Estructura en tres actos: el secreto para llegar al lector
La estructura en tres actos es una guía que segmenta la historia en tres partes, las que comúnmente conocemos como planteamiento, nudo y desenlace, es decir, primer, segundo y tercer acto, respectivamente.
A pesar de ser la más usual, no es ninguna novedad, sino que ya la utilizaban en las tragedias griegas, siendo Aristóteles el primero en darse cuenta que eran las estructuradas así las que mejor funcionaban, de ahí que también la conozcamos como estructura aristotélica. El hecho de que actualmente se siga utilizando es porque funcionan a la perfección; esto se debe a que nos da la posibilidad de crear un entorno estable donde dar a conocer a los personajes y el escenario de una manera amena, y todo ello bajo un ritmo bien marcado que, paulatinamente, dirige la historia hacia su fin.
Ahora, conozcamos cómo es y entenderemos su éxito.
El primer acto comienza con la presentación de los personajes y su entorno, donde conocemos cómo es su mundo y cómo viven, hasta que ocurre algo «inesperado», un detonante, que llevará al protagonista, o lo empujará, a tomar una decisión importante (por ejemplo, cuando en los goonies Mikey encuentra el mapa en el desván), y es así, como llegamos al primer punto de giro, momento en que toda su vida cambia de un modo radical (siguiendo con los goonies, cuando la pandilla se topa con los Fratelli).
Esto nos dará pie para comenzar con el segundo acto, que suele ser el de más duración. Aquí, nuestro protagonista, que se ha visto empujado a un mundo desconocido, comienza a explorarlo, lo que nos brinda la oportunidad de dar inicio a una trama secundaria y de introducir personajes nuevos. La trama secundaria más usadas suele ser la historia de amor, esto lo podemos ver en Matrix o Avatar. Esta subtrama sigue su curso, mientras el protagonista se va desenvolviendo en su nuevo ambiente, los nuevos personajes se desarrollan, y llegamos al punto medio, o clímax, de este segundo acto, este es el momento en que todo se da la vuelta, todo lo que iba bien, ahora va mal, y de aquí en adelante todo parece ir cuesta abajo, esto es lo que se conoce como la noche oscura del alma.
Nuestro protagonista ya está en las últimas, ha agotado sus fuerzas y parece que va a rendirse, pero aparece el segundo punto de giro, esto puede ser un golpe de suerte, un personaje que ayuda, un objeto que aparece (y un sinfín de posibilidades más) que hace que el personaje se recobre.
Comienza el tercer y último acto, que suele dividirse en dos partes: la primera para resolver tanto la trama principal como la secundaria, y la segunda donde vemos qué pasa después. Veamos un ejemplo con El señor de los Anillos; la primera parte del tercer acto es el instante donde (ALERTA SPOILER) podemos oír la mítica frase «Por Frodo», y el mediano, junto a su inseparable compañero Sam, destruye el anillo único en el Monte del destino. Pero aquí no acaba la película, ¿verdad? Claro, porque llega la segunda parte, el cierre, en el ejemplo, es donde vemos qué ha pasado después de la guerra, esas escenas en que los hobbits vuelven a la comarca y, poco después, deben despedir a Frodo y Bilbo.
Si has seguido los ejemplos, habrás visto que grandes películas y libros se han desarrollado mediante la estructura en tres actos, siendo este uno de lo motivos de su éxito, porque ayudan al lector o al espectador a situarse en la historia, entrar en el ambiente, conocer a los personajes, cogiéndoles cariño a unos y detestando a otros, hace que se decante por un bando o por cómo quiere que acabe la historia, y brindándoles un final con el que se sientan satisfechos. Y este es el secreto de la estructura en tres actos.