Críticas de cine

Crítica: Kick-Ass. Sangre y colorido

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Se echaba de menos un film de superhéroes que evocara realmente a un cómic y no a la amalgama de acción y golpes de la que son responsables las superproducciones, y que poco se distingue de la última entrega de “Alvin y las Ardillas” (mismo ritmo argumental, misma escasez de violencia explícita).

 Y se echaban en falta las peleas perfectamente coreografiadas entre borbotones de sangre tan bien conseguidas en “Kill Bill” o “Sin City” (pese al blanco y negro presente en este caso), que hacen de cada pelea un auténtico baile. Una obra de arte.
 
Gracias a la impecable labor del director Matthew Vaughn, el impactante colorido de la novela gráfica de John Romita Jr., salpica la gran pantalla para introducirnos en un universo en el que los superhéroes cambian los superpoderes por una valentía que roza la inconsciencia y una abundante cantidad de frikismo.
 
Aburrido de su monótona vida y refugiado en los cómics, Dave Lizewski (Aaron Johnson) decide enfundarse en un traje de buzo comprado por internet para proteger al mundo del mal y la corrupción.
 
Tras recibir un navajazo y ser atropellado por un coche, Dave adquiere una increíble capacidad para recibir palizas que lo hace saltar a la fama, creándose el fenómeno mediático de Kick-Ass.
 
Con una increíble (a la par que adorable) actuación, Chloe Moretz encarna a la pequeña Hit Girl, quien, junto a Big Daddy (Nicholas Cage), ayudará al torpe Kick Ass. Y es que haciendo uso, entre salto y patada, de sus navajas mariposa, esta pequeña actriz revelación ha representado con su impactante actuación a uno de los quizá más carismáticos personajes de toda la película.

Chloe Moretz le da el punto animado al largometraje, hace saltar las lágrimas a los espectadores (junto a Nicholas Cage, con la relación padre-hija entre Hit Girl y Big Daddy) y eclipsa a un no muy expresivo Aaron Johnston, el cual interpreta un papel en el que muchos hemos echado de menos a Jesse Heissenberg.
 
La pequeña Hit Girl es casi toda la película. Ella, los guiños al movimiento “friki”, que hacen enorgullecerse a los espectadores (mayoritariamente “frikis”), y la ironía y el colorido con el que se narra una historia tan oscura y, en ocasiones, dramática.
Por fin una productora que tiene las agallas de adaptar una novela gráfica sin querer contentar a padres, niños y ancianos (gracias, Marv Films).
 
Por fin desde hace tantos años, un comic hecho película.
 
Y la pregunta: ¿por qué Mark Strong se ha erigido el villano oficial de todas las películas de este año? Véase Sherlock Holmes o Robin Hood.

Marta C. Catalán

Foto, vídeo y gestión cultural. Aprendiendo a gestionar vías de escape al aburrimiento.

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