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Detectives, monstruos, revivalismo y nostalgia ochentera

Es un hecho constatado que, a falta de ideas frescas, los productores cinematográficos y, por ende, los de otros medios como las series de televisión, tan en boga en estos días, siempre acaban recurriendo a viejos conceptos imperecederos. Asistimos a remakes, reboots, puestas al día, revisiones y demás eufemismos para designar una misma cosa: copia.

Desde Mad Max fury road hasta Star Trek, pasando por Conan, Desafío Total o las recidivas de Rocky, vemos una y otra vez regresar los viejos mitos de nuestra infancia. En ocasiones, tal vez las que más, el sabor que nos queda es, cuanto menos, agridulce. Ya no contemplamos la vida con los mismos ojos, nuestras vidas se han llenado de hipotecas, carritos de bebé, mañanas en la cola del INEM, o tal vez jornadas interminables en trabajos que nunca soñamos desempeñar.

Otras veces, nos sentimos agredidos al comprobar la falta de respeto y conocimiento del original del que hacen gala los responsables de este tipo de proyectos. Nada es lo bastante bueno para nuestros Cazafantasmas, Tarzanes, Rambos o John Carters de Marte. Tal vez por esto, recelamos cada vez más cuando se anuncia con gran pompa el advenimiento de otro pastiche, del tipo que sea.

Tipos duros contra monstruos
Tipos duros contra monstruos

Sin embargo, entre tanta sobreabundancia de novedades, en ocasiones aparece algo que, sin ser completamente nuevo, ni tampoco un calco de algo clásico, hace que los ojos de la comunidad friki se giren para contemplar, casi adorar, una serie, una película de culto o una novela. Tal ha sido, para muchos, la irrupción de la serie True Detective, guionizada y dirigida por Nic Pizziolato. Con una interpretación magistral de un desconocido Matthew McConaughey, a años luz de sus anodinos papeles de galán edulcorado, la serie nos devuelve toda la magia del género noir, aderezado con unas gotas de weird que no pasarán desapercibidas para cualquier fan del pulp y la literatura de terror en general.

Las referencias al Rey de Amarillo, del escritor norteamericano Robert Chambers, y su mitología mágica, con lugares tan evocadores como Carcosa, ha irrumpido con fuerza en las conversaciones de foros de internet, podcasts y tertulias por todas partes. Quien fuera fuente de inspiración para el maestro H. P. Lovecraft ha sido reeditado magníficamente por la editorial Valdemar en un excelente tomo de tapa dura, algo que hace tan sólo unos años resultaba poco menos que una utopía.

¿Estamos descubriendo, a estas alturas, que el género negro y el terror hacen una buena pareja? Tal vez los muggles sí, qué duda cabe, pero los frikis lo sabemos desde hace mucho tiempo. No en vano hemos disfrutado de los comics de Alan Moore, Mike Mignola y otros magníficos guionistas y dibujantes durante la década de los noventa y más allá. Series como Hellblazer o Constantine nos llevaron por esos terrenos mucho antes que la HBO, y además con un contenido fantástico mucho mayor y explícito. Con una dieta como esta, True Detective nos parece una buena serie, cómo no, pero mucho más «normal» que al ciudadano medio.

Balas, chicas y alcohol
Balas, chicas y alcohol

¿Y dentro de la literatura? Tal vez podamos pensar que mezclar detectives con fantasmas y criaturas sobrenaturales es una idea novedosa, pero lo cierto es que es un concepto tan antiguo como la propia novela policíaca. El mismísimo Sherlock Holmes tuvo que enfrentarse en su carrera a, al menos, un caso de estas características en El sabueso de los Baskerville, aunque como sabrá todo buen aficionado al mejor detective del mundo, al final resultó ser un Scooby Doo. (Nota para los no iniciados: se denomina Scooby Doo a toda historia que, partiendo desde el supuesto o la apariencia de que se desarrollan hechos paranormales, éstos al final tienen una explicación terrenal.)

Vampiros y hombres-lobo en las calles de Nueva York
Vampiros y hombres-lobo en las calles de Nueva York

Detectives míticos como Jules de Grandin, creado por el maestro Seabury Quinn en las páginas de la legendaria revista pulp Weird Tales en los años 20 se enfrentaron a todo tipo de amenazas ultraterrenales durante cientos de relatos. William Hope Hodgson, con su Carnacki también hizo lo propio. Y Robert E. Howard, el famoso creador de Conan, no les fue a la zaga, pues tuvo su propio detective paranormal (occult detective, para ser más fieles al original) en la figura de Steve Harrison. Como más tarde lo haría el belga Jean Ray con su Harry Dickson, en una archiconocida serie de novelas cortas publicadas en España por Ediciones Júcar en los 70 y que plagaron los hogares de nuestros padres con títulos tan sugerentes como El canto del vampiro, La calle de la cabeza cortada o El pulpo negro.

En España, durante los años 80, hubo algunas de estas historias que hoy día permanecen semiolvidadas, recordadas tan sólo por un reducido grupo de devotos aficionados, que atesoran los desgastados bolsilibros de Bruguera que las contienen como custodios del Santo Grial. Sangre bajo la luna supuso, en el ya lejano 1986, la única publicación de Lem Ryan en la colección de Bruguera Selección Terror. Hasta entonces, habíamos encontrado sus historias en otras colecciones de ciencia ficción, oeste, acción e incluso deportivas. En este caso, podemos decir que creó un personaje que era demasiado bueno para dejarlo olvidado en un oscuro desván.

En Sangre bajo la luna nos encontramos a Daniel Roerich, un clásico detective privado, sacado de una novela de los maestros Chandler o Hammet, al que apasionan dos cosas: el whisky escocés y los mitos de Chthulhu. Con estas referencias, la novela ya es de por sí interesante, pero además nos encontraremos una sucesión de sangrientos crímenes que Roerich deberá investigar por encargo de un hombre rico e influyente. A medida que avanza la trama, descubriremos los entresijos de una oculta banda de licántropos que pondrá a prueba la cordura del detective. Esta obra de Lem Ryan, escritor destacado de aquella época dorada, habría de convertirse en una de las más recordadas, con su narración cruda y directa de unos terribles asesinatos en las calles de Nueva York… ¡a cargo de hombres-lobo!

¡Acabemos con las sectas satánicas!
¡Acabemos con las sectas satánicas!

No es más (ni menos) que una muy bien hilada historia de suspense y terror, ambientada en las calles de la Nueva York de los años 80, en la que casi puedes sentir el calor del aliento del hombre lobo en tu nuca erizada. Para aquellos que tengan la suerte de encontrar un ejemplar, mi consejo es que no lo dejen escapar, porque sin duda es uno de los mejores en su especie. Lástima que la desaparición de los bolsilibros, unido a la política editorial de Bruguera, que prohibía utilizar el mismo personaje en más de una historia a modo de sagas (salvo raras excepciones) nos privaran de poder disfrutar más historias de este antiheroico y falible detective.

Pero el detective sobrevivió, y el súbito cierre de la editorial Bruguera nos privó de saber cómo continuaban sus andanzas. Sin embargo, cuando se van a cumplir 30 años de su publicación, Sangre bajo la luna vuelve de la mano de su propio autor, acompañado de un grupo de escritores entusiastas de su obra. El objetivo es tan claro como sórdido: devolvernos la magia de aquellos desbordantes años 80, plagados de escalofríos en cada lectura y noches de Historias para no dormir.

Recientemente se ha iniciado un crowdfunding para editar un macrovolumen que incluirá la novela original y hasta ¡cinco, sí, cinco! continuaciones, con nuevos casos espeluznantes de absorbente lectura. Roerich, en esta ocasión, no caminará solo. Se introducirán nuevos personajes en la saga, como el teniente de policía Chris Dubois, al que todos apodan «Frenchie» debido a su origen cajún, pues se crio en el profundo sur, concretamente en Nueva Orleáns. Dubois es un poli duro, mezcla de Charles Bronson y el mejor Jean Claude Van Damme. Es el sucesor de Roerich en el cargo, tras su inmerecida caída en desgracia, tal como se menciona en Sangre bajo la luna. Como se puede ver, este volumen antológico viene a rellenar los huecos existentes en la historia original, ampliándola y dotándola de una riqueza nunca antes vista en una saga de bolsilibros.

Pincha en el siguiente enlace para ir a la página del crowdfunding:

Verkami: Lem Ryan presenta Historias de sangre bajo la luna.

Los autores elegidos para el proyecto permanecen de momento en el anonimato y adoptan seudónimos tan transparentes como Rem Cryan, Ken Bryant, Fel Fryan y otras permutaciones de «Lem Ryan». Como impulsor del proyecto que soy, os invito a que participéis en el crowdfunding y podréis obtener una copia de este clásico rescatado del olvido y totalmente remozado, aunque sin perder la esencia del original, y que os ofrecerá horas de disfrute por tan sólo 15 euros. 

Julio M. Freixa

Escritor pulp con aviesas intenciones. Sigue mis historias en las siguientes editoriales: Pulpture, Dlorean, NeoNauta Ediciones, P.U.L.P. y Action Tales.

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