Sitges 2025: Paseo por los títulos imprescindibles

El festival de Sitges, una de esas fechas ineludibles para los amantes del cine de género, ya ha llegado a su fin. Este año, azotado repetidamente por un temporal de agua que ni aún así consiguió extinguir el fuego de esta 58º edición.
Entre paraguas, cafés improvisados y colas plagadas de conversaciones cinéfilas, volvió a sentirse esa energía única que solo se da aquí: la mezcla perfecta entre devoción por el cine, locura colectiva y amor por el brillo de la pantalla.
Con un nivel de programación sorprendentemente alto. Ha habido de todo: thrillers afilados, ciencia ficción con alma, terror que se cuela bajo la piel y comedias que se ríen de sus propios monstruos. Más que nunca, el festival ha demostrado que lo fantástico no es una evasión, sino una forma de mirar lo real desde otro ángulo.
Volver de Sitges siempre deja la misma sensación: la cabeza llena de imágenes imposibles y el corazón un poco revuelto. Y esa, creo, es la mejor señal de que el cine sigue vivo. Aquí os dejamos una pequeña muestra de lo mejor que hemos visto en esta 58º edición del festival de Sitges.
Man Finds Tape – Paul Gandersman y Peter S. Hall

¿Qué pensarías que podría salir si mezclamos un aparente mockumentary con una buena cantidad de found footage y lo ambientas todo en un entorno totalmente “Lovecraftiano”? La respuesta es MAN FINDS TAPE.
Los directores Paul Gandersman y Peter S. Hall, respaldados por la productora Rustic Films—del tándem Justin Benson y Aaron Moorhead (responsables de The Endless (2017), Something in the Dirt (2022) y episodios de la serie Marvel Moon Knight (2022))—nos presentan una premisa bastante común dentro del subgénero de cintas encontradas. Somos testigos del caso de Lucas Page, quien saltó a la fama tras encontrar en el granero de sus padres una cinta con su nombre. En ella aparecía él de niño siendo visitado en su dormitorio por un completo desconocido del cual no guarda ningún recuerdo. Con la ayuda de su hermana Lynn, los hermanos Page indagarán en las entrañas del pueblo, descubriendo poco a poco una verdad aterradora que se oculta a plena luz del día en un pequeño pueblo de Texas donde nunca pasa nada.
Así arranca una de las películas más originales de la edición. Con cámara en mano, declaraciones, llamadas y mensajes—como si se tratara de un True Crime—, el dúo texano nos presenta una mezcla de lo más interesante llena de intriga, momentos de contener el aliento y pura ciencia ficción. Un camino con pocos baches y mucha incertidumbre que nos paseará por un buen puñado de géneros. Una muy buena primera película para la dupla de directores norteamericanos.
Café para cafeteros que pasa directamente a esa categoría de inclasificables del género.
No Other Choice – Park Chan-wook

Muy pocas veces se puede decir que una película se convierta en un clásico inmediato, pero con No Other Choice el director coreano nos demuestra no sólo que es posible, sino que la definición de CINE como tal, puede estar ligado a esto. Park Chan-Wook, que ya nos demostró con Oldboy en 2003, The Handmaiden en 2016 o Decision To leave en 2022 que es un creador nato de narrativas, nos ha vuelto a dar otra masterclass particular.
En un ejercicio de control absoluto, Park Chan-Wook nos mete de lleno en la perfecta vida de Yoo Man-soo, un hombre de éxito que lo tiene todo: la mujer perfecta, la casa perfecta, los hijos perfectos e incluso los perros perfectos pero, de la noche a la mañana, tiene que rehacer su vida debido a que a unos recortes en la empresa le colocan a él y a muchos compañeros más de patitas en la calle. Su castillo de naipes se desbarata, encontrándose frágil y desnudo de golpe con la feroz crítica social del director surcoreano: una sociedad predominantemente machista, con férreas raíces en que el trabajo define a la persona casi más que sus propios actos y todo eso sazonado con otras duras críticas a una sociedad estúpidamente capitalista que ha perdido la conexión emocional por la vida más allá del dinero. El coreano filma con la seguridad de quien ya no necesita demostrar nada, pero aun así decide hacerlo, por puro placer. Su dirección no busca impresionar, sino hipnotizar, y lo consigue con un pulso que muchos directores envidiarían incluso en sus mejores días.

Lo fascinante es cómo Park sigue encontrando nuevas maneras de hablarnos de lo mismo: culpa, deseo, autoexigencia, la proyección hacia una sociedad corrupta. Aquí el humor, seco y perverso, funciona como una trampa emocional: te ríes justo antes de que algo te duela. Cada plano, cada pausa, cada cambio de tono tiene una intención quirúrgica. La película no teme mutar de registro: pasa del suspense al absurdo y del absurdo al lirismo con una naturalidad que, en manos de otro, sería un desastre. Pero en Park, el desequilibrio se convierte en estilo.
Y ahí está la genialidad: en cómo logra que ese mosaico de tonos, géneros y emociones acabe formando una unidad perfecta. Como si Hitchcock, Buñuel y Wong Kar-wai hubieran decidido emborracharse juntos y rodar algo al día siguiente. “No Other Choice” no es solo una película, es una lección de cine. Una de esas obras que te obligan a recordar por qué te enamoraste del séptimo arte en primer lugar. Imprescindible.
Si Tuviera Piernas Te Daría Una Patada – Mary Bronstein

La productora A24, que lleva más de una década regalándonos joyas de todo tipo de género, nos trae Si tuviera piernas, te daría una patada. Este segundo largometraje de la directora estadounidense Mary Bronstein—quien escribe y dirige— y que debutó en el festival de Sundance y ahora aterriza en el festival de Sitges. La premisa: un agujero misterioso aparece en el techo del dormitorio de la protagonista y no solo amenaza la estabilidad del edificio sino también la salud mental y la propia vida de la protagonista. El personaje interpretado por Rose Byrne (co-protagonista de la saga Insidious) debe abandonar su hogar junto a su hija enferma y totalmente dependiente.
Hablar de esta película es hablar del nuevo significado que adquiere la palabra ansiedad y de la portentosa actuación de Rose Byrne, quien carga con todo el peso de la trama sobre sus hombros. Angustiosamente, presenciamos en primera persona un auténtico descenso a los infiernos de la protagonista.
Abandonada por su marido, despreocupado y totalmente ajeno a la realidad fuera de su burbuja laboral, ella debe cargar con las responsabilidades de mantener a flote la estabilidad de su vida y de su hogar mientras sobrevive a duras penas en un motel del carretera, donde su hija enferma pendula entre la vida y la muerte, mientras tiene que seguir haciendo malabares para mantener el trabajo, la sobriedad y una mínima salud mental, cada vez más frágil y agrietada mientras por fuera necesita ser inquebrantable. Todo esto, orquestado con un ritmo vertiginoso y trufado de personajes histriónicos y egoístas pero salvajemente realistas, logra que Mary Bronstein nos saque del cine con el estómago revuelto y la conciencia agitada, donde nos muestra a todos el agujero que cada uno tiene en su propia vida y nos haga replantearnos si queremos seguir luchando o dejar que nos trague.
Obsession – Curry Barker

Continuamos con otro director casi debutante —y con otra muestra de que la nueva ola de cineastas viene pisando fuerte—. Curry Barker aterriza en Sitges con Obsession (2025), un relato tenso y magnético donde Bear, un adolescente enamorado de su amiga Nikki (interpretada con una potencia desarmante por Inde Navarrette), decide usar un objeto mágico para conquistarla: un palo de los deseos. Los más veteranos del género reconocerán enseguida la herencia de La pata de mono y ya sabrán que nada bueno puede salir de ahí. Porque si el cine —y especialmente el de terror— nos ha enseñado algo, es que los deseos nunca salen baratos (aunque cuesten 6,99$ en la tienda mágica de confianza).
Inde Navarrette logra algo que muy pocos actores consiguen: que te encojas en la butaca y contengas la respiración solo con una sonrisa o una mirada. La actriz norteamericana —a la que ya habíamos visto en Superman & Lois (2021), Wander Darkly (2020) o 13 Reasons Why (2017)— se come la pantalla sin pedir permiso. Catapultado por un deseo mal formulado, convierte lo que prometía ser una vida perfecta en un cúmulo de desesperación, lágrimas y llantos que golpea como un ladrillo en la cara contra la vida de la pareja.
La película derrocha personalidad propia y pese a que bebe —y no se esconde— de películas clásicas y actuales del género, consigue desplegar un catálogo de momentos tan incómodos como hipnóticos, de esos que te dejan con una mezcla deliciosa de pavor y fascinación mientras ya comienzas a mirar con otros ojos las esquinas poco iluminadas.
Aún sin fecha de estreno en España, tocará estar al acecho. Y sí, vale la pena esperar.
The Furious – Kenji Tanigaki

En un terreno yermo del cine de acción más puro, donde creíamos que no veríamos crecer brotes nuevos y donde el cénit estaba ya alcanzado con la inconmensurable The Raid (Gareth Evans, 2011), ha emergido The Furious.
Dirigida por el coreógrafo y director japonés Kenji Tanigaki (Enter the Fat Dragon de 2020 o la saga Shinobi), esta película de acción es una orgía de tortas como las que ya no se hacen. Partiendo de un argumento explotado hasta la saciedad como es el secuestro de una niña y su padre en busca de venganza, Tanigaki ha aderezado su propuesta con un toque de mafia oriental. Anestesiados ya con las películas de acción occidentales con mucha arma de fuego, explosiones y alguna otra coreografía aceptable, The Furious entra como un puñetazo en el estómago. Convirtiendo lo que podía ser otra película más en uno de los acontecimientos cinematográficos de la década.

Cada patada y puñetazo resuena como un cañonazo. Una sinfonía de golpes y acrobacias imposibles que convierte la pantalla en un campo de batalla que huele a sangre y desesperación. Lo de Tanigaki no es el realismo, sino la física emocional del cuerpo en movimiento: cada puñetazo tiene un ritmo, cada salto una cadencia, cada impacto un sentido que roza lo espiritual. En una época donde la acción se ahoga en CGI y montajes epilépticos, Kenji Tanigaki apuesta por el músculo, la claridad visual y la precisión quirúrgica. Y gana por ko. Una película que desde el minuto 1 arranca y se vuelve imparable hasta explotar en una batalla a 5 donde el cine de acción alcanza unas cuotas que muy pocas veces se han visto.
The Furious no te pide que pienses, te exige que sientas: el vértigo, el sudor, la tensión de los cuerpos que se mueven al límite. Es cine físico, puro, que entra por la piel y no por la cabeza. Tanigaki entiende que la acción no necesita palabras cuando la cámara sabe dónde mirar. Pura adrenalina que incendia el corazón.
Feels Like Home – Gábor Holtai

Desde Hungría llega Feels Like Home, un thriller de atmósfera opresiva y recursos mínimos que demuestra cómo el ingenio puede suplir cualquier presupuesto. Rita despierta maniatada en un apartamento desconocido, donde un hombre insiste en que es su hermano y que ella es, en realidad, su hermana desaparecida Szilvi. El problema: Rita no recuerda absolutamente nada.
A partir de ahí, Holtai construye un juego perverso entre identidad y manipulación, donde cada gesto y cada silencio parecen esconder una amenaza. La tensión se filtra por las paredes, y la duda se convierte en el verdadero monstruo de la casa. Con una puesta en escena precisa y un guion que juega con la percepción del espectador, el director húngaro juega al gato y el ratón constantemente con el espectador, firmando un thriller psicológico tan inquietante como elegante, lleno de alegorías y con una gran crítica social y cargada de humor negro.
Esta es una de esas rara avis de la que es mejor cuanto menos sabes de ella. Ya que perderte por el laberinto cogido de la mano junto a Rita, no sabiendo qué dirección es la correcta ni qué esquina acabará en un muro, es una de las experiencias más recomendable para esta película.
Desde luego, una película que, pese a que no tiene fecha de entreno en España, vale la pena tener en el radar por si aterriza silenciosamente en cualquier plataforma.
Bugonia – Yorgos Lanthimos

Que Yorgos Lanthimos es uno de los directores más subversivos del panorama no sorprende a nadie. Lleva años agitando el cine contemporáneo, desde las fábulas incómodas de Canino (2009) hasta los excesos deliciosamente grotescos de Pobres criaturas (2023). Desde que Emma Stone irrumpió en su filmografía —convertida en su musa definitiva— el griego no la ha soltado. Bugonia marca ya su tercera colaboración y confirma que su simbiosis es una de las más fascinantes del cine actual.
Esta vez Lanthimos adapta Save the Green Planet! (2003), una joya surcoreana de culto, transformando su locura conspiranoica en un experimento marca de la casa. Un grupo de ecoterroristas secuestra a la CEO de una megacorporación convencidos de que, en realidad, es una alienígena infiltrada dispuesta a destruir la Tierra. Con semejante premisa, cualquiera esperaría un caos total, pero el director sabe jugar muy bien sus cartas y apuesta por un tono sorprendentemente contenido, más interesado en diseccionar la paranoia contemporánea que en regodearse en ella.

La química entre Jesse Plemons (Civil War, Killers of the Flower Moon) y Emma Stone —tensa, magnética y con una mirada que haría enloquecer a cualquiera— sostiene una película que mezcla humor negro y crítica social con precisión quirúrgica. Lanthimos vuelve a apuntar al blanco: el absurdo de las élites, los delirios conspiranoicos y la necesidad de creer en algo, aunque sea en lo imposible.
Bugonia se estrena el 7 de noviembre en cines españoles. Una rareza perfectamente calibrada que demuestra que, cuando Lanthimos se modera, sigue siendo más salvaje que nadie.
