Críticas de cine

Crítica: «Red State» o cómo Kevin Smith cambió de registro.

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Tras la fallida incursión al cine de acción con guión ajeno que supuso “Cop Out” (“Vaya par de polis”), mucha era la desconfianza y la incertidumbre que se generó alrededor de la que iba a ser la primera película de terror psicológico del director de “Clerks”. Si en la irregular y excesiva “Dogma” Kevin Smith ya situaba a la Iglesia católica (que no a la religión) en su punto de mira, aquí carga contra el fanatismo religioso en general y contra la familia Cooper en particular (inspirada en la familia Phelps y la Iglesia Baptista de Westboro).
 
Dividida en tres actos muy claros, la película comienza con unos adolescentes ávidos de sexo, que bien podrían pertenecer a cualquiera de las otras obras del autor. Sin embargo, pronto se hace evidente el cambio de registro con la aparición en escena de un aterrador Michael Parks en el papel de cabecilla de una enfermiza comunidad fanática y homófona. En este segundo acto, que arranca con un impactante monólogo de este carismático personaje, la cinta se convierte en un survival horror asfixiante y opresivo que sigue las desventuras del protagonista para escapar de la ratonera en la que se ha convertido la casa del líder de esta secta. El tercer acto recoge la intervención de los cuerpos de seguridad y su asalto a la residencia de los Cooper. Estos defensores del orden de gatillo fácil y moral dudosa, al servicio de un fantástico John Goodman, serán los responsables de que el último tercio de la cinta se llene de trepidantes escenas de acción donde nadie está a salvo.

Y es que la última obra de Smith no sólo carga contra el extremismo y la ignorancia de la América profunda (de ahí lo de “Red State”), sino también contra la brutalidad policial, la descoordinación burocrática y el gobierno de los Estados Unidos en general.

Se trata de una película más interesante que buena, una cinta que pese a contar con interesante material de partida falla en su desarrollo. “Red State” camina entre varios géneros sin decidirse del todo por ninguno de ellos, pasando del horror a la sátira de manera torpe, poco rotunda, sin llegar a aterrorizar ni a ser lo suficientemente hiriente. Tanto lo bueno como lo malo de “Red State” se debe a su anarquía, narrativa y de estilo, que hace que la película no deje de sorprendernos con contundentes giros del guión, pero que también es la culpable de que su avance sea irregular y un tanto confuso.
 
Lo cual no significa que no sea una película disfrutable, su breve duración y su ritmo frenético hacen que su visionado sea ameno y mantenga el suspense durante todo el metraje. Sí es cierto que para más de uno puede resultar un ejercicio fallido y descompensado, pero no se puede negar que también es una cinta interesante, osada y genuina.
 
Elegida por Quentin Tarantino como una de las mejores cintas del 2011, “Red State” ganó en premio a Mejor película y Mejor actor (Michael Parks) en el pasado Festival de Sitges. Un galardón no tanto para la obra como para la carrera de un director que demostró allá por los noventa que era posible otro tipo de comedia gamberra y que actualmente no estaba pasando por su mejor momento. En este caso, pese a sus defectos, ha demostrado que sabe apañárselas bastante bien sin sus queridos Jay y Bob el Silencioso… 

Amable García Enguita

Arquitecto de oficio, viajero por vocación, lector empedernido y, sobretodo, amante del séptimo arte...

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