como lógicas, y aprovecha el potencial de Bane para entronarlo como protagonista y «defensor» de la aun más decadente Gotham. Todos esos grandes villanos que aparecen en «Arkham en Guerra» lo hacen de forma correcta y disfrutando de momento remarcables, llevándose la palma un manipulador Pingüino y un ambicioso Espantapájaros. En la figura de Bane encontramos la del ausente Batman, pero quizá quede algo desdibujado, pese a su impresionante apariencia física, ante tal despliegue de personajes. Y es que, aunque en esta historia no tengan tanto protagonismo como Bane, Hiedra Venenosa, Killer Croc, etc. tienen más historia a sus espaldas y nunca dan la impresión de quedar desdibujados bajo la imponente apariencia de un Bane protagonista.

Por su parte, el dibujo de Scott Keaton le sienta fenomenal a una Gotham todavía más oscura y anárquica que de costumbre, y sabe estar a la altura en aquellos dibujos multitudinarios donde pelean decenas de personajes a la vez. Si bien la sensación de guerra queda muy bien plasmada… las secuencias individuales de lucha pueden resultar algo estáticas. pero si en algo destaca el dibujo es en reflejar la monstruosa fuerza física de Bane, recreándose sin complejos en splash pages contundentes y efectistas.

Maldad Eterna: Arkham en Guerra, es una buena miniserie que deleitará a los fanáticos de Batman y se vuelve indispensable para los completistas que quieran cerrar todos los frentes abiertos en este evento. Fuera de ahí, poco aportará a los que no sigan las curiosas historias de la DC actual ni les importe las ramificaciones de la ya mencionada Maldad Eterna.

Pero es, en definitiva, una buena historia con dos protagonistas de lujo, Bane y la misma ciudad de Gotham.