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Crítica: «Conan Rey. Integral 4», el amargo final

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Llegamos al final de la serie tras el bajón de calidad consigue remontar... sacrificando su continuidad.

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La serie Conan Rey ha sido como una montaña rusa. Un gran inicio marcado por el veterano Roy Thomas que, al marcharse , dejó caer la calidad de la serie hasta la llegada de Alan Zelenetz. Este la llevó a unas cotas altísimas, acompañado de Marc Silvestri, consiguiendo incluso superar a su serie original, Conan el Bárbaro. Con la marcha de Silvestri y Zelenetz y la llegada de Don Kraar a los guiones volvimos a caer en picado.

Un vaivén que conseguía, en sus momentos más bajos, mantener unos mínimos de calidad gracias en parte a la inercia de la historia que contaba y a los carismáticos protagonistas. Este cuarto volumen marca el final de la serie, que acabó con su número 55, algo nada desdeñable para una colección que contaba con el doble de páginas de lo habitual y había tenido los mencionados problemas de ritmo.

Iniciamos el tomo con la historia inconclusa del anterior: Conan haciendo frente a una alianza de naciones y convirtiéndose no en Rey, sino en Emperador. La narrativa torpe de Don Kraar se mezcla con los dibujos terminados a medias de varios artistas… y a pesar de que la aventura avanza y crece, no termina de cuajar. Una vez eliminada la amenaza al reino, aparece otro frente bélico representado por las naciones orientales de los reinos Hibóreos. El guionista estaba preparando una gran epopeya… pero las ventas mandan y los editores de Marvel decidieron que la colección debía finalizar. El número 50 sería el último escrito por Kraar y el siguiente equipo creativo dispondría de tan solo 5 episodios para cerrar la serie.

Esta jugada fue muy polémica y a día de hoy sigue sin entenderse. Porque no solo dejaron a medias una historia realmente interesante (pese a estar mal ejecutada) sino que el nuevo equipo creativo, formado por James Owsley y Geof Isherwood, decidió retroceder en el tiempo y retomar la línea argumental de Zelenetz y Silvestri… aprovechando sus notas. Al hacer esto destruían todo lo creado por Kraar y sus dibujantes y venían a decirnos que aquello que habíamos estado leyendo durante los últimos años… no valía para nada.

Conn seguía perdido en Kitai, Taurus volvía a ser hijo legítimo, Radegund ya no estaba casada con un rey, los Dragones negros no habían sido exterminados… Vamos, como si realizáramos un viaje en el tiempo y reescribiéramos la historia de los últimos años de Conan Rey.

Un pequeño desastre argumental que, al menos, aporta cinco números antológicos y que nos apenan por que nos da por pensar «que maravilla hubieran hecho sus autores originales con estas ideas».

Lo que encontramos en esos 5 números finales es el regreso de Toth Amon, más poderosos que nunca… la partida de Conan al lejano Kitai en busca de su primogénito… la redención de Taurus, el hijo menor, que toma gran protagonismo… la vuelta triunfal de secundarios carismáticos… una notable mejora en el aspecto artístico… Pero no todos los cambios son buenos, las cosas como son. Pese a todos sus defectos, Don Kraar había conseguido dotar de cierta importancia a Zenobia y Radegund, convirtiendo a la primera incluso en guerrera y a la segunda en una orgullosa reina. Además, había sido muy valiente envejeciendo a Conan y apartándolo (un poco) en favor de Conn.

Todo eso desaparece ahora. Conan vuelve a ser el titán invencible que a todos eclipsa y la parte femenina de la familia real vuelve a ser poco más que un adorno. Lo de Radegund es especialmente doloroso, pues la devuelven a su estado de princesita-damisela indefensa y anhelante de amor. Son algunas de las ventajas y algunas de las pegas de esta atropellada etapa final.

Con todo, los autores consiguen cumplir con lo pactado y cierran la serie de manera coherente, sin demasiados cabos sueltos. Estos episodios recuperan también la fórmula de la etapa de Zelenetz y Silvestri, es decir: cada número se divide en dos historias, la primera cuenta lo que sucede en torno a Conan y la corte y la segunda nos lleva hasta Conn y sus aventuras en Kitai. El número final enlaza una y otra aunque de manera curiosa, porque la que debería estar maquetada primero… está al final. Es decir, debemos empezar a leer ese episodio desde la mitad del cómic, para luego volver a la primera página. Un lío.

Que pena que una serie tan carismática y con tanto potencial tuviera que finalizar así. Desdeñando el trabajo del equipo creativo previo y fabricando un final acelerado. Y aun así, hay que reconocer el mérito de sus autores, que logran crear aventuras y acción disfrutables. Pese a todo.

Que este anecdótico final no te impida de disfrutar una serie que llegó a ser mítica pese a tenerlo todo en contra. Larga vida a Conan, que sobrevive a todos estos contratiempos y sale reforzado.

Giacco

Redactor jefe de las secciones de Cómics y Videojuegos, así como presentador de muchos de los programas de Hello Friki Podcast.

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