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Crítica: «El Sheriff de Babilonia, Bang.Bang. Bang.» Vertiginosa esperanza

Resumen de la Crítica

General
Guion
Dibujo
Personajes
Historia
Edición

“Lucharé y encontraré el paraíso para ellos, para toda mi familia. ¿Cómo puede ser eso venderse?”

Una serie muy prometedora que evoca los grandes tiempos del género negro del sello Vertigo

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Las sensaciones de “Bang.Bang.Bang” me retrotraen a los comienzos de “Scalped” y “100 Balas”, cúspides del género negro del sello Vertigo (en mi opinión). Lecturas demoledoras y con pegada, con mucha pegada. Con cartas de presentación como esta obra, “Grayson” (DC, coescrita) y “La Visión” (Marvel), Taylor se convierte en el caballo ganador del circuito. Milimétricamente bien escrita, profusamente documentada y con un pulso dramático extraordinario, el autor nos zambulle en el detrás de las cámaras de la invasión norteamericana de Irak. Conocedor del terreno como oficial de la CIA, el matrimonio de la experiencia y la buena praxis artística culmina en una noche de bodas explosiva de sangre, sudor y arena. El autor nos presenta un thriller criminal en el escenario más insospechado que uno podría imaginar. Con los elementos clásicos del crimen por resolver, con maniobras conspiranoicas por un lado y la paranoia por otra, el lado refrescante y novedoso lo encontramos en el marco de acción. Más enfocado a profundizar en la crítica internacional de las grandes potencias post 11-S, las obras de ficción en cualquier medio centradas en el Irak ocupado exploraban las experiencias de los marines en sus particulares tour de force existenciales. En cine y televisión pudimos comprobar un buen mosaico de estudios morales al respecto. “Green Zone”, “El Fracontirador”, “En Tierra Hostil” y “Generation Kill” profundizaban la mirada del horror en ambos lados de este conflicto a través de sus agentes militares. Pero poco sabíamos de los sufridores, la población civil a merced de los planes de la gran potencia. Sin denunciar ni juzgar, únicamente presentando hechos, Sheriff de Babilonia da voz a las desgracias que provoca la inmadurez sanguinaria de unos chavales que pegan tiros emulando un videojuego real. A los pacientes que quieren hacer grande de nuevo una región geográfica que sostenía imperios en la antigüedad. A los que quieren transformar el infierno en un lugar mejor. A las madres que ha perdido a sus hijos en actos de barbarie extrema. A los fanáticos oportunistas de gatillo fácil que buscan el poder clandestino vendiendo la muerte del invasor como objetivo social. Todo en un juego mortal de supervivencia contenido en una fuente plagada de giros brillantes y momentos espeluznantes.

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Como es de rigor en este tipo de obras, el crimen es el macguffin que permite mover a los protagonistas de un lado a otro en función de sus decisiones, interacciones y vivencias. El motor que impulsa una serie de conexiones sociales de dos culturas alejadas por siglos de diferencia. Siempre en momentos límite dramáticamente impuestos. El elemento criminal en esa realidad tergiversada por los telediarios, une los destinos de cuatro personas que en otra vida serían los mejores amigos de la pandilla. Ahí radica otro valor a la escritura, la exquisita sensibilidad que aflora en el ambiente representada en sus protagonistas. Personas de apariencia dura pero con mucho corazón. Un regalo para la credibilidad de esta ficción. Con una presentación magistral, el dramatis personae de la historia produce el reencuentro con la brillantez creacionista interna y emocionante que este género ha dado a lo a largo de los años en esta faceta. Con tres pinceladas, las motivaciones y métodos de actuación de estos provocan la zozobra en el paso de las páginas. Como echaba de menos el escalofrío emocional directo y contundente en un solo capítulo, lo que reproducimos mentalmente como “Whao, que bueno!!”.

Y para buenos los diálogos. Cortos e incendiarios, firmes, cortantes y lapidarios. El punto extra que pone esta serie en la pole position de la pila de lecturas obligatorias. La telaraña que atrapa al lector ávido de colarse en primera persona en las vidas de estadounidenses e iraquíes en este entorno tan duro e ingrato. Lo que no te muestran las noticias televisivas. Lo que se cuece por dentro de unas personas en el momento más crucial de sus vidas.

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El dibujante Mitch Gerards da vida a la imaginación de King. Y lo hace muy bien. A efectos anatómicos, da la sensación que su trazo pisa fotografías reales. Su repertorio facial tiene tantos registros como muescas puede dar cualquier rostro humano. Sin escatimar en detalles, tanto costumbristas (fumarse un cigarro o chutar una pelota) como extraños para la gente de bien (pegar tiros y cortar yugulares), los recorridos urbanos y naturales funcionan como una guía turística del caos. Se maneja muy bien narrativamente en secuencias fuera de plano, recalcando el destinatario del mensaje más que su interlocutor, enfatizando en la tragedia que esconde el mismo al unísono con el drama interior de quien recibe ese comentario. Hay muchos detalles así. En cuanto a la movilidad, sus ángulos son muy cinemáticos. Sobre todo en momentos de mucha tensión, desde un ataque con lanza cohetes contra un monovolumen hasta un tiroteo en una mezquita. Los planos cenitales sobre una autopista en pleno ataque o un enfoque directo del cañón de una pistola en pleno disparo, consigue trasmitir esa sensación de espectacularidad y crudeza que tanto nos gusta en este tipo de dramas de acción. Maneja muy bien los tiempos, sobre todo en situaciones de mucha angustia silenciosa, como por ejemplo la entrada sigilosa y precavida en una vivienda sospechosa regada de cadáveres. Esos instantes donde el peso narrativo recae en el dibujante ante la ausencia de palabras con los únicos sonidos que vienen de fuera. Como he dicho, máximo detalle tanto en ambientes como en elementos físicos.

Además se encarga del color. Que mejor que el propio artista gráfico sea quien decide la paleta de colores para sus diseños. El resultado me parece muy bueno. Tonos cobrizos omnipresentes para los días arenosos, azulados para las noches y espacios cerrados. Recurso roto por la significación de un objeto o elemento físico de gran importancia para una determinada secuencia. Desde una maleta hasta un charco de sangre. Un todo muy atmosférico en su conjunto que otorga el rasgo verosímil necesario en este contexto.

El Sheriff de Babilonia, una serie muy prometedora. Un recuerdo del Vertigo de los mejores años y un consuelo para los huérfanos de un sello editorial legendario que quiere seguir dando guerra. Y nunca mejor dicho.

The Sheriff of Babylon 1-6, Vertigo/DC Comics. El Sheriff de Babilonia: Bang.Bang.Bang, ECC Ediciones. Color. Rústica. 160 pags. Pvp: 14,95 €. Fecha de edición: Diciembre 2016.

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