Críticas de cine

Crítica: “El penalti más largo del mundo”

Resumen de la Crítica

Valoración

Entretenida

Comedia entretenida que engancha por su cercanía con el espectador.

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Hace tiempo que la comedia española pasa por un momento dulce. De hecho, gran parte del éxito actual del cine español, deriva, precisamente, de este género. Tras los buenos resultados en taquilla de “Ocho apellidos vascos” allá por el 2014, los cineastas nacionales decidieron darle al público lo que reclamaban: grandes dosis de humor. Si la cinta de Emilio Martínez-Lázaro se había convertido en su primer fin de semana en cartelera en uno de los mejores estrenos de toda la cinematografía española, sería por algo. Así, el suspense, el género histórico y el thriller al que estábamos acostumbrados dejó paso a la reina del séptimo arte, la comedia. Martínez-Lázaro no se lo pensó demasiado y tan solo un año después del lanzamiento de aquella peculiar historia de amor entre un joven sevillano (Dani Rovira) y una chica vasca (Clara Lago) llegó a las salas españolas su secuela, “Ocho apellidos catalanes” en la que aparecían algunos de los actores fetiches actuales del género, como Berto Romero o Belén Cuesta. 

Abierta la veda, las comedias “Made in Spain” no han dejado de sucederse: “Ahora o nunca”, “No culpes al karma de lo que te pasa por gilipollas”, “Tenemos que hablar”, “Perdiendo el norte” y su secuela “Perdiendo el este”, “El Pregón”, “Tres bodas de más”, “Sin rodeos”, “Ola de crímenes”, “A pesar de todo”, “Gente que viene y bah”, “Embarazados” o “Miamor perdido”, de nuevo de Martínez-Lázaro son solo algunos ejemplos. 

No obstante, y a pesar de que el género pasa a día de hoy por su mejor momento, no debemos olvidarnos de que siempre hemos tenido comedias en nuestra cinematografía. Eso sí, el tono, el modo de abordar el argumento e incluso la forma de presentar a los personajes eran muy diferentes de las cintas actuales. Eran películas que no estaban supeditadas a lo “políticamente correcto” y que se basaban en los tópicos y en las generalizaciones más simples. Sí, sé lo que estáis pensando: ¿acaso “Ocho apellidos vascos” no se centra en uno de los mayores tópicos españoles, como lo es la gracia inherente de los andaluces y el carácter arisco de los vascos? Efectivamente, lo hace, pero no desde un prisma tan costumbrista como lo hacían las comedias de principios de los 2000.

Uno de los tópicos más explotados por el cine español en este sentido es el de que nuestra sociedad es futbolera hasta la médula. Aunque debemos decir que más que un tópico es una realidad. El futuro de Sergio Ramos en el Real Madrid, que ha traído de cabeza a la afición durante semanas, o el de Gareth Bale, que incluso ha dado lugar a apuestas sobre el posible conjunto al que iría de abandonar el equipo merengue, preocupan tanto o más al ciudadano de a pie que una subida o una bajada en el PIB o el IPC. Sí, los españoles somos unos claros forofos del deporte rey y tal pasión ha sido reflejada en diversas producciones.

Una de las mejor valoradas es la siempre nostálgica “Días de fútbol”. La cinta dirigida por David Serrano fue nominada en cinco categorías diferentes de los Premios Goya: Mejor dirección novel (David Serrano), Mejor actriz revelación (Nathalie Poza), Mejor actor revelación (Fernando Tejero), Mejor actor protagonista (Ernesto Alterio) y Mejor montaje (Rori Sáinz de Rozas). Fernando Tejero fue el único en alzarse con el cabezón, lo que sirvió para afianzar su éxito en el panorama audiovisual nacional, en donde comenzaba a despuntar con su papel de Emilio en la emblemática “Aquí no hay quien viva”.

La popularidad del actor cordobés gracias a la serie que seguía las peripecias del bloque de vecinos de Desengaño 21 fue tal que solo dos años más tarde, en 2005, pasó a desempeñar el rol protagonista en “El penalti más largo del mundo”. La cinta, dirigida por Roberto Santiago, se centra en la historia de Fernando, el portero suplente del Estrella Polar, un equipo de Tercera Regional que se está jugando el ascenso. Durante el último partido de la temporada, en el que el Estrella Polar va ganando por un gol, el portero oficial del equipo se lesiona y Fernando debe entrar al campo de juego para sustituirle. Hasta aquí todo normal, salvo por el hecho de que Fernando tiene tantas tablas defendiendo los tres palos como Chiquito de la Calzada construyendo edificios. El problema llega cuando el árbitro pita un penalti a favor del equipo contrario, y Fernando está en la obligación de pararlo si quiere que el Estrella Polar ascienda a Segunda Regional por primera vez en su historia. Cuando el jugador está a punto de tirar, un par de aficionados que no están de acuerdo con la decisión del técnico saltan al campo provocando que el partido sea suspendido hasta la semana siguiente. Comienzan así siete días en los que Fernando tendrá la posibilidad de prepararse para la que será la oportunidad de su vida.

Una semana en la que el fútbol será el leimotiv para mostrarnos la vida de varios personajes de un pequeño barrio dándonos una perfecta visión de la España costumbrista. Como todo depende de Fernando y de su pericia para parar el penalti, todo el barrio le rinde pleitesía, desde el dueño del bar, pasando por el quiosquero, hasta la chica guapa a la que pretende conquistar. Incluso en el supermercado en el que trabaja se le conceden ciertos privilegios.

Aunque la crítica fue bastante dura con Roberto Santiago, lo cierto es que la película sí sirve para mostrarnos un claro reflejo de la vida en un pequeño barrio del país. El ritmo frenético de la ciudad se calma en este espacio en el que todos se conocen y tienen algo que decir sobre el vecino de al lado. Los “chismes” son el pan de cada día y el “qué dirán” la razón máxima por la que se guían las acciones de los personajes. Vaya, un “Aquí no hay quien viva” pero con el fútbol como hilo conductor. No obstante, que nadie se engañe, Santiago no ideó “El penalti más largo del mundo” de manera rápida o precipitada. La idea comenzó a tejerse en su cabeza en 2001 tras leer la historia de Osvaldo Soriano pero el guion no estaría listo hasta 2003. Dos años de trabajo que se vieron recompensados con la nominación al Goya a Mejor guion adaptado, premio que finalmente iría a parar a “El método” de Mateo Gil y Marcelo Piñeyro.

Tras la redacción del guion, Roberto Santiago también llevó a cabo un importante trabajo de campo previo al rodaje que lo llevó a convertirse en espectador de diferentes partidos de las categorías inferiores del fútbol español. También visitó varios campos de fútbol hasta decidirse por los estadios de Carabanchel y Canillejas como telón de fondo para su película.

Por otra parte, y a pesar de que son muchos los que piensan que jugar al fútbol no es más que darle patadas a un balón, lo actores que participaron en las escenas de fútbol también tuvieron un entrenamiento previo. Para ello, Santiago contó con el exfutbolista Luis Hernández como instructor. Curiosamente, estas escenas fueron las más complejas de filmar puesto que todo lo que sucedía en el terreno de juego estaba perfectamente coreografiado. Además, el rodaje se llevó a cabo en pleno verano lo que provocó que algunos actores, entre ellos el propio Tejero, terminaran ingresados tras sufrir un golpe de calor. 

Todo este trabajo tiene como resultado una comedia entretenida que si bien no es la joya de la corona del cine español, engancha por su cercanía con el espectador a través de situaciones y diálogos que podríamos ver y escuchar en la calle. Una película sin pelos en la lengua que nos traslada a una época en la que los manteles a cuadros en los restaurantes y los tapas de chipirones no eran considerados como una vulgaridad sino como la esencia misma de la clase media española. Una cinta sin pretensiones que no peca de los corsés de lo políticamente correcto que imperan hoy en día en el séptimo arte.

Víctor Yeste

Director de la web, revista digital y radio online @HelloFriki. Escritor, ingeniero en Informática, cinéfilo, seriéfilo y, en definitiva, friki empedernido.

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