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Crítica: «Creo que nuestro hijo es gay», una familia como cualquier otra

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Una mirada clara a una situación cotidiana que aun dista mucho de ser tomada con naturalidad

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La familia Aoyama es la simpática representación de una familia de clase media japonesa. La componen el matrimonio y sus dos hijos, Hiroki y Yuuri. Por motivos laborales el padre permanece ausente la mayor parte del tiempo y es la madre, como no, la responsable y encargada no solo de cuidar el hogar sino de la educación de sus hijos.

Pasar tanto tiempo con ellos le permite, además, conocerlos mejor que ellos mismos y, cierto día, empieza a detectar un comportamiento singular en Hiroki, el adolescente. Se le escapan frases y tics que le hacen pensar que a Hiroki le gustan los chicos y, aunque al principio se lo toma con extrañeza, Tomoko (que es como se llama la madre), comprende que es un comportamiento natural.

Decide dejarle a su aire y que lo desvele, que salga del armario, cuando esté preparado, sin presión. Mientras, ella le ayuda y le apoya en todo, lanzando mensajes velados de tranquilidad… pero es él, como buen adolescente, el que se escandaliza e intenta por todos los medios disimular sus cada vez más claras inclinaciones.

Esto da lugar a situaciones muy divertidas que cobran todavía más fuerza porque son reales, cotidianas y, seguro, se han dado y se dan en muchos hogares. Además el autor, Okura, lo cuenta con una simpatía y una gracia especial, sin excentricidades ni escándalos. Casi parece una obra destinada a mentalizar, de alguna manera, a la rígida moral japonesa, todavía anclada en prejuicios sexuales pero que, afortunadamente, cada vez quedan más relegados al pasado. Como demuestra la obra.

Y aunque la identidad sexual en proceso de descubrimiento/asimilación por parte de Hiroki y de la familia es el tema central, no se nos pasa por alto que en este manga se abordan otros asuntos… como el rol de la mujer en la familia ejerciendo de ama de casa y cuidadora, el del hombre como figura ausente y que no se entera de nada, el del hermano pequeño, representando a las nuevas generaciones que ven estos asuntos sexuales como lo que es, algo personal y natural.

Y todo narrado con una delicadeza y un cariño remarcable.

El dibujo forma parte activa de esa sensación de naturalidad que quiere (y consigue) transmitir el cómic. Se lee rápido y se hace ligero, sin duda pensado para llegar a la mayor parte de público posible. Esto también lo logra el autor porque divide la obra en capítulos muy cortos, de unas pocas páginas, suficiente para contar una u otra anécdota y para ir, poco a poco, metiéndonos en la casa y las costumbres de esta encantadora familia.

Okura confiesa que comenzó a lanzar este manga de manera digital y sin ninguna pretensión, pero que llegó a alcanzar tanta popularidad que tuvo que publicarlo en papel… y prepararle nuevos volúmenes que llegarán en el futuro. Eso también es muestra de que las cosas están cambiando en Japón y el país de tradiciones y costumbres milenarias comienza a abrirse a la modernidad.

No solo es seinen el manga que triunfa. El cómic japonés lleva años abriendo mercado en nuevos lectores y lectoras gracias a su variedad, versatilidad y oferta. Este Creo que mi hijo es gay sigue abriendo ese abanico y confirma el buen estado de salud en el que se encuentra esa industria. Manga, cultura, inclusión… y tan divertido y edificante que gustará a toda la familia.

  • Creo que nuestro hijo es gay. 01. Planeta Cómic
  • edición original. Uchi no musuko wa tabun gay. vol.1 Square Enix Co.
  • rústica con sobrecubiertas. 130 pp. B/N. 8,95€

Giacco

Redactor jefe de las secciones de Cómics y Videojuegos, así como presentador de muchos de los programas de Hello Friki Podcast.

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