Críticas de cine

Crítica: «El canguro». Amistad

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Referirse a la Nueva Comedia Americana es una falacia, porque el conjunto de filmes de ese nuevo grupo de comediantes entre los que se puede incluir a directores como Judd Apatow, Adam McKay, Todd Phillips, Greg Mottola, Nicholas Stoller y actores como Seth Rogen, Zach Galifianakis, Jason Segel, Kristen Wiig y Jonah Hill son una realidad bien afirmada en el cine estadounidense.

Este grupo de jóvenes artistas han sabido no sólo renovar el género cómico sino integrarlo a otros sin que los filmes pierdan su esencia autoral. Tal es el caso de obras como Funny People (2009), una agria obra maestra que fusiona la comedia negra con el melodrama típicamente hollywoodense. O bien The Other Guys (2010), que cruza el suspenso, el policial, la acción y las buddy movies de los ’80.

Dos claros exponentes de dicha nueva ola cinematográfica como son David Gordon Green –director de la algo irregular pero igualmente divertida Pineapple Express (2008) y próximo a dirigir la remake de Suspiria (1977)– y el gran Jonah Hill se unen para The Sitter (2011), la historia de Noah Griffith, un joven más adulto que adolescente que, sin experiencia alguna como canguro, debe encargarse de cuidar de tres particulares niños durante una noche, lo cual dará paso a toda una serie de situaciones cómicas.

Para cualquier otro comediante, el filme podría haber resultado un paso en falso, pero estamos en presencia de un genial comediante y actor como Jonah Hill. Donde la película flaquea con algunas bromas pasadas de moda o ciertas situaciones repetitivas, Hill aparece con todo su arsenal de expresiones y frases rápidas como dardos para cargarse al hombro el filme y llevarlo a buen puerto. No es una película que se recordará como la mejor de su filmografía, pero sí es una prueba contundente de que este joven actor nació para hacer reír.

Otro punto fuerte de The Sitter es la inteligencia de su guión que, sin ser una joya, tiene éxito en eso que tan bien hacen los géneros clásicos estadounidenses de la etapa post Nuevo Hollywood: utilizar al género mismo como herramienta para versar sobre problemáticas actuales y temas universales que afectan nuestras vidas; en pocas palabras, entretener y a la vez permitirnos comprender mejor el mundo que nos rodea.

De ahí que The Sitter sea no sólo una comedia de enredos sino también un relato sobre las clases sociales, los prejuicios de la sociedad y la búsqueda de la propia identidad. Noah –como el Noé bíblico– es el encargado de unir al resto de los personajes del filme, tan disímiles como imperfectos. Su tarea es hacerles entender –o, mejor dicho, hacernos entender– que no podemos renunciar a lo que somos y mucho menos no aceptar lo que los otros son. Es llamativo lo recurrente del uso de la palabra ‘amistad’ en el filme, un valor clave en las historias de la Nueva Comedia Americana. Aún más, los niños y adolescentes están planteados como personajes pensantes, reflexivos, inteligentes, en contraste con adultos combativos, violentos, mentirosos.

Sin llegar a ser una obra maestra, The Sitter logra lo que se propone: entretener. No será una de las películas más recordadas de su protagonista ni de su director, pero es una muestra más de que la nueva generación de comediantes estadounidenses está en un gran presente y tiene un futuro asegurado.

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