Reportajes de cine

La distopía del mes (XL): Fahrenheit 451

Fahrenheit 451 (1966) es una película dirigida por François Truffaut y protagonizada por Oskar Werner y Julie Christie. Se trata de una adaptación de la aclamada novela homónima de Ray Bradbury, famoso escritor de ciencia ficción, que tiene en su bibliografía novelas tan conocidas como Crónicas marcianas o El hombre ilustrado.

 

El director

François Truffaut. ¿Qué se puede decir de él que no se haya dicho ya? Figura imprescindible para entender el cine actual, objeto de estudio de todo aquél que quiera acercarse al mundo del cine desde un punto de vista teórico, fundador de una de las revistas de cine más importantes como es Cahiers du Cinema, iniciador del movimiento Nouvelle Vague, uno de los directores más importantes e influyentes de la historia del cine y artífice de uno de los libros de cabecera de todo cinéfilo: El cine según Hitchcock. Y todo ello, habiéndonos dejado demasiado pronto, a los 52 años.

Su último trabajo tras las cámaras fue Vivamente el domingo (Vivement dimanche!, 1983), y una de sus últimas apariciones en la gran pantalla fue en Encuentros en la tercera fase (Close Encounters of the Third Kind, 1977), en la que dio vida a Claude Lacombe.

Fahrenheit 451 fue, para Truffaut, una novedad en varios sentidos. Fue su primera (y única) película rodada íntegramente en lengua inglesa; la  primera en color; y se trata de su primer contacto con el género de la ciencia ficción, que nunca le había interesado lo más mínimo hasta conocer esta historia de Bradbury.

Entre sus obras más importantes podemos citar: Los 400 golpes (Les quatre cents coups, 1959), La noche americana (La nuit amèricaine, 1973), El último metro (Le dernier métro, 1980), Tirad sobre el pianista (Tirez sur le pianiste, 1960), Jules y Jim (Jules et Jim, 1962) o El pequeño salvaje (L’enfant sauvage, 1970).

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La trama

Montag es un destacado miembro del cuerpo de bomberos. Sin embargo, los bomberos no se dedican a apagar fuegos, sino a crearlos. Los bomberos dedican todos sus esfuerzos a localizar y quemar todos los libros que haya en la ciudad, ya que está prohibida su lectura. Montag conoce a una joven llamada Clarissa, que le hace una serie de preguntas que le harán cambiar su punto de vista acerca de la sociedad en la que vive.

 

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La distopía

 

Los libros están prohibidos. Toda aquella persona que posea algún libro será detenida, y todo libro, quemado. Los libros están calificados como peligrosos, instrumentos que inducen a la insociabilidad y al enfrentamiento. Hace demasiado tiempo que esta realidad existe, por lo que esta ley está integrada por los habitantes de la ciudad, que se encuentran incapaces de recordar una época en la que los bomberos apagaran fuegos, en vez de provocarlos.

Junto a los libros, la libertad de expresión o de pensamiento están casi anuladas debido a la adicción a diversas drogas o la televisión, elementos que anulan la capacidad crítica de las personas y hacen de su vida un inútil pasatiempo.

 

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La crítica

 

Fahrenheit 451 comienza con unos créditos hablados, no escritos, haciendo un genial paralelismo con el hecho de que los textos escritos estén prohibidos en la sociedad que retrata. Truffaut pone al espectador en situación con rapidez, mostrando la sorprendente tarea de los bomberos.

La película está ambientada en una ciudad con la estética arquitectónica de los años sesenta. Básicamente la acción se desarrolla en zonas residenciales compuestas por casas unifamiliares. El mobiliario y la decoración es bastante acorde a la época en que fue rodada, con la singularidad de unas gamas cromáticas muy poco comunes, con un predominio del rojo sobre todos los demás colores. Es de destacar que la tecnología se encuentra muy poco desarrollada, a excepción del gran televisor que hay en los salones de las casas. No estamos precisamente ante una sociedad futurista supertecnológica.

Con respecto al vestuario, lo más reseñable es el uniforme negro de los bomberos; una seña de identidad fácilmente reconocible por el resto de ciudadanos, lo que tendrá una importancia decisiva en el desarrollo de la historia.

La fotografía es una de las piezas clave de esta obra. La imagen del fuego, de las páginas quemándose, así como de la anestesia que sufre la sociedad, tienen unos elementos estéticos muy diferentes que se han sabido conjugar a la perfección. Los colores son vibrantes en los momentos de tensión o de acciones importantes, y calmados durante el resto del metraje, con lo que se consigue un contraste espectacular.

Truffaut tiene una forma de dirigir que hace muy fácil la inmersión en la historia. Continuos movimientos de cámara, encuadres muy estudiados y cámara lenta para enfatizar los ciertas acciones. Así mismo, también juega con el ojo del espectador con un trabajo de edición muy cuidado.

Vayamos por un momento a la banda sonora. La mente que está tras ella es la misma que creó bandas sonoras tan impresionantes como las de Ciudadano Kane (Citizen Kane, 1941), El hombre que vendió su alma (All That Money Can Buy, 1941), Psicosis (Psycho, 1960) o Taxi Driver (1976): el maestro Bernard Herrmann, compositor que siempre se mostró cercano a la vanguardia y por tanto (y por desgracia), no gozó siempre del reconocimiento que merecía. La banda sonora de Fahrenheit 451, maravillosa, se sitúa en una época en la que se encontraba por Europa, debido en parte a la decadencia de los grandes estudios de Hollywood, más preocupados por las recaudaciones en taquilla que por la expresión artística.

Truffaut le ofreció a Terence Stamp el papel de Montag, pero el actor declinó ya que su interpretación podía verse eclipsada ante el hecho de que Julie Christie encarnara a dos personajes diferentes (Clarisse y Linda Montag) en la película. En sustitución de Terence Stamp, se fichó a Oskar Werner, conocido por sus papeles en Jules y Jim (Jules et Jim, 1962) – también de Truffaut -, Las sandalias del pescador (The Shoes of the Fisherman, 1968) o El barco de los locos (Ship of Fools, 1965), por la que estuvo nominado a un premio Oscar a mejor actor. Truffaut y Werner habían trabajado juntos, tras lo que entablaron una amistad. Por ello nada hacía sospechar los fuertes enfrentamientos que mantuvieron durante el rodaje de Fahrenheit 451, derivados de diferencias creativas. Por ejemplo, en cuanto al personaje de Montag, Truffaut mantenía que debía ser más visceral que la actitud que mostraba Werner, que insistía en darle al personaje la frialdad de un androide. Las diferencias llegaron a tal punto, que Werner llegó a cortarse el pelo sin previo aviso – antes de rodar la escena final – con la intención de generar errores de continuidad en la película de Truffaut.

Julie Christie, es conocida por obras como Los vividores (McCabe & Mrs. Miller, 1971), Afterglow (1977), Doctor Zhivago (1965), Darling (1965) – por la que ganó un premio Oscar a mejor actriz – o la magnífica Lejos de ella (Away from Her, 2006), con la que se alzó con un Globo de Oro. En Fahrenheit 451 realiza un doble papel; por un lado la soñadora Clarisse, y por otro, Linda, la anestesiada mujer de Montag. Christie hace una interpretación medida, cuidada y con un gran contraste entre ambos papeles. Todo un reto interpretativo que sólo una actriz del calibre de Christie puede superar con éxito.

Existen numerosas diferencias con respecto a la novela de Bradbury. Sin embargo, es una adaptación cinematográfica perfecta, donde ambas obras se complementan y enriquecen. La película Fahrenheit 451 debe ser un referente para todos aquellos que pretendan llevar una novela (o un cómic) a la gran pantalla, ya que demuestra que las limitaciones propias del cine no deben ser un obstáculo, restando calidad a la obra original, sino que puede mostrarse al espectador un nuevo punto de vista, tan rico en matices como  puede ser en las páginas del libro. Truffaut utiliza como nadie el lenguaje cinematográfico para igualar el talento literario de Bradbury, construyendo una auténtica obra de arte.

 

La morsa verde

Amante de la ciencia ficción, el terror y la fantasía, tanto en versión cinematográfica como literaria.

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