Críticas de cómics

Crítica: “Nick Cave, Mercy On Me”. Biografía autorizada.

Resumen de la Crítica

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“Nadie muere si sigue vivo en imágenes, relatos o canciones”

Música y cómic se unen en un experimento gráfico maestro creadora de vida.

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Cómic y música se reúnen en la casa del primero para honrar al gran Nick Cave. Reinhart Kleist organiza una fiesta graficomusical donde los sentidos necesarios para ambas artes son absorbidos por el papel en un experimento sensorial e intelectual de primer nivel. Siendo imposible en el medio dar voz de forma tangible a los textos de los personajes y sus narradores, el autor obra el milagro haciéndola real a través de las letras y música de Cave y sus bandas. Más allá de funcionar como mera banda sonora de fondo (que esto sí es más corriente), funciona como elemento narrativo superior a todo. Cuando el lector se sumerge en las páginas de esta novela gráfica el sonido de la música elegida por el autor sirve para conocer su evolución personal, tanto en su desarrollo físico y mental como en su crecimiento espiritual.

La música que parte de la obra pone voz a la encarnación gráfica de Cave, el motor de la nave que busca hallar respuesta a las inquietudes personales y artísticas del músico. Lo que se escucha sirve para poner en contexto musical varias situaciones, pero también para explorar los sentimientos de los personajes, lo que sienten y experimentan. A su vez la voz que nace de la misma ancla a Cave con el lector. Esto sólo se interrumpe cuándo es la voz propia del segundo la que sustituye al del resto del elenco que culmina con una conversación espacio-temporal entre el lector y el músico, como si las personas qué contactan con Cave en el volumen fueran ocupadas por el lector.

En el en el que se ha convertido en mi cómic favorito publicado en 2018, los personajes de algunas de sus letras mas trágicas y su primera novela se transforman en los narradores voluntarios por lo injusto de su creador para juzgar y encontrar amparo explicativo en sus decisiones. Un creador en perpetua lucha consigo mismo y contra todas sus inquietudes intelectuales y artísticas. Un creador nunca satisfecho, en eterna búsqueda de la curva perfecta. Un creador inconformista pero coherente con su estado de ánimo, caiga quien caiga, siempre él mismo. Un creador que discute a la mismísima mortalidad y finitud. Factores todos de crecimiento artístico y personal que han dado lugar auténticas obras maestras de la canción. Estos cuatro narradores, en sus respectivos cuatro capítulos, son lo que utiliza Kleist para encontrar las respuestas y para hallar explicación a lo que ha hecho, hace y hará, y porqué. Apunto los temas y novela donde fueron creados: “The Hammer Song”, “Where the Wild Roses Grow” (sí, el del colosal dueto con Kylie Minogue), “And the Ass Saw the Angel” (novela) y “Higgs Boson Blues”.

En lo que respecta a la novela gráfica, la experimentación en el medio es sumamente notoria. Era lo más importante, y ha funcionado. Está el mérito de intentarlo pero conseguirlo es otra cuestión. Sólo con lo primero, el conjunto no se aplaude pero se reconoce (que a veces no es poco). Con lo segundo, las aplausos se transforman en ovación sin solución de continuidad. Con el recurso musical introducido, obtenemos dos niveles de lectura, la convencional que funciona cómo biografía interesante y la experimental, que trasciende la mera lectura de cualquier obra escrita. El nivel de satisfacción y emoción es insuperable. Nos encontramos con una mutación creativa que mágicamente se coloca en una frontera que no existía, la que une el arte del cómic con el de la música. Lo primero para dar imagen y coherencia narrativa y lo segundo para ambientar lo primero e insuflar alma a lo segundo, darle vida.

Para alcanzar este subidón de entretenimiento es imprescindible tener a mano el apéndice que aparece al final del tomo. De forma pormenorizada detalla la música que suena en cada página y muestra las letras de las más relevantes para que la conexión con los momentos creativos más relevantes sea total, traducidas también. Tengan a mano un reproductor y una buena aplicación musical porque son muchas canciones.

Por último, para valorar debidamente esta asombrosa novela gráfica considero imprescindible leerla en dos niveles, primero sin música y luego con música. Son dos lecturas totalmente diferentes, dos obras en una. Uno de los grandes momentos narrativos es la creación gráfica de auténticos videoclips de papel, ocurre con los temas “Tupelo” y “Love Letter”, entre otros. Siguiendo la letra e imágenes con la voz y música del australiano, en función del contexto de ese puntual momento de la obra, la piel de gallina se hace impenetrable. Y yambién aconsejo paciencia, si una canción suena de fondo en una viñeta no paséis a la siguiente, esperad lo que dure, sobre todo cuando los personajes acuden a conciertos con varios grupos y estilos (mucho fueron bastante famosos en los ochenta), ya que sirve para el contraste musical. Y tampoco supone quedarse fijo viendo la misma imagen durante cinco minutos, que para eso está la imaginación.

“Nick Cave, Mercy on Me”, gracias Mr. Kleist, gracias Mr. Cave.

Nick Cave, Mercy on Me, Carlsen Verlog GMBH. Nick Cave, Mercy on Me, ECC Ediciones. Cartoné. Blanco y Negro. 336 págs. Pvp: 30 €.

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