Críticas de videojuegos

Crítica: «Ary and the Secret of Seasons». Un mundo no tan abierto

Historia
Jugabilidad
Gráficos

No tan recomendable como entretenido

Destinado a amantes no muy exigentes de los RPGs y de las películas de animación de corte blanco y comercial

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Hace mucho tiempo, el mundo de Valdi se vio amenazado por un mago malvado. Tras una lucha tenaz, fue derrotado por el Guerrero Legendario, confinado en el interior de la Cripta y encarcelado para toda la eternidad. Para garantizar la reclusión del mago, cuatro grandes sabios juraron vigilar y proteger la Cripta. Fueron los primeros Guardianes de las Estaciones, una organización secreta imbuida de historia y leyenda.

Esta es la leyenda detrás de ‘Ary and the Secret of Seasons‘, el nuevo y ambicioso lanzamiento del estudio independiente belga eXiin, que llegó a nuestras consolas y PCs el pasado mes de septiembre. 

Se trata de un juego de acción y aventura que tiene como eje principal el control de las estaciones por parte de una joven protagonista llamada Ary, cuyo objetivo es (¡oh! ¡sorpresa!) salvar todo su mundo conocido. Y es que unos extraños cristales han caído sobre el universo de Valdi, dividido en cuatro mundos que corresponden a las cuatro estaciones conocidas (Yule, Imbolc, Ostara y Beltane), sumiéndolo ahora en el caos. 

Ary, hija del Guardian de Yule, con el objetivo de sustituir a su hermano desaparecido, decide empuñar la espada de este y vestirse como un muchacho para poder participar en la reunión de emergencia que han convocado los Guardianes.

LAS HIENAS QUE QUERÍAN SER BOKOBLINS

Nos encontramos, en principio, con un juego de estética ambiciosa, a juzgar por el escaso presupuesto con el que contaba el estudio indie: mundo abierto, una premisa potente y no pocas horas de jugabilidad. 

La historia es digna de cualquier película de animación de Dreamworks. Entretenido y fácil de jugar, con el desarrollo clásico de recorrer un universo dividido en cuatro regiones diferentes para poder salvar así el mundo. 

Al más puro estilo de los ‘Zelda’, pero sin demasiadas complicaciones. El problema es que, en efecto, algunos aspectos recuerdan demasiado a la última entrega del héroe de Hyrule: enemigos accidentales con cabeza de animal, figura antropomórfica y pocas luces, que además se distribuyen en campamentos conformados por construcciones de madera; cofres que nos dan monedas para comprar mejoras de skills, armas y ropas; y un héroe (en este caso, heroína) de aspecto aniñado que debe salvar el mundo dominando las fuerzas de la naturaleza. 

Una de las construcciones de los campamentos de hienas
Una de las construcciones de los campamentos de hienas.

Parecerse a uno de los juegos estrella de Nintendo no tendría por qué ser un aspecto negativo (si le damos a los creadores el beneficio de la duda y lo achacamos a una mera coincidencia), si no fuese porque las deficiencias en lo que a la calidad respecta saltan tanto a la vista. 

Y LLEGAN LOS BUGS

Bugs, glitches, y un sinfin de errores técnicos, que no hacen sino empeorar a lo largo del juego, terminan por hacer que no perdones tanto a esas hienas que quieren parecerse a los bokoblins. 

Algunas plataformas que no deberían representar ninguna dificultad se hacen casi imposibles por el mal acabado técnico del juego (complicada visibilidad de los escenarios, control de la cámara poco preciso).

Las misiones secundarias que nos van surgiendo a lo largo de nuestro periplo son, en un 90%, completamente irrelevantes. A menudo, incluso, están plagadas de bugs, y tampoco implican la entrega a cambio de objetos especiales o recompensa económica alguna, sino que son simplemente un requisito para poder avanzar en la historia principal. Acaban por dar la sensación de tratarse de un relleno para aumentar las horas de jugabilidad y dar una falsa sensación de complejidad a la aventura.

En esta misión en concreto hay un bug. Además, el diálogo cambia al inglés de forma aleatoria.

Lo que lleva a pensar que, en caso de tener pocos recursos para desarrollar el juego, quizá hubiese valido más la pena quedarse en el lanzamiento de un producto más simple pero mejor acabado.

PERO TENEMOS A BARBIE

Lo que no se le puede negar a ‘Ary and the Secret of Seasons” es que, además del entretenimiento que ofrece y lo bonito de sus animaciones y algunos de sus escenarios, es que tiene un doblaje de lujo (en inglés, claro), con Cassandra Morris a la cabeza (escuchada en series y películas de animación de las franquicias de ‘Barbie’ o las ‘Winx’).

No pasa lo mismo con el subtitulado (al menos en la versión al castellano), que sufre cambios accidentales a lo largo de la aventura de nuestro idioma al inglés (a menudo incluso en la misma conversación).

Respecto a la banda sonora, nada reseñable, más allá de que es comparable a la experiencia de dar un paseo por cualquier banco de música gratuito.

En definitiva, se trata de un juego demasiado ambicioso para lo que ofrece a la hora de la verdad, pero recomendable en algunos aspectos (sobre todo en lo que a entretenimiento respecta). Está destinado a amantes no muy exigentes de los RPGs, de las películas de animación de corte blanco y comercial, y quizá a jugadores ocasionales no muy hábiles con el mando. 

Todo esto sin perder de vista, no obstante, que se trata de un juego mal pulido y puesto a la venta en la Nintendo eShop a nada más y nada menos que 39,99 €.

 

Marta C. Catalán

Foto, vídeo y gestión cultural. Aprendiendo a gestionar vías de escape al aburrimiento.

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