Críticas de cine

Crítica: «Immortals». No pido más

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Grecia, Mickey Rourke, Henry Cavill, Dioses,  arena, sangre y un arco. ¿Alguien da más?

Las comparaciones son odiosas, y lo más leído o más oído, es que se parece a 300. Tiene los mismos productores, sí. Los guerreros van en calzoncillos, sí. Pero quizás la diferencia más grande es que no tiene una estética de comic. De hecho mantiene más una estética de videojuego, sobre todo gracias al 3D.
 
Tarsem Singh nos presenta a Teseo (Henry Cavill) que vive en un pueblecito con ventanas al mar, donde le menosprecian por ser bastardo. Hecho que lo único que ha provocado es un profundo sentimiento de rabia que intenta liberar con su entrenamiento. Por otro lado tenemos al malo malísimo, el rey Hyperion (Mickey Rourke), que le mueve las garras de la venganza. Su malvado plan es hallar el arco de Epiro, que sirve, nada más y nada menos, para liberar a los titanes y acabar con los dioses que lidera Zeus (Luke Evans).

 

La trama, no nos vamos a engañar, es simplona. Además da un patadón a la mitología. Pero afortunadamente para el espectador, está bien llevada. Cada personaje tiene su papel en la historia y un destino en común. El conjunto es coherente, y al no tener hilos enrevesados, no se dejan nada abierto y todo culmina en una gran batalla.

 
 

Por el argumento la podemos relacionar con Furia de Titanes. Por suerte no tiene nada que ver con ese popurrí inconexo de criaturas y personajes. Immortals es una de esas pelis épicas que te hacen pasar un buen rato, de las que sales del cine con ganas de coger una espada y una lanza y arremeter contra el ejército de gente que nunca tiene prisa y colapsa la salida.
 
Los personajes son acertados. Henry Cavill me ha sorprendido gratamente, acostumbrada a verle en Los Tudor, aquí interpreta a un héroe valiente, duro, sin más pretensiones que luchar y vencer, sin grandes conflictos internos como nos vienen acostumbrando, porque parece que le tienes que poner un trauma al héroe para humanizarle y que no sea un sanguinario. Bien, aquí no, Teseo es implacable. Y todos tan contentos de que lo sea.
 
Obviamente, también como viene siendo habitual, este macho necesita una mujer. En este caso es el Oráculo (Freida Pinto), pero tranquilos ¡oh, amantes de la batalla! Que no hay romanticismo en absoluto.

 
 

Todo héroe necesita un villano, y, en mi opinión (y no soy muy fan suya), lo hace a la perfección Mickey Rourke. Si el “bueno” es duro, imaginaos como es el malo. El triple de duro porque no tiene nada que perder. Simplemente a la altura.
 
Como todo no iba a ser perfecto, hablemos de los Dioses. Encabezados por Luke Evans, que cuelga la espada de mosquetero por un martillo, componen un grupo bastante cómico. Entiendo que le tenían que dar un toque especial para que no sea la visión de los dioses tan repetitiva, pero el resultado es… una fiesta gay en el monte Olimpo (con todos mis respetos, por supuesto).


 

Analizados, pues, los personajes, pasemos a lo interesante y verdaderamente resaltable de esta película: las batallas. Hacía mucho, muchísimo, puede que desde 300 (de ahí la comparación) que no veía unas batallas tan bien coreografiadas. Últimamente, con el predominio del 3D, resultaban ser un borrón de movimientos en el que no te enteras de absolutamente nada. Con esta película los amantes de la violencia estamos de enhorabuena, porque las batallas son decididamente épicas. Como he dicho antes tienen un toque de videojuego, sobre todo al ser de griegos recuerda al God of War, pero, comparaciones a parte, cada pelea va in crescendo hasta llegar al colofón final, que es brutal (en el sentido de impresionante, además del sentido estricto).

 
 

No os voy a engañar, las secuencias son duras, pero no desagradables. Para mí, hay la sangre justa para hacerlo realista. La mayor parte de la película son batallas, con lo cual casi no hay guión y el poco que hay no desentona. Teseo, ¿cómo no?, protagoniza todas, desde una simple revuelta con los guardias en su pueblo hasta la batalla final con el Rey Hyperion. Sin espoilear  quiero resaltar la lucha que protagoniza uno de los Dioses, para salvar a los protas de una emboscada, con una maza. ¡Es brillante! Por supuesto, la guerra entre los Dioses y los titanes, es impresionante. Al tener los Dioses unas armas extraordinariamente letales, intercalan la coreografía con acciones a cámara lenta, dejándote contemplar a la perfección todo el proceso. Si a eso le sumas el 3D, el resultado es inmejorable.
 
Pero, obviamente, la mejor lucha es la final entre Teseo e Hyperion. Me sorprendió porque no es espectacular en cuanto armamento. Es cruda y dura porque es a puñetazos, es con su cuerpo, lo que la hace más sucia y más dolorosa.

 
 

En aspectos más técnicos, la banda sonora cumple su función, los efectos especiales están a la altura, y el vestuario y los decorados son poco fieles a la realidad, pero lo compensan con imaginación y una estética muy curiosa.
 
Como podéis concluir la película me encanto, sin grandes presupuestos ni grandes expectativas, el resultado es mucho más que decente si tu objetivo es ver una producción épica donde sobran los diálogos. Te gustará si te encantó 300, no cabe duda. Pero si eres de los que Gladiator te pareció sangrienta, ni te molestes, no es para ti.
 

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