Críticas de cine

Crítica: «El hombre de acero»

Resumen de la Crítica

Valoración

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Tras haber revisitado las cinco películas de Superman durante la semana, (alguna que creía mejor me ha parecido peor y al contrario), me acomodé en la butaca del cine para disfrutar; con cierto cansancio de Lois y Clark y sus desventuras para parecer personajes reales en cada década que salen a escena, y con el intento, frustrado, de quitarme de la cabeza el soniquete de John Williams; procedí como digo, a ver el film con una mentalidad que a estas alturas resulta casi imposible de conseguir, esto es, disfrutar de una megaproducción de superhéroes con la mente en blanco libre de todas las opiniones, buenas y malas, de esta nueva clase pseudointelectual treintañera (a la que pertenezco) de frikis que catapultan o dilapidan, en base a criterios muchas veces inescrutables para mí, tal o cual adaptación artística de sus recuerdos o placeres infantiles o juveniles, que el capitalismo (o consumismo de masas) de hoy día llama cultura del cómic o subcultura pop o lo que puñetas sea.

Hacer hoy una película de Superman partiendo de cero me resultaría una tarea complicada y tediosa por decir poco, y prácticamente imposible si exijo como presupuesto la originalidad.

Singer ya intentó de manera infructuosa ese toque "original", "de autor", de un Superman semidios tan fríamente perfecto en su recreación como sólo un androide clon de Reeve podía hacerlo, en una Metrópolis tan bella estéticamente y aburrida como la ciudad de los anuncios de Navidad de El Corte Inglés; y sobre todo, por un "menage a trois" a modo de familia desestructurada que de tan innovador que resultaba no podía ser más casposo y ordinario. Singer nos fuerza a gritar a Luthor y su corte de seguratas de discoteca gay, (incluso a la sufrida e inaguantable a partes iguales Lois Lane), que empuje a Clark a salir del armario porque su vida sexual y emocional tiene tanto sentido como el de estar en el sofá viendo la película. Cuando termina el film sólo deseas "una muerte en la familia" pero por ahogamiento múltiple.

La solución estaba bien clara, es como el Real Madrid de Florentino/Mourinho: pillamos al mejor equipo, el mejor entrenador, el mejor jugador y por cojones nos saldrá la mejor película…y a partir de ahí comenzaron las elucubraciones, ilusiones y miedos por igual.
Por parte de esta crítica voy a tirar el balón nolaniano fuera, porque francamente, aparte de lo cansinos que son muchos, en cuanto empiezas a ver el origen del personaje a modo de flashbacks, te das cuenta que Goyer sólo podía tirar por el camino de en medio: en un área tenía ni más ni menos que a Mario Puzo y a Tom Mankiewicz, y en el otro área tenía al señor Nolan rodeado de aplausos, billetes y murciélagos en psicoterapia. Arriba en las gradas por supuesto millones y millones de fans expectantes por comprar camisetas y ediciones en Bluray.

La cosa sólo puede salir bien si hay goles, y goles espectaculares hay, lo que ocurre que una cosa es meter golpes y otra jugar con arte y calidad.

La película tiene grandes aciertos de guión, para mí el mejor de todos, (aparte de ver por fin una peli del super sin Lex Luthor), es la eliminación de Clark Kent, contrapunto que argumentalmente se soporta por una Lois Lane que más que una periodista ganadora del Pulitzer parece una agente de Shield, -hubiese sido más propio en vez del beso final protocolario un "yo pongo el cerebro y tú el resto"-, dirigida por un jefe de prensa absolutamente anulado en credibilidad, salvo que trabaje en la Agencia EFE, tras cierto comentario al notificársele cierta información importante…. pero hasta ahora, a mi particularmente esto me dió ciertamente igual.

Otro elemento positivo es la focalización del nacimiento del superhéroe a la amenaza de la cual es causa, con esto nos quitamos de un plumazo dos cosas: de una parte, actores y situaciones de relleno (las ciudades de los comics están para destruirlas no para que nos cuenten lo que ocurre con sus ciudadanos); y de otra, y es lo que más se resienten los films de los ochenta, de un cine de catástrofes con siempre eficaz deus ex machina supermaniano. Aquí señores se mata, (vale, sin sangre apenas), y se destruye por doquier y sin discriminación, (luego hablaremos del final), por obra y gracia del CGI, para eso se creó, porque es lo que todos buscábamos en un tebeo de tios que son todopoderosos y no es anime. Lo que no vuela no es trascendente, y volar vuelan hasta los trenes.

Respecto de la trama, pueden ustedes criticarla lo que quieran, y hasta cierto punto les doy la razón, es una trama perfectamente olvidable y sometida al ritmo machacón de una banda sonora que parece un despertador un lunes por la mañana. El factor héroe atormentado está ahí, no lo niego, pero no es el motivo para acusar a la película de ser de un Bruce Wayne que vuela. Por ese mismo argumento también pueden ustedes decir que el Spiderman de Marc Webb es nolaniano, o que Hulk de Ang Lee también es nolaniano. Aún así les doy razón a los anti-nolan en una cosa, Costner me resultó un padre, hermano del de Dexter, más represor y malrollista que el Glenn de Donner, tejano que deja este mundo tan humildemente como vivió, y no a lo Michael Bay, truco demasiado cantoso para justificar la lucha contra el mundo a lo Disney Channel de Clark Kent, (¡ese no es mi Nolan!).

Centrándonos en Superman, éste se debate en que lugar situarse dentro del background patriotista e imperialista que lo identifica. Goyer lo coge de la capa y y lo lanza hacia el espacio de ninguna parte para quitarlo de polémicas y lo envuelve en un halo de extraterrestre con toques mesiánicos que particularmente no me chirriaron y están bien encajados en la trama. (Para extraterrestre Diane Lane, una mujer mayor que se maquilla de joven maquillada de mujer mayor…).

De hecho hasta tenemos un jovencito aspirante a Assange por parte del Daily Planet: en fin, todo tiene que quedar moderno para no cambiar. Pero por desgracia no logramos desquitarnos del tio Sam en esos minutos finales, con una conversación tan estúpida como falsa frente a un dron derribado. Porque señores, ahora el Pentágono lo gestionan copias de Obama y becarias adolescentes en celo. Por otra parte Cavill, de una forma física a lo Jim Lee más que a la planta desgarbada de corredor de fondo de Christopher Reeve, y con los calzoncillos dentro, no pretenden que sea (ni podría serlo) un Bale, y hace un papel muy creible en la arquetípica simplicidad del personaje.

Aquí, más que en ninguna otra adaptación incluida la de la Canon, Superman es un hijo de la ciencia ficción pulp: impagable todo el comienzo de Krypton, obligado de introducir conforme al avance de las técnicas visuales de hoy día (aunque el krypton cristalizado de Brando mantiene intacto su encanto), resulta sobremanera atrayente, (a pesar del toque Avatar alado), esa estética que mezcla biotecnología, space opera, armaduras de Mordor, arenas inteligentes, todo ello de la mano de Snyder el esteta reciclador de fantasías (seguro de que le pararían los pies en la escena onírica de Texas rodeado de calaveras)…Lo único que sobra de Krypton es Crowe, que por culpa de su cutre emulación Gladiator nos priva de ese desparrame fantástico visual pero lamentablemente no de él, ya que se convierte en un tramposo enlazador de acontecimientos que haría palidecer al rey del flashback, don Vito Corleone. ¿Nadie más que yo respiró aliviado cuando cierto personaje le da al botón de desconectar?, al menos podría haber montado la fortaleza de la soledad que eché tanto en falta.

Si el Superman de Donner en vez de volar nadaba en el cielo y aterrizaba como bailarina, el hombre de acero de Snyder es como tiene que ser, un cohete ultrasónico que destroza todo lo que atraviesa o le lanzan, una máquina de destrucción al servicio de la diversión. El enfrentamiento con Faora-Ul es de lo mejor de la película, y ni he visto Transformers ni me interesa lo más mínimo, verlo y recordar de niño, cuando en la segunda parte bailarines de Tocata se estrellaban acompasamente en carteles de marcas publicitarias, no hay guión malo que lo pueda ensombrecer.

Los combates, auténtico espectáculo de destrucción, y que ya fue orientado así en Avengers, son pura gozada que no cansa en ningún momento, Shanon está a la altura y  aunque sean 60 minutos destrozando manzanas de edificios. Y sí, parecen cinemáticas de videojuegos, pero a estas alturas criticarlas por eso cuando hasta El hobbit se sirve de ellas, cuando el cine de acción y el estilo de los videojuegos están más que unidos carece de sentido y es la manera, por más que le pese a muchos, de plasmar la grandiosidad de este tipo de pirotecnias a modo de composición gimnástica y de escenario. Y hablando de videojuegos, señor Snyder, al usar esa garra (¡esa garra!) de los rippers con cañon de plasma sobre el skyline Metropolitano: es usted un insensible para con los frikis que soñamos ver algún día la Normandy surcar el espacio, un insensible que juega con nuestras ilusiones. Ahí lo dejo.

La historia no da más de sí, señores, y culpables somos todos en cierta forma por tener que sufrir remakes, reboots y reinvenciones, porque a fin de cuentas, como nos deja bien claro Snyder, el superhombre vive por proteger al friki, mujer e hijos incluidos, en un razonable (dentro de lo pantagruélico) pero decepcionante giro de guión (y de cuello), y es que en definitiva para eso lo han enviado a la Tierra. Claro está, siempre que se pague religiosamente en taquilla.

Por mi parte he sentido gran placer viendo el film, pero no puedo recomendar esta película sino con el niño que hay dentro de mí, el que vió en el cine Superman 3 y que disfrutó de un momento tan especial y efímero en su vida,- tan efímero como la "salida del" y la "vuelta a" de una nave de presos a la antimateria o Zona fantasma-, y que después de 30 años, la visita del análisis consciente de un "adulto" no haya dejado nada que brille en el presente.

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