Críticas de videojuegos

Crítica: ‘El Hijo: A Wild West Tale’, para PS4. ¡Shhhh!, ¡Que no te descubran!.

Historia
Jugabilidad
Gráficos y Banda sonora.

Un juego para toda la familia capaz de contentar a todos, tengan la edad que tengan.

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El Hijo: A Wild West Tale, es un juego indie que se presentó por primera vez en el evento PC Gaming Show de 2019. Desarrollado por el estudio alemán Honig Studios junto a Quantumfrog, en colaboración con HandyGames, empresa que forma parte de THQ Nordic, presentaron un tráiler muy cortito pero que generó bastante interés entre los jugadores. No supimos nada más de él hasta el pasado 3 de diciembre de 2020 que salió a la venta para PC. Ahora vuelve a ser noticia porque ha dado el salto a las consolas y está disponible desde el pasado 23 de Marzo para Xbox One, PS4 y Nintendo Switch. 

¿Estás preparado para ocultarte entre las sombras y pasar desapercibido?, porque esa es la premisa de esta aventura, tratar de escapar sin ser vistos.

Argumento, Historia, Personajes…

La historia de este juego es muy sencilla. Una madre vive con su hijo en una pequeña casita en mitad del desierto. Allí son felices hasta que unos bandidos los asaltan y destrozan su cabaña. Madre e hijo se ven obligados a abandonar su hogar y ella, desesperada y sin lugar donde ir, toma la decisión más dolorosa de su vida, entregar a su hijo a unos monjes que viven en un monasterio con la esperanza de que cuiden bien de él. Nuestro protagonista tiene 6 años y no está dispuesto a separarse de su madre tan fácilmente, así que decide escaparse e ir a buscarla. Investigando las diferentes estancias del monasterio, descubre que hay niños que son prisioneros y están siendo usados como mano de obra gratuita. Los pequeños, que son obligados a realizar diferentes tareas para los monjes, están muy tristes. Si nos acercamos a ellos no podemos liberarlos, pero si que podemos hablar con ellos, jugar, reir… y conseguir que vuelvan a ilusionarse. 

Estilo de juego, Jugabilidad…

El Hijo: A Wild West Tale usa el sigilo como herramienta durante todo el juego. No estamos ante una historia en la que empezamos indefensos y conforme avanzamos encontramos armas u objetos para deshacernos de los enemigos. Es cierto que disponemos de un tirachinas, pero con él solo podemos disparar a determinados objetos, nunca a personas, así que el sigilo es imprescindible. Somos pequeños y el tamaño juega a nuestro favor. Para ocultarnos disponemos de muebles, jarrones, huecos en las paredes, plantas… donde permaneceremos escondidos hasta que llegue el momento oportuno de huir.

Llegamos al monasterio con un tirachinas, que es el único elemento que podremos usar sin límites, pero por el camino encontraremos otros ítems que podemos utilizar a nuestro favor como flores, que crean una nube de polen que te permite pasar frente a un enemigo sin ser visto, o juguetes y fuegos artificiales que despistan a los monjes y deja libre el camino, aunque esos objetos son limitados y el máximo que podemos llevar son 3. Hay que tener cuidado con los juguetes y los fuegos artificiales porque si nos equivocamos y los utilizamos mal crearán, justo el efecto contrario y mostrarán nuestra localización. También hay vasijas y diferentes objetos a los que podemos disparar para llamar la atención de un enemigo y usar su ‘despiste’ para escurrirnos a su lado sin ser vistos.

El interior del monasterio está muy bien iluminado, y no digamos el exterior, donde el sol luce espléndidamente en el firmamento y juega en nuestra contra. Encontrar una zona en la oscuridad es un salvavidas, en ella podemos movernos más o menos libremente. Podemos disparar a algunas lámparas o candiles y apagarlos, lo que nos dará un poco más de libertad de movimiento. 

El juego se divide en 30 niveles y cada nivel dispone de diferentes caminos que están conectados entre sí y que llevan al final. Ninguno es mejor ni peor y nosotros decidimos cuál nos apetece recorrer e investigar. Algunos parecen infranqueables en un primer vistazo, pero podemos mover escaleras, cajas, carretillas de minas, o disparar a postes para crear puentes y con eso, una vía de escape. En cada nivel habrá que estudiar toda la zona y planear nuestra estrategia. Para eso contamos con la ayuda de un pequeño aliado, un pájaro que nos acompaña en nuestro viaje y que cuando lo liberamos y echa a volar, aleja la cámara y nos da una visión más amplia de la zona, además, mientras el pájaro está volando podremos ver el campo visual de nuestros enemigos y saber hasta donde podemos acercarnos.

Una vez somos descubiertos es difícil que logramos escapar, aunque la IA es sencilla y no le exige mucho esfuerzo al jugador más avezado. Si eres paciente y aprendes los recorridos de los enemigos no es un juego complicado. Si te acercas demasiado e intuyen tu presencia, encima de nuestros enemigos aparecerá un círculo con una interrogación y nos buscarán durante unos segundos. Si no nos encuentran volverán a sus posiciones, retomarán sus rutas y podremos continuar. Dispersados por los niveles hay muchos puntos de guardado y en caso de ser descubiertos no hay que empezar el nivel entero otra vez. Eso alivia mucho el estrés, ¡Por supuesto que da rabia que te descubran y te capturen!, pero no sientes la frustración de tener que volver a hacer todo el recorrido. El objetivo del juego no es estar en tensión y darte prisa en salir del nivel, es buscarte un buen escondite y pensar en tu siguiente movimiento, aprenderte la ruta de tu enemigo, y usar los objetos que tenemos a nuestro alcance. 

En todos los niveles encontraremos a niños encerrados en jaulas o apresados con cadenas que están siendo usados como esclavos. Al acercarnos a ellos los “inspiramos”. Durante unos segundos jugamos con ellos o les gastamos bromas a los monjes y bandidos que los mantienen cautivos. Con ese pequeño gesto aliviamos su sufrimiento, vuelven a reír, a ser felices y en definitiva a ser lo que son, niños. Aunque yo como jugadora adulta, lo que de verdad querría hacer es coger una escopeta y cargarme a esos ca###nes por hacer lo que hacen.

Algunos niveles cambian de protagonista y en lugar de jugar con el niño, lo haremos con su madre. Las mecánicas son las mismas pero veremos su punto de vista y la veremos escapar de lugares llenos de vaqueros y rodeada de peligros. Solo jugaremos con ella unos capítulos y me hubiera gustado que fuera alguno más para conocer también su parte de la historia. Son pocos niveles pero muy entretenidos, que ofrecen variedad al juego y que te muestran que la madre también lo está pasando mal y refuerzan la idea de que los dos están solos, que lo están pasando mal, y tienen que reunirse.

Gráficos y Banda Sonora…

El Hijo: A Wild West Tale destaca sobre todo por su apartado visual que aunque es sencillo, es tremendamente efectivo. Tiene una estética cartoon, una paleta de colores rojiza y terrosa que te muestra claramente dónde estás, en pleno desierto, rodeado de bandidos y numerosos peligros que acechan en la zona. 

Es un juego mudo, no hay ni una sola línea de diálogo, pero en cuanto comienzas a jugar te das cuenta de que no son necesarios ya que las imágenes hablan por sí solas. Con los gestos de los personajes y sus movimientos entiendes perfectamente la situación, sólo escucharemos alguna mueca de susto o preocupación cuando estemos a punto de ser descubiertos o seamos capturados. El juego tiene una banda sonora muy sutil que nos acompaña prácticamente toda la aventura, que cambia y se eleva en momentos de tensión y peligro. Cumple perfectamente su misión, no es estresante y suena de fondo, acompañándote en el viaje. Lo único que echo en falta es algunos acordes que me recuerden más a un western clásico.

Impresiones finales…

Estamos ante un juego para toda la familia que de verdad disfrutarán tanto adultos, como los más pequeños de la casa. Es un juego corto y en unas 5 o 6 horas lo habremos terminado. La historia es sencilla, no hay una trama secundaria escondida ni ningún giro de guión, tan sólo hay que ayudar a un niño a reunirse con su madre. Puede echarse en falta algún coleccionable más o alguna tarea secundaria que ofrezca un aliciente para volver a jugarlo, pero parece increíble que con algo tan básico como eso, hayan logrado crear un juego que se disfruta tanto. Los más pequeños se devanarán los sesos intentando resolver los puzles y buscando la forma de permanecer ocultos. Los adultos también lo disfrutarán porque es cierto que puede parecer fácil, pero es tremendamente entretenido y la aventura es muy disfrutable. Lo que más que ha gustado por encima de todo, es un extra que los pequeños pasarán por alto pero que los adultos veremos claramente, un mensaje muy contundente contra la explotación infantil. Solo por eso, por ese mensaje, ya merece la pena hacerse con él.  

Lo mejor

  • Visualmente es precioso.
  • Muchos puntos de guardado en cada nivel.
  • No contiene violencia, es para toda la familia.
  • El mensaje que transmite.

Lo peor…

  • La IA es demasiado simple.

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